VALÈNCIA. ¿Cómo se puede convertir uno en referente sin tenerlos? Este es el caso de Zaida Carmona, una joven directora castellonense que ha dado el salto a la gran pantalla con La amiga de mi amiga, un film lésbico que aparece en un momento en el que existe una sed de referentes que resulta insaciable. Con la ayuda de sus amigas (como no), familiares y el apoyo económico de los micro crowfundings la directora rueda la película durante solo 11 días en Barcelona. El resultado es una comedia dramática que durante hora y media retrata una de las tantas realidades del mundo lésbico: los enredos entre “amigas”.
La historia nace a modo de inspiración de un programa de Podcast con el mismo nombre: La amiga de mi amiga. En este, Cristina Pastrana y Carmona comparten experiencias y entrevistan perfiles de lo más diversos: “Buscamos referentes cercanos y de nuestro círculo. Les damos ese valor y un espacio para expresarse”, explica Carmona, quien a su vez está en camino de convertirse en un referente gracias al hecho de darse su propio espacio en el cine: “Se necesitan contenidos de este tipo. Hay que romper con la idea arcaica de que una película de lesbianas no la va a ver nadie… Ahora lo que voy a hacer es aprovechar el haber llegado a estos espacios”.
La película está basada completamente en el contexto vital de la directora, desenvolviendo una trama en el que la amistad resulta clave por encima de los líos románticos, todo ello con una “cercanía total y absoluta”, al igual que sucedía en el programa de Podcast. Huyendo de grandes narraciones y yendo a los pequeños nichos expone uno de los miles de vértices del mundo lésbico, con una historia natural que intenta representar varios tipos de perfiles, porque “cuantos más referentes más capas se pueden mostrar”. Encargadas de mostrar esas capas son las actrices naturales, amigas de la directora sobre las que se escribe el guion. La naturalidad baila en la pantalla agarrada de la mano de la comedia: “Este género cercano permite un encaje chulo. Lo de hacer una comedia es algo que ha sido inconsciente y natural, pero obviamente ayuda”.
La virtud de la película es a su vez su talón de Aquiles: la trama lésbica. Al comenzar con este proyecto Carmona tuvo que depender del apoyo económico de sus amigos y familiares porque no existían ofertas de inversión en la película. A día de hoy ya son varios los festivales que han puesto el punto de mira en La amiga de mi amiga, puesto que responde a la sed de contenidos de tipo lésbico: “Hay mucho camino para que el cine LGBT no se quede relegado a algo de nicho. De momento solo llega a lo mainstream, lo que no se sale mucho de lo normativo, como es el caso de los “gais guapos” que aparecen en Élite”. Es por ello que la directora además de conformar el relato lo protagoniza, aplicando sobre sí misma una doble exigencia: tanto de dirección como de actuación.
Este tratamiento desde primera mano permite manejar el material con un foco total en la causa y motivo del relato: “Si dejamos que se aplique la mirada de fuera hay más explotación que representación. Al final es clave que nos representemos a nosotras mismas”, comenta orgullosa Carmona. Esta mirada es la que logra conformar un relato novedoso y fresco, que lejos de perderse entre los tópicos puede llegar a gustar a todos los públicos: “Al principio teníamos mucho miedo de los nuevos públicos: quienes no fueran bolleras, gente que no fuera de nuestra edad, personas más allá de nuestros círculos… La película realmente se acerca a públicos de lo más variados, nos parece muy potente y sano”. Además, de esta manera se logra contar el relato desde la identidad lésbica y protagónica pero sin pasar por el conflicto de la identidad, al fin y al cabo sólo son lesbianas viviendo sus vidas repletas de “bollodramas”.
Cuenta Zaida Carmona que justo un año después de marcharse a Barcelona a estudiar audiovisuales, la universidad pública de Castelló ofertó por primera vez este grado en su plan de estudios. No pudo así la castellonense estudiar cerca de casa, sin embargo, como la misma reconoce, sin los vínculos personales y profesionales que forjó en Cataluña, muy probablemente este film nunca hubiera visto la luz: “Es una película colectiva, la grabé con el círculo de personas que había conocido en Barcelona. Esto permitió que, aunque había muy poco dinero y recursos, tuviéramos una equipación que nos cedieron productoras amigas. Han hecho falta muchos favores de mucha gente con la que estamos conectadas”, explica.
Tanto condiciona el lugar en el que una cree que Carmona hace tiempo pensó en rodar una historia en las playas de Castellón y Benicàssim, pero no pudo hacerlo realidad. “Me hacía ilusión grabar en casa”, asegura la cineasta. No obstante, para dar vida a su guión le hacía falta “entrar en el mundo de la subvención o que hubiera una productora detrás, porque era un proyecto que requería de una producción más clásica, menos punk, y no contábamos con ese sustento”, reconoce.
En la actualidad, Carmona compagina su trabajo en el departamento de marketing y comunicación de Filmin, con la promoción de La amiga de mi amiga. “Voy rascando tiempo de las paredes para dedicarme a esto”, afirma la joven, quien confiesa que antes de este film, casi había “desestimado la oportunidad de hacer cine porque es muy complicado, un arte super caro, que obliga a vivir de otros trabajos”. No fue hasta que descubrió a Mar Ferrer, icono del cine independiente, que se contagió de su espíritu “guerrillero” y se animó a contar esta historia en la gran pantalla. “Había hecho un corto durante la pandemia, con un presupuesto de cero euros, que se llama Son Ilusiones, se puede ver en Filmin, pero llevaba ya mucho tiempo sin rodar. Si me atreví con este largometraje fue en parte por tener a una persona como Marc a mi lado. Es un cineasta que ha hecho cuatro películas con presupuestos muy limitados y por la necesidad de filmar, sin más.”
Ahora, la castellonense tiene claro que quiere seguir dirigiendo y escribiendo. “Es lo que más me fascina en el mundo”, confiesa. Aunque la mayoría de su tiempo lo ocupan las presentaciones que está haciendo con el film a lo largo del país -por ahora no hay fecha en Castelló-, sí tiene previsto retomar diferentes proyectos tras el verano. No descarta además, Carmona rodar en la provincia más adelante. “Más que el lugar, es importante la red de amigos que se tenga en cada ciudad”, concluye la cineasta, que ha visto cómo su carrera empieza a impulsarse por la buena acogida de su último trabajo.