VALENCIA. El cortometraje valenciano La Buena Fe, un ejercicio de crítica social a partir de un costumbrismo que atraviesa un futuro inmediato y que señala la decadencia y consecuencias de los recortes en Sanidad, ha sido preseleccionado para los Premios Goya 2016. Un reconocimiento que llega tras varios premios y reconocimientos en festivales locales, nacionales e internacionales (Seminci, Brno16, Quartmetratges), que también estuvo presente en la sección 'Panorama Valenciano' de Cinema Jove.
La Buena Fe ha sido escrita y dirigida por Begoña Soler, quien además es una de las productoras de la cinta junto a General Vídeo y otra 'pata' generada a través de un proyecto de crowdfunding. Su curso por los festivales en el presente curso la colocan en el cesto de las comedias, aunque para su autora "no existe una etiqueta para la cinta. Cuando la escribí no pensaba en una comedia y una de las cosas más sorprendentes que me sucede en los visionados es comprobar cuando la gente se ríe", asegura a Valencia Plaza.
Mientras la distribución continúa su actividad para aumentar su presencia en pantallas de todo el mundo, Soler recuerda: "la película ha costado muchísimo más de lo que habíamos planificado. Tanto que tuvimos que parar tras la primera parte del rodaje". En esa primera parte del rodaje se implicaron los actores Alberto San Juán y Amparo Valle, colaboradores de la cinta. "Fue la propia Amparo la que me dijo que su hijo conocía a Alberto y, tras leer el guión, muy entusiasmada, me dijo que se lo tenía que mostrar; a los cinco minutos de haberlo leído, Alberto dijo que sí".
La implicación del elenco de actores ejerció de motor: "obviamente me motivó y animó para seguir adelante con el proyecto, que ha costado dos años". Soler, profesora en una escuela de cine de Valencia, destaca no obstante el trabajo con Rosa Belén Ardid, la protagonista del film: "nos pasamos un mes de agosto encerradas ensayando y seis meses más preparando el corto. Soy una gran defensora de los ensayos y, la verdad, llegamos a rodaje con el tono de voz, las formas, los gestos y todo muy calculado".
Aun así, Soler admite que "cuando llegó Alberto todo cambió en mi planteamiento. No había espacio para una preparación como la de Rosa y aportó precisamente esa frescura que equilibra la cinta". La historia aborda la situación de deshumanización en la sociedad a partir de la Sanidad: "la escribí hace dos años y en mi pensamiento estaban los recortes sutiles en este ámbito, pero que generan un cambio tan grande para la sociedad". Una sociedad que, por cierto, es la valenciana y a la que acompañan en la solución de la historia unos guiños políticos muy concretos: "cuando la película se exhibe en República Checa, por ejemplo, pasan desapercibidos, pero en Valencia son muy apreciados; por eso me encanta cuando la película se proyecta aquí, que es cuando más la disfruto".
Soler ha sido especialmente protectora con la sensación de costumbrismo, clave en el potencial de la cinta: "incluso en el aspecto de la dirección de arte, Nacho Ruipérez me ofrecía soluciones retrofuturistas que me parecían preciosas pero que iban a acabar suponiendo una barrera con la historia". Así, un pequeño grupo de personajes que retrata -y denuncia- los caracteres actuales de la familia se recomponen en torno a una sociedad tan alienada como reconocible, encaminada a dejar huella en los festivales de la presente temporada tras completar un film sin fisuras en la dirección ni las interpretaciones.