VALÈNCIA. Después de años sin actuar y grabando solamente bandas sonoras, The The vuelve a los escenarios. Hace unos meses el grupo que en realidad es un proyecto dirigido por Matt Johnson, publicaba un single, ‘We Can’t Stop What’s Coming’. El tema aparece ahora integrado en The Inertia Variations, una caja de tres discos firmada por The The. En uno de ellos hay un programa de radio, en otros poemas recitados sobre fondos instrumentales y, en el tercero, viejas canciones de Johnson grabadas ahora por otros artistas. Entre ellas está ‘This Is The Day’, una de sus composiciones más emblemáticas. (Atención: este artículo contiene un total de tres personajes llamados Rafa)
Pon lo que te apetezca, pero por favor, pon esta, dijo Rafa. Estábamos discutiendo qué canciones seleccionar para la fiesta de 50 aniversario que iba a celebrar conjuntamente con Mercedes. Confiamos en tu gusto, pero que no falte esa, por favor. Es la canción, remató. Es la canción, asentí yo sin parpadear. ‘This Is The Day’ fue creada para sonar en momentos especiales. Tiene un título y una letra que invitan a eso. This is the day when things fall into place, este es el día en el que las cosas encajan. Esos días reveladores en los que descubres dónde va esa pieza que el manual de instrucciones de la existencia no especifica cómo ni dónde colocar. Una noche de julio, durante la fiesta de Rafa y Mercedes, la canción de The The se abrió paso, más allá de una ambientación musical, es canción. Era un mensaje y un deseo, una celebración y un presagio.
Cuando Soul Mining apareció en otoño de 1983, yo andaba en Pontevedra, haciendo la mili. Como todo aquel que viviera la noche a lo largo de 1982, pensaba que’ Uncertain Smile’ era una de las mejores canciones de la historia. Captaba ese choque de euforia y soledad que se produce durante la noche, cuando la edad y las fuerzas acompañan para adentrarse en ella. ‘Uncertain Smile’ era y es un himno para todas aquellas almas han visto una luz que podía salvarles. El maxi sonaba en Pyjamarama cada noche, sonaba en cualquier garito moderno en el que pusiéramos los pies y siguió sonando cuando yo desaparecí del mapa como uno de los abducidos de The Leftovers, para ser aprendiz de soldado durante un año y pico.
En aquella época, cada vez que abría el Rock Espezial y leía sobre todas las novedades que seguían dándose en el mundo de la música, me sentía como un espectro exiliado de la realidad. En la realidad que habitaba entonces, en los bosques de Figueirido, toda música que no hubiese sido previamente grabada en casetes para el walkman, era simple nostalgia de un pasado inmediato que había desparecido de repente. El único nexo con el presente eran las revistas y la radio. Ignacio Julià firmó un artículo sobre The The en Rock Espezial que me dejó obsesionado con aquel artista misterioso. En cuanto tuve el dinero suficiente me compré Soul Mining en una tienda de discos de Pontevedra. No disponía de plato para escucharlo pero su presencia me hacía compañía. The calendar on your wall was ticking days off, el calendario en la pared iba descontando los días.
Rafa Villalba ponía Soul Mining a menudo, en Brillante. Era uno de los discos de cabecera para todos los que estábamos allí, delante y detrás de la barra, aunque a veces no quedaba muy claro dónde estaba esa frontera. ‘This Is The Day’ era una de las canciones que apuntalaba aquellas noches felices en las que no teníamos que preocuparnos apenas por nada; éramos muy jóvenes y sólo había que dejar que las cosas sucedieran. Y la letra de la canción volvía a hablarnos a nosotros. Well, you didn’t wake up this morning ‘cause you didn’t go to bed, bueno, no te has levantado esta mañana porque aún no te has acostado. En aquellos tiempos, todo era fiesta, decía un tema que el propio Rafa grabó en el Microestudio de Ramón Gilabert. Lo recitaba con voz inocente y desinteresada Rosa San Juan, la exuberante Rosita de Bongos Atómicos. Ni todo el dinero del mundo no podría traer de vuelta aquellos días. Es una frase preciosa pero en realidad es otro verso de ‘This Is The Day’.
Hace unas semanas hablé por teléfono con Matt Johnson, el hombre que opera tras el seudónimo de The The. Charlamos sobre su nuevo proyecto, que incluye un disco con relecturas de diversas canciones de su repertorio. Cuando mencioné ‘This Is The Day’ admitió que ha cumplido con ese rito mágico por el cual toda creación deja de pertenecer a su autor para pasar a ser de otros, ser de quienes la ven, la escuchan, la leen. Johnson se mostraba complacido por ello y a mí me maravilla que alguien a su edad (tenía 23 años más o menos cuando la escribió) tuviera la madurez necesaria para plasmar en unos versos tan sencillos la ambigüedad de algunas emociones. Ese es mi objetivo como compositor, concedió Johnson. Así debería ser, pienso yo. Y cuando es, es una especie de milagro inesperado. Hace más de treinta años que esta canción me acompaña, Matt. Y cada vez que la escucho me habla de mí aunque tú no me conozcas.
‘This Is The Day’ atrapa diferentes sensaciones. Toda sellas son parecidas y distintas a la vez. En su versión original la música es crepuscular y tiene esa melancolía callejera que recorre gran parte del álbum al que pertenece. La canción comienza como cuando cerramos los ojos y nos invade el sueño, y poco a poco se van sumando instrumentos que le dan carnosidad al sonido. La voz de Matt Johnson, grave pero cálida, se suma a la música y después reaparece ese sonido como de acordeón que contagia alegría y desazón a la vez (es una sensación muy parecida a la que se describe también en ‘Uncertain Smile’). Y el estribillo dice: Corres las cortinas y el sol te quema los ojos, observas un avión sobrevolando un despejado cielo azul, este es el día en el que tu vida seguramente cambiará, este es el día en el que las cosas encajan. El manual de instrucciones de la vida es tan confuso, siempre sobran piezas, después de tanto esfuerzo el mueble siempre cojea.
Durante las últimas semanas he escuchado ‘This Is The Day’ más de lo habitual. Aunque nos conozcamos perfectamente nuestras canciones favoritas, siempre tienen algo nuevo para nosotros. Son mensajes que siempre han estado ahí, en silencio, esperando a que seamos capaces de descifrarlos. Últimamente me aferro a los versos finales de esta canción. Contemplo el cielo azul y despejado. Pienso en la experiencia que estoy viviendo, y giro la cabeza para comprobar que la novela sigue en la mesa, inmóvil, sin mirarme. Palpo la portada levemente, y deslizo la yema de los dedos sobre el papel de las hojas. Y todos tus amigos y familiares piensan que eres afortunado concluye la letra. Pero tu lado que nunca verán aparece cuando te quedan a solas con tus recuerdos, que mantienen unida tu vida como si fueran pegamento.