VALÈNCIA. Muchas son las empresas que intentan remontar sus negocios un mes después de la descomunal Dana, que asoló el pasado 29 de octubre gran parte de la provincia de Valencia. Otras, en cambio, han conseguido restablecer su actividad en lo que ha sido una carrera de fondo y una batalla contrarreloj gracias a los recursos propios. Pero no todos tienen la misma suerte. La industria valenciana lleva semanas reclamando ayuda con un grito desesperado por ser escuchados y salir adelante. De ellas, de ese tejido empresarial valenciano de pymes dependen miles de familias. Un SOS que hace suyo Ana Vanessa Rodríguez, gerente de la firma Sierra de Padelma, dedicada a la fabricación de cestas de Navidad. En su caso, ya han podido reabrir con mucho esfuerzo, trabajo y gracias a sus medios, pero admite que no todas las compañías tienen sus posibilidades.
Su caso es especialmente llamativo porque solo 20 días después de la tragedia ha conseguido retomar la producción. Y ello con el añadido de al vender alimentación necesitaban contar con el permiso de Sanidad. Pero no había otra opción: la campaña de Navidad arrancaba y es su única vía de negocio desde hace más de 30 años. No ha sido fácil, las inundaciones arrasaron sus naves, que en conjunto suman más de 25.000 metros cuadrados en la localidad de Massanasa. Con la ayuda de amigos, trabajadores, conocidos y la contratación de empresas de limpieza han logrado remontar y ya llevan días de intenso trabajo para poder hacer frente a los miles de pedidos que se perdieron con la riada.
"La empresa quedó totalmente devastada. El agua alcanzó una altura de 1,70 metros y todo quedó impregnado de lodo y barro", rememora Rodríguez. "Todo lo que no estaba en estanterías mecánicas venció porque el agua fue mermando la parte baja de los palets y provocó un efecto dominó, que provocó que la mercancía fuera cayendo", detalla. Las pérdidas son millonarias, pero también las toneladas de productos inservibles. "Más de 200 contenedores de mercancía quedaron devastados", señala.
El shock fue inmediato. Meses de trabajo en balde y con el tiempo, en su contra. Y es que Sierra de Padelma fabrica cestas y cajas de Navidad para toda la Península Ibérica y las Islas desde hace tres décadas. Por tanto, su producción se acomete entre los meses de septiembre a diciembre, que es cuando se acercan las fiestas. El resto del año preparan el catálogo de artículos y la logística necesaria para cada ejercicio. Por ello, el golpe de la Dana a semanas para la entrega de pedidos fue un duro varapalo para esta empresa familiar que encara la sucesión de la segunda generación.
Su rápida recuperación ha sido posible gracias a la ayuda de familiares, trabajadores y conocidos. "Éramos cerca de 100 personas diarias casi desde el día después de la riada. Nos dividíamos en grupos de entre 15 y 20 personas para limpiar las diferentes naves y poco a poco quitar todo el lodo y el barro que se podía", señala. Posteriormente, se contrató a dos empresas profesionales con maquinaria esencial, como transpaletas, Fenwick y robots de embalaje, así como equipos informáticos, para reconstruir la empresa desde cero.
De este modo, el 23 de noviembre, tres semanas después de la catástrofe, recibieron la visita de un inspector de Sanidad que les concedió el permiso para volver a fabricar. Un día después, el 24 de noviembre, los trabajadores ya estaban en marcha. "Hemos conseguido salir adelante en tiempo récord gracias a recursos propios", remarca.
En este sentido, Rodríguez lamenta la ausencia de apoyo institucional durante la crisis. "Al polígono de Massanasa no ha venido nadie: ni la UME, ni cuerpos de emergencias, bomberos... El Ayuntamiento empezó a hacer labores de limpieza esta última semana, pero ha sido ya un mes después de la Dana. Esos días, éramos nosotros los que estábamos al pie del cañón para sacar el negocio adelante. De hecho, somos la única empresa del parque empresarial que ha reabierto -de unas 300- porque somos una empresa muy fuerte y saneada y hemos podido tirar de recursos propios", insiste la gerente de la compañía.
En este momento, la compañía ha tenido que ampliar plantilla para poder reponer la mercancía destruida y atender los pedidos pendientes. Así, si antes trabajaban en la fábrica unos 95 operarios, ahora son cerca de 150 trabajando a tres turnos: de 6 horas a 14 horas; de 14 horas a 22 horas y de 22 horas a 6 horas, es decir, las 24 horas del día. "Hemos tenido que fortalecernos para provocar el menor impacto posible a nuestros clientes. Y más teniendo en cuenta que estamos desbordados ante la acumulación de pedidos que hemos tenido que volver a fabricar", remarca.
Aunque con dificultades y mucha incertidumbre en el horizonte, Sierra de Padelma va a pelear hasta el final. "Somos una familia luchadora y trabajadora", destaca. Eso sí, reclama ayuda a la Administración no solo para recuperarse del golpe, sino también para todo el tejido empresarial. "No hemos recibido nada, ni un solo euro de todo lo que se ha pedido de ayudas. Es desesperante. Y, mientras tanto, me cobran 37.000 euros de IBI cuando tengo que hacer frente a las nóminas de mis trabajadores, la mayoría de Paiporta y que lo han perdido todo. Mi prioridad es mantener el empleo. Esto me ha dolido en el alma", expresa.
Por todo ello, asegura que la mayoría de la industria de las zonas afectadas por las inundaciones, formada principalmente por pymes y micropymes, se siente "abandonada". Reclama a las Administraciones que "se pongan las pilas" porque, a su juicio, no están poniendo los medios necesarios para favorecer la recuperación. Así, lamenta que después de la riada llamaban cada día al consistorio, pero no atendieron a sus peticiones ni llamadas.
"Deben replantearse la ayuda al empresario. Al final, somos nosotros los que damos trabajo y de comer a muchas familias. Además, contribuimos con nuestros impuestos, por lo que, dada la situación, podrían fraccionar o retrasar el cobro de impuestos para ayudar al tejido empresarial, así como acelerar la llegada de las compensaciones económicas y los seguros", subraya. Pese a todo, Rodríguez mira al futuro con ganas. Dará la batalla por pasar página y recuperarse. No solo por ella, sino por su familia, trabajadores, proveedores y clientes. "Hay que luchar. No vamos a tirar la toalla", subraya.