el tintero / OPINIÓN

La cosa va de carriles

La ciudad de Valencia lleva unas semanas inmersas en debates, polémicas y discusiones que transitan –nunca mejor dicho– entre el carril bici de la ronda interior y la prohibición de aparcar en el carril bus por las noches

19/04/2017 - 

Las vacaciones de Semana Santa y Pascua parece que han rebajado la intensidad en las informaciones y sobre todo opiniones que en los medios han ido apareciendo sobre las decisiones –siempre mediáticas– de la Concejalía de Movilidad. Tanto las rápidas y algo molestas –como cualquier obra en la vía pública– actuaciones para acondicionar en tiempo récord todo un carril bici que recorriera el anillo que envuelve el centro histórico, financiero y comercial de la ciudad, como el anuncio de eliminar la posibilidad de estacionar los vehículos entre las 22h y las 8h en los carriles bus de la ciudad donde así lo indica una señal, han generado multitud de noticias, artículos de opinión, tertulias radiofónicas y sobre todo corrillos en la cola del supermercado, en el bar o incluso en el ascensor –sustituyendo al todopoderoso comentario sobre el tiempo–.

Entre la novedad que suponen algunas de estas políticas y la celeridad en la emisión de juicios, consideré que era mejor esperar unos días para escribir sobre todo ello. Nuestro carácter vital y la alterada situación política de los últimos años ha conseguido que ante cualquier decisión pública creemos bandos y automáticamente o estas a favor o en contra, no hay margen para la duda, la incertidumbre; el sí con reservas o no con matices se quedan casi fuera del debate. O conmigo o contra mí.

Las situaciones de cada uno son diversas, complejas y hasta contradictorias, en una ciudad que supera el millón de habitantes con su conurbación o área residencial imagínense lo variada que puede ser la casuística de cada uno. Somos muchos los que vivimos en Valencia y dormimos fuera de ella, tanto una cosa como la otra puede ser por necesidad, obligación, placer o porque sí. Por ello es necesario que las políticas públicas que afectan al tráfico rodado, los vehículos –incluida la bicicleta por supuesto– y los peatones, es decir, la movilidad, sean analizadas, planificadas, estudiadas, razonadas, mesuradas y consensuadas (en la medida de lo posible). Porque abarcan desde una familia que recoge a una persona con movilidad reducida para llevarla a un centro de rehabilitación al transportista que debe descargar los refrescos que cada día consumen cientos de bares. Conciliar todos los intereses no es sencillo.

 

No dudo en que todos los debates, mesas redondas y reuniones necesarias se habrán realizado por parte del consistorio, pero a veces no sólo hay que repetir sino pararse a pensar, replantear ideas, analizar soluciones alternativas y hasta que no está todo cerrado, no lanzar la propuesta a ver por donde va el viento ese día. Y creo que algo de precipitación hay en algunas de las medidas tomadas y anunciadas. No por ello son malas medidas pero quizá las formas y tiempos hay que darles la importancia que tienen. Tanto el carril bici y la reducción de carriles para los coches, como la prohibición de aparcar en el carril bus afecta a usos y costumbres ciertamente arraigados en los últimos lustros, y es lógico que levanten protestas y una sana polémica que cualquier sociedad debe afrontar con normalidad.

Dicho lo cual y tras unas semanas de experiencia como usuario de coche, gracias al escaso tráfico –salvo horas punta o celebraciones puntuales– pese a la reducción que provocó el anillo de la ronda interior, el tráfico sigue siendo razonable y asumible. Los desplazamientos no son como recorrer el Paseo de la Castellana en Madrid donde puedes escuchar una ópera con tranquilidad. Ahora bien, la mayoría de ciclistas que observo suelen ser turistas en grupos, porque seamos honestos para muchos trabajos y cuando los desplazamientos son de cierta distancia, la bici no siempre es la manera más cómoda e higiénica de moverse. Muchas personas prefieren sentarse en el bus o el metro y leer mientras se desplazan sin sudar. 

Y sobre la “suspendida” cancelación o prohibición de permitir el estacionamiento por las noches, creo que es fundamental hablar y mucho con hosteleros, un sector de referencia en nuestra ciudad y que genera una actividad económica y lúdica de gran valor. Los parkings con tarifa plana y otras ideas pueden ser la solución, pero el ayuntamiento debería plantearse con rigor el coste de esta medida, porque aumentar el transporte público en horario nocturno no creo que sea a coste cero. Por ahora usaré mi vehículo, mi plaza de aparcamiento y sobre todo mis piernas para pasear por una ciudad que merece la pena disfrutar andando.