Hoy es 10 de octubre
VALÈNCIA. