Algunos ven siempre el vaso medio vacío, otros en cambio lo ven medio lleno. Lo que es bastante evidente, como escribió Miguel de Cervantes en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, es que “cada uno es artífice de su propia ventura”, a no ser, que se esté del lado del herético, Iohanne Calvino, con su predestinación, donde cada uno está condenado o salvado independientemente de sus acciones.
En otras ocasiones, cuando se sufre un cambio profundo y de consecuencias importantes (RAE dixit), generalmente involuntario, o como diría Bertolt Brecht “cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer", y se produce la crisis, los que siguen anclados en el pasado (la mayoría) lo ven todo muy, muy negro. Pero algunos, muy pocos, que vislumbran lo que está por llegar, ven en las crisis ventanas de oportunidad, para innovar, y mejorar lo pasado, eliminando lo superfluo.
Esos cambios, crisis en la mayoría de los casos, son porque “lo viejo” no ha cumplido con sus obligaciones, víctima de su propio éxito, y en otras ocasiones es porque circunstancias no previstas, como las catástrofes de la naturaleza, se producen. Pero existen otros momentos históricos, algunos los llaman disruptivos, donde coinciden los dos supuestos, "lo viejo" incumple y un evento catastrófico surge, en donde la civilización, el orden mundial, y nuestra propia forma de vivir, se pueden deslizar hacia la oscuridad, el atraso y el caos; o se puede aprovechar el desafío para despegar hacia otro nuevo estadío civilizador, dado que es una oportunidad para progresar. Pudiera ser que ese momento disruptivo, con la crisis de la Globalización actual unida a la Pandemia del virus Chino de Wuhan, haya llegado.
Porque los que ven el vaso medio lleno, observan como la luz al final del túnel, está a punto de vislumbrarse, con el anuncio del comienzo de las vacunaciones en algunos países (con bastantes cautelas), e incluso con la autorización del primer ensayo clínico en España, con 190 voluntarios, por lo que si Dios quiere, y el ser humano ayuda, el verano que viene será muy distinto a este. Para los que ven el vaso medio vacío, siempre les quedará la OMS, que con su director al frente Tedros Adhanom Ghebreyesus, ese biólogo/inmunólogo metido a político, que aúna lo mejor y parece que sobre todo lo peor de ambas disciplinas ¿les suena de algo?, anunciaba hace una semana que la pandemia "esperaba" que durase menos de los dos años que duro la gripe de 1918, ¡100 años de progreso para esto, Señor!, y al cabo de un par de días, como remate, la ONU aseguraba que la pandemia amenazaba con provocar una hambruna "de proporciones bíblicas"
Ya saben que muchos, en esta crisis pandémica, han contrapuesto la salud y la economía de las personas, con una visión bastante sectaria, porque estos dos aspectos del ser humano deben ser, inevitablemente complementarios. Porque si no, díganme, en qué se diferencia nuestra salud de la salud de un etíope o congoleño, pues esta claro que en la economía, la nuestra permite tener un Sistema de Salud, a pesar de los pesares, bastante avanzado, y esos sufridos centroafricanos ni lo tienen. Ese sectarismo, el pensar en particularísimos, minorías y localismos (a los que por supuesto hay que respetar) y no pensar en el interés general de todos, todos, es lo que nos está llevando a esa espiral de crispación generalizada, que nada bueno puede traer, como puede observarse en los Estados Unidos de América, por ejemplo, de cara a sus elecciones presidenciales de noviembre.
Por eso pensemos en las oportunidades, que pueden surgir con la pandemia, como eliminar lo superfluo, mejorar lo necesario e imprescindible, o cómo pueden nuestro responsables públicos ejercer su liderazgo, que muchas veces, no es cuestión de gastar, gastar y más gastar, que inevitablemente lleva a malgastar. Porque sí, la Comunitat está mal financiada, por ejemplo hace unas semanas, como recogía este mismo diario de Valencia Plaza, el Gobierno excluía a la Autoridad del Transporte Metropolitano de recibir fondos, así es como en una década València ha recibido unos 20 millones para transporte, y Madrid casi 1.400. Pero desde luego la Administración es un sector que debe perseguir siempre ser más eficiente, por la inercia que tiene la burocracia a esclerotizarse, y aún más con motivo de la actual crisis y las venideras dificultades presupuestarias.
Porque la Administración en su triple actividad garantista, prestacional y de fomento, tiene muchas posibles actuaciones para colaborar y apoyar a la economía. En una de ellas, la de fomento, no siempre es necesario gastar de los muy mermados presupuestos, y es de lo que les voy a tratar en esta parte final del articulo.
