Hoy es 14 de octubre
VALÈNCIA. Propiciar el encuentro y la colaboración entre las universidades de la Comunitat Valenciana y los centros tecnológicos sirve para generar conocimiento y oportunidades de colaboración en proyectos que den respuesta a los grandes retos de la sociedad y que impacten en las empresas valencianas. Ese es el objetivo del II taller de co-creación entre institutos tecnológicos y universidades de la Comunitat Valenciana, una iniciativa organizada por la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (Redit) con el apoyo de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI). Así, al impulsar la colaboración entre los distintos agentes del ecosistema innovador de la Comunitat se aprovechan las potencialidades de cada uno de ellos (el conocimiento basal de las universidades y el conocimiento aplicado de los institutos tecnológicos) para sumar e impulsar iniciativas que resuelvan necesidades reales de las empresas y de la sociedad.
En este II taller de co-creación, que se celebró a finales de noviembre y al que acudieron cerca de 40 tecnólogos e investigadores, se plantearon soluciones en torno a la descarbonización de la economía, siguiendo los retos que había marcado el Comité Estratégico de Innovación Especializado en Descarbonización de la AVI, “un grandísimo think tank que tenemos en la Comunitat, porque cada uno de esos comités estratégicos está conformado por las mejores mentes pensantes de la región, empresarios, académicos, administración…, pensando e identificando retos, objetivos y oportunidades para que el resto del ecosistema trabaje, de manera colaborativa, aportando soluciones a los retos de la comunidad en los próximos años”, afirmó Gonzalo Belenguer, director de Redit, en un desayuno organizado por Valencia Plaza y patrocinado por Redit y la AVI, sobre la Colaboración entre institutos tecnológicos y universidades para abordar los retos de la descarbonización.
Por lo que respecta a la descarbonización, los retos que el Comité había señalado eran cuatro: sustitución de los combustibles fósiles en la producción y uso de la energía; mejora de la eficiencia energética en procesos productivos y movilidad; mejora del almacenamiento y gestión de la energía, y fomento de las materias primas alternativas y de la economía circular para la reducción y captura de las emisiones de CO2. De momento, la AVI ha concedido 8,5 millones de euros a 27 proyectos de I+D+i en este ámbito. Proyectos como la generación de energía a través de diques portuarios, el aprovechamiento térmico de las redes de agua en entornos urbanos, la mejora de almacenamiento y gestión de la energía, o el desarrollo de recubrimientos basados en EVA-carbón activado con propiedades aislantes para el almacenamiento de hidrógeno, entre otros, tal y como explicó en el desayuno Jorge Teschendorff, jefe del servicio de Promoción del Conocimiento y el Talento de la AVI, que aseguró que “para la AVI, la cooperación entre el mundo científico y empresarial es estratégica a la hora de acometer cualquier proyecto. Nosotros creamos el marco y las condiciones para que ese diálogo se dé y podamos avanzar en pos de ese objetivo común”.
A esos proyectos de descarbonización se sumarán alguno de los diez protoproyectos surgidos en este II taller de co-creación y que explicaron el resto de asistentes al desayuno organizado por Valencia Plaza: Elena Cortés, responsable del Área Técnica de Redit; Mónica Viciano, del grupo de Descarbonización de Aimplas; Paqui Arán, coordinadora de I+D de Inescop; Óscar Valle, director del Área Inteligencia Competitiva y Alianzas de ITI; Laura Martín, responsable de la línea de Sostenibilidad en el área de SmartGrids de ITE, y Ángel Alba, CEO de Innolandia.
Así, entre las ideas de proyectos que han surgido de ese taller de co- creación se encontraban iniciativas para optimizar la eficiencia energética en empresas, mejorar de la eficiencia en las comunidades energéticas residenciales, recuperar de materias primas secundarias a partir de los residuos de las industrias de la Comunitat Valenciana, el uso del hidrógeno abarcando toda la cadena de valor, desde la generación por electrólisis pasando por su transporte y logística, hasta su aplicación, la revalorización de residuos, entre otros. “Fueron siete grupos temáticos organizados en torno a los retos definidos de los que han surgido unos diez betaconsorcios o proyectos, estamos muy satisfechos y además el feedback que hemos recibido también ha sido muy positivo. Además se han generado sinergias muy interesantes, siguiendo en la línea del año anterior, en la que que salieron trece betaconsorcios en torno a proyectos de economía circular”, explicó Elena Cortés.
