Hoy es 17 de septiembre
El término burocracia creativa suena casi como una contradicción. Pensar en la palabra burocracia evocará sin duda en muchas de vosotras imágenes de interminables colas, papeles innecesarios e incluso de cierta indefensión ante un sistema inescrutable. La creatividad, en cambio, puede que os saque una sonrisa. La creatividad se asocia con el talento, la pasión, la diversión y la innovación. ¿Cómo puede, entonces, una burocracia ser creativa?
Charles Landry, padre del concepto Ciudad Creativa, ha construido un puente entre esas islas aparentemente irreconciliables en un reciente panfleto (en co-autoría con Margie Caust) tituladoThe Creative Bureaucreacy and Its Radical Common Sense (La burocracia creativa y su radical sentido común).
La burocracia, o la administración pública, es todavía una maquinaria funcionalista con sus propias dinámicas que se adapta lentamente a los cambios de su entorno, pero que aún así se ha mostrado resiliente ante la evolución de la sociedad, la economía y la cultura. Aún reconociendo sus debilidades: disfuncionalidades, obsolescencias, silos y duplicidades; es importante señalar sus (teóricas) virtudes: previsibilidad, equidad, transparencia, justicia, mérito.
Si superamos los sambenitos reconoceremos que la burocracia está llena de personas con el talento y la energía para contribuir (muchas ya lo hacen) a la sociedad de la que forman parte; y lo que es más importante, tienen la vocación para hacerlo. Charles Landry, analiza a través de su experiencia como la burocracia es capaz de aniquilar la ilusión de los más formados convirtiendo sus tareas en rutinarias. Pero también señala los numerosos ejemplos de individuos e instituciones que han construido, a todos los niveles de la administración, pequeñas mejoras o grandes innovaciones. Detrás de cada inversión privada, de cada proyecto de innovación social, hay un marco que lo permite, un armazón de seguridad económica, física y jurídica sin el cual serían inimaginables.
El problema, posiblemente, es que desde los ochenta y la emergencia del New Public Management se ha intentado mimetizar la gestión pública con la gestión empresarial. Lo que es peor aún, se ha llenado el sector público de políticos, técnicos y funcionarios que tenían por principio de acción la destrucción del mismo. La introducción de indicadores de desempeño, técnicas de trabajo en grupo e incentivos ha sido más parcial que estructural y puede haber sido beneficiosa pero ha negado el grueso de la cuestión; la necesidad de un sistema previsible, equitativo, justo y transparente formado por personas con vocación de servicio público.
El concepto de burocracia creativa significa reconocer esas virtudes, fortaleciéndolas; generando las condiciones para el desarrollo profesional individual, la imaginación y la inventiva. Para la destrucción de los silos de información, la amortiguación de los vaivenes de dirección politizados, el empoderamiento de los servidores públicos desde los recepcionistas a los directivos y, en definitiva, la irrupción de la modernidad en una institución que debe formar parte de ella. ¿Acaso no está llena, la burocracia, de personas con talento y con pasión?