VALÈNCIA. “Ni me imagino la cantidad de gente que nos estará viendo”. Risas. Tras ocho años de vacío, el Teatro Principal de València acogió anoche los Premios de las Artes Escénicas Valencianas 2018, una gala que no solo tenía por objetivo premiar algunos de los mejores espectáculos de la Comunitat, sino elevar la autoestima de un sector que necesita de oxígeno y, también, una oportunidad promocional como la de anoche. Hablaremos de los ganadores en apenas unas líneas, pero antes hay que indicar que es a Rafa Alarcón a quien corresponde la frase con la que se inicia este artículo. Al presentador le tocó la no siempre agradecida tarea de conducir una gala de premios, examen que pasó con nota poniendo el punto ácido a la ceremonia, retransmitida en directo por “l’antiga Canal 9”. A À Punt se refería, claro. Otro de los aciertos fue poner el foco en los nominados, aprovechando la oportunidad para familiarizar al potencial público de teatro con el star-system valenciano. No solo en los discursos, también en la disposición física, colocándolos en mesitas en primera fila e, incluso, encima del escenario.
Precisamente por esto, y para hacer redonda la jugada, en la próxima edición sería interesante que la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra; el conseller d’Educació, Investigació, Cultura i Esport, Vicent Marzà, y la directora general de À Punt, Empar Marco, pasaran el testigo a los ganadores de la presente edición a la hora de presentar los principales premios. También la diputada Rosa Pérez Garijo, en esta ocasión durante el speech del premio a Les 7 diferències (una producción Teatre Escalante creada por Pont Flotant), aprovechó el micrófono encendido para pedir una sede para el teatro. Pero basta de políticos (incluso de Toni Cantó, que hizo un cameo como taxista del presentador). Si bien fueron once las producciones galardonadas en las distintas categorías, dos fueron las que se llevaron al huerto la gala: Mulïer, de Maduixa Teatre, y La Celestina, de Bambalina Teatre Practicable, ambas con cuatro premios respectivamente.
No se puede decir que el éxito de Mulïer en los renovados premios de las artes escénicas hayan sido una sorpresa. La obra de Maduixa Teatre partía como una de las favoritas con el mayor número de nominaciones, pieza que venía avalada por dos premios Max, siendo en 2017 cuando se alzaron con las manzanas a Mejor Espectáculo de Calle y Mejor Composición Musical. Desde entonces ha girado en el ámbito nacional e internacional, con paradas en Costa Rica, Nicaragua, Francia o Corea del Sur. Casi nada. Entendida como un homenaje y, al mismo tiempo, un ejercicio de exploración sobre la identidad femenina, la compañía de Sueca presenta un montaje en el que las bailarinas se mueven sobre zancos, un proyecto que anoche conquistó cuatro galardones: a Mamen García, Premio a la Mejor Dirección Coreográfica; a Laia Sorribes, como Mejor Bailarina; a Damián Sánchez, Premio a la Mejor Composición Musical; y Premio a Mejor Espectáculo de Calle.
“Queda mucho por hacer en el mundo de la mujer, pero si me dais la oportunidad yo seguiré trabajando”, expresó la coreógrafa Mamen García durante su discurso. En similares términos, aunque más crudo, fue el discurso de la bailarina Laia Sorribes, quien hizo referencia a casos como el de La Manada, dedicando el premio a “todas las mujeres que viven la represión machista”. La reivindicación también estuvo presente en la gala de la mano de Josep Manuel Casany, Premio a Mejor Actor por Nadal en casa els Cupielo, quien dedicó su premio a “toda esa gente que de una manera pacífica quería poner una papeleta en una urna”, en el día que hace un año del referéndum del 1-O, y a la Asociación de Víctimas del Metro de València. “Viva el teatro y la democracia”, exclamó durante su discurso.
La otra gran triunfadora de la noche fue la singular versión de La Celestina elaborada por Bambalina Teatre Practicable, una adaptación que toma a los personajes de Fernando de Rojas y los sumerge en el universo de las marionetas y el teatro de objetos, en el juego entre lo grotesco y lo sublime. Gracias a las posibilidades técnicas y estéticas que ofrecen los guiñoles, dos actores logran dar vida sobre las tablas a una decena de personajes que exponen las vicisitudes de la célebre alcahueta y quienes la rodean. En concreto, este clásico revisitado a través de los títeres obtuvo cuatro de los cinco galardones a los que estaba nominado: mejor dirección escénica y mejor versión, adaptación o traducción, entregados a Jaume Policarpo; mejor actriz, que fue a parar a Àgueda Llorca y mejor espectáculo de teatro. Únicamente se le resistió el premio a mejor escenografía. En la primera de las múltiples veces que tuvo que ponerse ante el atril, Policarpo dedicó el premio de mejor dirección escénica a los actores de la pieza “que hacen un esfuerzo inconmensurable” sobre las tablas y a Miguel Ángel Camacho, el fabricante de esas singulares marionetas que se colocan sobre el cuerpo de los intérpretes creando figuras híbridas con infinitas potencialidades.