En estos últimos tiempos hemos visto muchos dimes y diretes con la ampliación del Puerto de Valencia, incluso hemos observado el escándalo que supone, la intromisión de fuerzas políticas de comunidades autónomas vecinas, en concreto ERC, en la que se pretendía impedir el crecimiento de nuestras infraestructuras -Puerto de Valencia-, para así mantener el liderazgo de las suyas -Zona Franca de Barcelona-, sin que aquí haya pasado nada, eso sí, para después llenarse las bocas (o mejor dicho taparlas) con iniciativas muy nacionalistas como el Derecho Civil Valenciano; algunos no quieren, o no les interesa entender, que hemos sido, y somos, los competidores históricos y naturales de Barcelona.
Y traer a colación, a estas líneas, al Puerto de Valencia, no es sólo por apoyar su lógica ampliación, en economía hay una máxima que afirma que todo lo que no crece muere, sino que voy a dar un paso más. La crisis actual nos ha enseñado que nuestro modelo económico, en el que estamos altamente especializados en el sector servicios, es muy frágil, y debemos invertir hacia el sector secundario manufacturero (en Valencia ha ido menguando en las últimas décadas), por eso la plataforma logística que es el área portuaria debería transformarse también en área productiva industrial, y eso se consigue creando una Zona Franca.
En nuestra provincia, ya existió una iniciativa al respecto, hace relativamente pocos años, de crear una Zona Franca. Ésta partió de un municipio industrioso, como es Paterna, en donde una alcalde, verso suelto que decían de su partido, como Lorenzo Agustí, supo imprimir un impulso de eficiencia económica a su gestión, un ejemplo fue el fichaje de ese gran empresario llamado Manolo Palma para la política (transitoriamente), y otro ejemplo fue esa iniciativa de crear una Zona Franca en Paterna, que por cuestiones de complejidades y líos políticos (entre los diferentes partidos sobre todo) no salió adelante, a pesar de los múltiples inversionistas nacionales e internacionales que existían interesados en el proyecto.
No me quiero extender mucho en el articulo, desarrollando todas y cada una de las ventajas, entre otras impositivas, y de minimizar cargas burocráticas, que supone el tener una zona de estas características; porque en lugar de ver pasar y distribuir sólo mercancías, supondría añadir valor en su proceso al fabricar algunas de ellas aquí, Solo citarles, como cuestión de ventaja o desventaja competitiva respecto a ellas, que todas las autonomías pluriprovinciales, costeras claro está, tienen la suya (al País Vasco no le hace falta pues tiene su particular sistema impositivo), algunas autonomías tienen incluso dos, como es el caso de Andalucía (a algo más de 100 km cada una de ellas, como Sevilla y Cádiz), o el caso de las Islas Canarias (Santa Cruz y las Palmas). En varias se instalaron industrias automovilísticas (dado el valor añadido que supone por el alto grado de exportación en ese sector) como en Vigo, o en Barcelona; además no hace falta que toda la Zona Franca esté directa y físicamente unida al puerto (era una de las complejidades que le achacaban a Paterna, y que pudiera afectar a otros polígonos industriales como Sagunto, o Almussafes ¿la Ford?), pues por ejemplo, la Zona Franca de Gran Canaria, está dividida en dos, distanciadas en casi 40 kilómetros, etcétera, etcétera, etcétera. Sería, desde luego, toda una oportunidad y complemento para esa industria tecnológica y verde, que algunos pretenden defender e impulsar, que unido a todas las Starups que florecen en la incubadora de la Marina de Valencia, y el resto del hinterland Cap i Casal, sería un generador de empleos, y de impactos de I+D+i.
Lo que está claro, es que en épocas de profundas crisis, o te adaptas o mueres, y la competencia a escala global, como ahora, nunca había sido tan extensa y en ocasiones tan cruel. Por eso es el momento de las oportunidades, de intentar sueños que parecían antaño irrealizables, gracias a esos liderazgos firmes y resolutivos que se requieren ahora, para salir cuanto antes de esta crítica situación en la que nos hayamos. Necesitamos esos líderes como José Campo Pérez, primer Marqués del Campo, impulsor de infraestructuras en Valencia a mediados del siglo XIX, o del Teniente Coronel Tomás Trénor y Palavicino, primer Marqués del Turia, impulsor desde la presidencia del Ateneo Mercantil de Valencia de la gran y doble Exposición de Valencia de 1909 - 1910, y no de personajes como aquel Vicente Peris que se presentaba como salvador del pueblo valenciano en la Germanía, y que abandonado por propios y extraños terminó sus días ejecutado en el cadalso, dejando una Valencia endeudada por aquella contienda. ¿Qué líderes sociales, económicos y políticos tendremos finalmente, para sobrevivir a la crisis?, Dios dirá.