La Federación de Hostelería advierte del parón en la concesión de licencias; el Ayuntamiento le ha reconocido los problemas para dar salida a las nuevas peticiones y actualizar las antiguas
VALÈNCIA. Hay un parón. Un tapón. Tiene un nombre genérico: burocracia. Y es lo que está impidiendo que crezca el número de terrazas en la ciudad de València. La Delegación de Hacienda hizo públicas esta semana las matriculas tanto del IBI como de Mesas y Sillas para 2017.
En el segundo caso, hubo un dato que llamaba la atención. La recaudación por uso privativo del espacio público por parte de la hostelería tenía un ligero incremento de 77.000 euros más, al aumentar en 77 el número de terrazas registradas. Dicho así no se sabe si es mucho o poco, pero las comparativas, las que pueden ayudar a contextualizar, son malas: el pasado año se incrementó en 180 el número de terrazas frente a los 77 de este año. La cifra es además ridícula si se tiene en cuenta que en toda la ciudad hay reconocidas 3.544 terrazas.
“El problema es que no se diferencian las situaciones a la hora de tramitar licencias”, explica David Izquierdo, gerente de la Federación de Hostelería. La dinámica viciada en la que ha caído el Ayuntamiento de València es bastante sencilla. En estos momentos hay dos situaciones diferentes: por un lado están las nuevas terrazas y por el otro las ya existentes, a las que se les debe aplicar la nueva normativa.
Desde el consistorio, explica Izquierdo, les han reconocido que “no tienen capacidad suficiente” para dar salida a todas las peticiones. Esto ha provocado una situación de atasco considerable que ha impedido que algunos hosteleros, que solicitaron a principios de año el uso de la terraza pensando en las Fallas, se hayan quedado sin ellas.
El secretario de la Federación, Rafael Ferrando, explica que al no existir un doble filtro, el proceso, que normalmente estaría en torno al mes o, a lo sumo, dos meses, se está retrasando mucho más. “La nueva normativa obliga a modificar terrazas anteriores, básicamente es señalización, pero no llevarán más de 500 adaptadas”.
El atasco viene como consecuencia de los pocos medios de los que dispone el consistorio. Como una presa, la insoslayable burocracia está entorpeciendo pues la incorporación de nuevas terrazas, ya que han de convivir en la tramitación municipal con las antiguas, y la situación está bien cerca del “colapso”, en la palabra que usó Izquierdo.
El Ayuntamiento de València espera recaudar este año 2,4 millones de euros por el concepto de terrazas. La zona 1, la del Centro, la más cara, tiene una tarifa que va de los 62 euros (temporada, de marzo a octubre, ambos meses incluidos) y otra de 53 euros (anual) por metro cuadrado. Sólo afecta a 97 terrazas y supondrá 131.429 euros. La zona 2, que incluye el Carme, afecta a 332 terrazas y aportará a las arcas públicas 346.305 euros.
La parte del león corresponde a la zona 3, que incluye lugares tan emblemáticos del ocio nocturno como Juan Llorens, Xúquer o las inmediaciones de Woody, afecta a 3.124 terrazas y aportará al erario 1,929 millones de euros.
El concejal de Hacienda, Ramón Vilar, ha manifestado su voluntad de mantener la zonificación con tarifas diferentes según el “valor comercial” del espacio público que se ocupa, tal y como se expresó en el pleno ordinario de diciembre. Igualmente, ha garantizado que no subirá el impuesto el año que viene. Una medida que supondrá un alivio para muchos hosteleros del centro que en algunos casos han visto incrementar su tarifa el 74%.
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