VALENCIA. El próximo 9 de septiembre, Nick Cave publica su nuevo disco, Skeleton Tree, una obra creada en circunstancias muy dolorosas. Para evitar tener que hablar con la prensa de la muerte accidental de uno de sus hijos, ha rodado una película, One More Time With Feeling, en la que dice todo lo que tiene que decir en público al respecto. A Cave nunca le ha entusiasmado hablar con periodistas. Ese es el recuerdo de una ocasión en la que se reunió con algunos de ellos en Valencia.
El mánager de Nick Cave dijo que si quería entrevistarle, tenía que acompañarle durante el trayecto que les llevaría al siguiente punto de la gira. Era octubre de 1988. Les dije que no. Yo no era más que un fan que escribía de sus músicos favoritos, pero no a cualquier precio, y subirse a un furgón lleno de yonquis para mí era demasiado. Hacia un rato que Nick Cave & The Bad Seeds habían dado su primer concierto en Valencia, en la sala Arena. Que se vayan sin mí, pensé, mientras veía desfilar a Blixa Bargeld, Mick Harvey y otros componentes del grupo que iban subiendo a la furgoneta y de mi vista. Gracias, pero no. El único recuerdo tangible de aquel momento fue un autógrafo. A petición de mi hermana, llevé una postal promocional del artista para que me lo firmara. Cave se hizo a sí mismo un retoque en la foto y en el dorso escribió: “Para Rachel, mucho amor del Señor Nick Cave, 1988”. Alguna vez me ha dado por pensar qué habría ocurrido si hubiese aceptado la invitación.
Habrían de pasar cinco años hasta que Nick Cave volviese a Valencia. Cuando lo hizo, su prestigio era ya lo suficientemente notorio como para que se organizara una pequeña rueda de prensa la mañana previa al concierto. Cave tenía un vínculo especial con la ciudad, e imagino que si entonces aún no era consciente de ello, debió enterarse ese día. Un par de años antes, la editorial Pre-Textos tuvo la valentía de publicar en castellano su primera novela, Y el asno vio al ángel, una obra literaria más que notable, algo poco común entre los músicos dados a escribir, y más tratándose de un primer libro. Era un texto con unas deudas literarias muy claras, sobre todo con la Biblia y ciertos autores del sur de los Estados Unidos. Cave tampoco lo escondía, al contrario, lo corroboraba, y en cualquier caso, aquel era un libro que merecía ser descubierto por cualquier tipo de lector. Si Pre-Textos apostaba por ella, el nivel tenía que ser muy alto. Me consta que durante mucho tiempo, no resultó una referencia fácil de vender.
“Me interesan Nabokov, James Ellroy, los escritores del gótico sureño como Flannery O’Connor y William Faulkner. Leo mucho y me resulta difícil elegir a mis escritores favoritos”, aseveró Cave tras una mesa alargada en el salón de actos de un hotel en la Avenida del Puerto, el último lugar en el que esperas encontrarte con alguien como él. Siempre ha sido bastante remiso a ellas (es de los que piensan que hablar sobre su trabajo le arrebata de cuajo cualquier tipo de misterio, pero también me consta que en determinados casos puede ser un interlocutor agradable) así que optó por una rueda de prensa compartida (seguramente para que así le resultara menos aburrida; las ruedas de prensa o son un espectáculo o son una auténtica lata) con uno de sus principales colaboradores, Blixa Bargeld, jefe de los experimentadores berlineses Einstürzende Neubauten, que apareció un rato después, con cara de resaca.
Alguien le preguntó si había posibilidades de que escribiera próximamente una novela hablando del mundo del rock. “Es el mundo en el que llevo inmerso toda mi vida –contestó- así que quién quiere escribir sobre eso, y sobre todo, quién va a querer leer sobre eso”. Que Nick Cave no disfrute mucho con las entrevistas no significa que no sepa dar buenas respuestas. Le preguntaron entonces si veía algún paralelismo con los personajes de Jim Thompson. Contestó que sí: “Thompson fuerza los límites morales de sus personajes y con ello quizá logra que el lector se los replantee también; yo quiero conseguir exactamente ese mismo efecto”. Entonces alguien entró en la sala preguntando por el señor Lacomba, por si estaba entre los presentes, porque tenía una llamada del Club Valenciano de Natación.
Cuando ya había transcurrido más de la mitad de la rueda de prensa llegó Bargeld protegido por unas gafas de sol. Se sentó junto a Cave y este hizo una presentación: “Blixa, aquí la prensa española”. A continuación le ayudó a contestar alguna de las preguntas que más pereza le daban o mayor confusión le producían. Volviendo a la digresión sobre estos temas, como periodista creo que las ruedas de prensa apenas tienen interés periodístico. Me pongo en la piel del entrevistado y pienso en lo poco motivador que resulta ir respondiendo preguntas de personas diferentes, emitidas sin ningún tipo de hilo argumental, al tuntún. Son como un interrogatorio, como dar explicaciones en una junta de propietarios, algo muy poco inspirador; entiendo que le gusten tanto a los políticos. Esa mañana en el hotel de la Avenida del Puerto las preguntas eran –según veo en mi transcripción- de calidad, pero no me preguntéis quién hizo cuál porque no tengo ni idea. Cave. Afrontó el asunto con aplomo, fue correcto y educado, divertido en algunas ocasiones.
Habló de su interés por la Biblia, inevitable en tanto que es indisoluble del grueso de sus canciones y de su obra en general. “Es algo que me ha interesado desde pequeño. Durante los seis años que vivimos en el campo Iba a la iglesia tres veces por semana, lo encontraba muy interesante. Cuando empecé a escribir la novela me di cuenta de que tenía muchas conexiones con la Biblia, la releí y seguí encontrándola fascinante”. Cuando se le preguntó si nunca había sentido la tentación de hablar de temas políticos en sus letras, dejó muy claro que no. “Eso se lo dejo a Sting”, dijo, y a partir de ese momento, Sting se convirtió en referencia recurrente para a llevarse alguna otra colleja. Seamos sinceros: para algunos, la gran función de Sting en este mundo es ser la imagen, junto a Phil Collins con la que trazar el límite que nos separa de lo insoportable..
Casi al final del acto, le preguntaron cuál era su objetivo, adonde esperaba llegar. Su respuesta tuvo algo de visionaria. “Me gustaría terminar escribiendo libros, pero la verdad es que lo veo muy complicado. Tengo una fantasía en la que me veo en una habitación. Fumando en pipa con un perro a mi lado, escribiendo. Así no tendré que asistir a más ruedas de prensa”. Luego desapareció, no sin antes pedirle a la prensa por alguna recomendación, algo que hacer en la playa de la Malvarrosa.