Por su parte, Àgueda Llorca señaló que haber sido galardonada supone para ella “un empujón para seguir aprendiendo”. “Me has enseñado a transformar las incertezas que antes me paralizaban en el mejor motor para crear”, confesó al líder de Bambalina. Pero todavía no había acabado la velada para La Celestina, cuyo elenco casi al completo subió las escalerillas del Principal para recoger la distinción como mejor espectáculo de teatro. Fue de nuevo el director de la pieza el encargado de tomar la palabra: “El nuestro es un espectáculo modesto, hecho con muy poco presupuesto. Constituye el paradigma de cómo hacer viable un proyecto con una mínima inversión e infraestructura. Para sobrevivir, intentamos hacer de la carencia virtud y estamos abrumados con el resultado”, confesó.
El carrusel de galardones prosiguió con el premio de honor, que recibió el dramaturgo Manuel Molins, un reconocimiento que busca homenajear a un creador que, a través de sus textos “reivindica la historia del pueblo valenciano”, a un impulsor de “un nuevo lenguaje escénico”, recalcó Mónica Oltra. Dramaturgo, docente y ensayista, Molins cuenta con 30 obras originales, como Dansa de vetlatori, Centaures, Shakespeare (la mujer silenciada), Una altra Ofèlia, Hamlet canalla, Les veus de la frontera, Poder i santedat (els àngels de Sodoma),Trilogia d'exilis, Abú Magreb o Monopatins (Skaters). De igual modo, llevan su firma distintas versiones de piezas de Shakespeare, Antón Chéjov, Ovidio, Eduardo Ladrón de Guevara o Mercè Rodoreda. También ha adaptado para las tablas poemas de Alfred Tennyson, Vicent A. Estellés y Joan Fuster. Fundador del Grup 49 de Teatre Independent, formó parte del primer Consejo Asesor de Teatro de la Generalitat y de la Comisión de Dramaturgia del Centro Dramático. Actualmente, se encuentra trabajando en una adaptación en valenciano de El jardín de los cerezos, de Chéjov, que podrá verse en el Teatre Micalet en noviembre.
Durante su discurso de agradecimiento, Molins subrayó que la palabra que más le gusta de todos los diccionarios es “gracias”, pues expresa “la gratuidad radical de la vida, el arte, la amistad y el amor”. De la misma manera, señaló que cuando se habla de la trayectoria de un artista “no se debe mirar al pasado, sino al futuro” y destacó la importancia de dejarse guiar por “la pasión creativa”. “Sin pasión no es posible conocer de verdad el teatro o la vida”, indicó Molins, quien citó como referentes a Fuster, Estellés, Tony Judt o James Joyce. “Apasionémonos por el teatro, con el teatro y desde el teatro para conseguir la plenitud de vida total y libertad que nos mecemos”, proclamó sobre las tablas.
En cuanto al premio al mejor espectáculo de danza, la escultura diseñada por Manuel Boix recayó en Médul·la, de La Coja Dansa. Santi de la Fuente, director artístico de la compañía junto a Tatiana Clavel, fue el encargado de recoger un galardón que dedicó “ a las salas alternativas que nos han hecho crecer y nos apoyan con sus residencias, sus espacios y su programación”. En esa línea, lanzó un pequeño dardo a los programadores de las instituciones: “nuestros espectáculos se crean con dinero público y todo el mundo tiene derecho a verlo. Programadnos, por favor”. “Nosotros hacemos nuestro trabajo, que los demás hagan el suyo”, remató. Además, reivindicó el papel de las mujeres en su proyecto y animó a los hombres “a sumarse a la lucha” de la población femenina.
Todo esto en algo más de dos horas, una gala intensa y no era para menos. “Tenemos ocho años de discursos acumulados”, bromeaba Luis Crespo, Premio a Mejor Escenografía por Els Nostres. Completa el listado de premiados Toni Aparisi, Premio a Mejor Bailarín, que compartió con la compañía Ananda Dansa; Les 7 diferències, Premio a Mejor Espectáculo para Niños y Niñas; Emportats, de La Trócola, como Mejor Espectáculo de Circo; María Cardenas, quien agradeció en un emotivo discurso su premio a Mejor Texto por Sindrhomo; Juanjo Llorens, Premios a Mejor Iluminación por PI, y Pascual Peris, Premio a Mejor Vestuario por Amélia quien, en la línea de algunos de los mencionados discursos, expresó: “es maravilloso que todas las mujeres vuelen”. Hora de bajar el telón. Hasta 2019.