VALÈNCIA. La ruptura de los gobiernos autonómicos provocada la pasada semana por el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha modificado notablemente el escenario político en España, especialmente en las regiones afectadas. La Comunitat Valenciana era una de las cinco autonomías donde el PP estaba asociado con Vox, merced a un pacto sellado tras las elecciones de 2023. Sin embargo, el portazo dado por Abascal, ha conducido a que sólo existan acuerdos institucionales entre ambas formaciones en la esfera municipal.
Tal y como ha venido recordándose estos días, y aunque existen acuerdos todavía vigentes entre estas dos formaciones en más de 130 localidades, precisamente es el Ayuntamiento de València la corporación municipal de mayor empaque en todo el territorio nacional donde hay un pacto de gobierno entre PP y Vox, con la presencia de estos últimos en la gestión de competencias. Una circunstancia que provoca un incremento de la presión en el consistorio, dado que el foco mediático, a veces abrasador, apunta ahora en mayor medida a la institución y, obviamente, a la calidad de la relación entre la alcaldesa de València, María José Catalá (PP), y el portavoz de Vox y socio de gobierno, Juanma Badenas (Vox).
De hecho, como ya informó este diario, desde que se produjo el pacto en la ciudad en septiembre del año pasado, pudo constatarse que Vox ha tenido dos almas diferentes en el Ayuntamiento de València y en la Generalitat. Mientras que en el consistorio las disputas han sido más tensas y agrias, en el Gobierno valenciano las discrepancias, que también han existido, se han llevado de una manera más liviana. Un factor a tener en cuenta sobre esta cuestión es que la relación personal entre Catalá y Badenas ha sido desde el inicio mucho más distante que la que tenían el jefe del Consell, Carlos Mazón, y el vicepresidente del Ejecutivo, Vicente Barrera.
Por tanto, el problema ahora para la alcaldesa de València ya no es sólo la propia gestión del consistorio y sus vicisitudes, sino también las disputas que pueda sostener con Vox, dado que estas ya no sólo serán amortiguadas por la mejor relación en la Generalitat, sino que probablemente sean amplificadas incluso a escala nacional por ser la institución de mayor peso donde existe esta convivencia PP-Vox.
Un hecho que tampoco pasa desapercibido para la oposición. Si este mismo lunes Compromís pedía la reprobación de la alcaldesa por sus últimas decisiones respecto al nuevo Mestalla, el PSPV-PSOE viene tendiendo la mano para acuerdos puntuales con la condición de que Catalá se decida a romper con Vox y trate de gobernar en minoría. Un plan difícil de digerir para la alcaldesa, que perdería a un socio complicado pero con quien comparte muchas líneas de actuación, para quedarse en manos de los votos de la oposición.
En este sentido, fuentes socialistas consultadas por este diario admiten que la lupa sobre la ciudad de València ya no sólo va aplicarse desde el grupo municipal, sino que desde la dirección del PSPV liderado por la ministra Diana Morant, también hay orden de exprimir al máximo los conflictos entre PP y Vox que puedan surgir del Cap i Casal, ejerciendo de altavoz para que los posibles problemas de convivencia alcancen el grado de noticia en el ámbito nacional.
Un escenario incómodo para Catalá; especialmente cuando el propio Abascal, tras la ruptura autonómica, también vertió una amenaza hacia el PP en los pactos municipales, colocando así una espada de Damocles sobre la cabeza de los alcaldes populares que comparten gobierno con Vox, lo que incrementa todavía más la sensación de incertidumbre e inestabilidad para los dirigentes del PP que se encuentran en esta situación, especialmente cuando la institución es de la envergadura del Ayuntamiento de València.
Por lo pronto, este mismo lunes Badenas ya saltó al ruedo en una comparecencia, en este caso sobre el nuevo Mestalla, para mostrar su malestar con la alcaldesa por su gestión "unilateral" en este asunto. "Catalá se ha lanzado a un barranco para salvar a Lim y no le vamos a acompañar", manifestó. Una frase que explica muy bien las dificultades que puede atravesar la dirigente del PP durante un mandato en el que va a tener sacar a relucir sus mejores habilidades para encontrar un equilibrio que le permita llevar a cabo sus políticas o, al menos, conseguir un nivel digno de gobernabilidad.