Esos proyectos de economía circular abarcaban desde la simbiosis industrial a la valorización de residuos alimentarios, de residuos vegetales o de aguas residuales, entre otros. De ellos, tres ya han presentado una propuesta de financiación a la AVI y uno ya la ha conseguido, concretamente el proyecto dirigido a la simbiosis industrial entre sectores tradicionales de la Comunitat Valenciana, mediante la recuperación y valorización de metales pesados, donde participan cuatro institutos tecnológicos, dos universidades y tres empresas.
¿Cuál fue la metodología de trabajo? Durante un día, los cerca de 40 tecnólogos e investigadores de Redit y de las universidades valencianas se sentaron a analizar los retos marcados el Comité Estratégico de Innovación Especializado en Descarbonización de la AVI y a buscar soluciones, siguiendo una metodología desarrollada por Innolandia, donde aúnan el design thinking con inteligencia colectiva para, en poco tiempo, generar ideas dentro de un clima de confianza. “Nosotros trabajamos con dinámicas para que la gente cuente que sabe hacer e identifique qué problema puede resolver, que piensen primero individualmente y propongan soluciones que luego se comparten con el resto y ahí es donde empieza a generarse la colaboración, porque hemos tenido ideas parecidas o que se complementan y, a partir de ahí, se forman los betaconsorcios para empezar a trabajar”, comentó Ángel Alba.
De hecho, los asistentes al desayuno coincidieron en señalar los beneficios de estos talleres para conocer el potencial que existe en las universidades y centros tecnológicos y para establecer lazos y sinergias entre agentes próximos, sin tener que ir a buscar ese conocimiento fuera de la Comunitat. “Es indispensable generar estos espacios de co-creación, donde sentarnos, resolver retos, converger, y desarrollar futuros proyectos, muy potentes y con gran impacto, que resuelvan una necesidad real y que mejoren la competitividad de nuestras empresas”, afirmó Óscar Valle. “Nos permite concentrar conocimiento, que puedan nacer proyectos más sólidos, más competitivos, incluso de mayor alcance y calado, ya que tenemos una visión más amplia, una perspectiva multisectorial, multidisciplinar y que nos facilita abordar los grandes retos como la descarbonización este año o la economía circular el año pasado”, señaló Laura Martín.
Y en esos espacios, la confianza es clave. “Hay que tener presente que existen muchas sinergias entre nosotros y que somos muy complementarios y que eso nos ayuda a ser más fuertes entre todos. Se debe de crear un clima de confianza entre los compañeros del betaconsorcio para aportar ideas y sacar el proyecto adelante”, manifestó Mónica Viciano.
En una segunda fase, esos betaconsorcios incorporarán a las empresas que quieran entrar en el proyecto porque consideren que aborda un problema real para ellas o que pueden aportar algo. Y aquí, los institutos tecnológicos juegan un papel fundamental para aterrizar las ideas y adecuarlas a las necesidades de las empresas. “Somos capaces de hablar el mismo lenguaje que hablan las empresas, pero también entendernos muy bien con las universidades por ser generadores de conocimiento en ambos casos”, apuntó Paqui Arán.
Por eso, tal y como enfatizó Gonzalo Belenguer, “es fundamental trabajar juntos con un mismo enfoque, que genere proyectos que contribuyan a mejorar la calidad de vida del ciudadano”. El director de Redit acabó su intervención en el desayuno con un alegato en favor de la innovación: “no hay excusas para no innovar, es cuestión de actitud y de decisión. Tenemos un ecosistema rico y muy vivo, con grandes universidades y centros tecnológicos de nivel, tenemos talento y una administración proactiva. Ahora solo hace falta que nos lo creamos, quitarnos los complejos y aprovechar los recursos que tenemos, que son muchos, para seguir mejorando nuestra competitividad y aportando soluciones para un futuro más sostenible”.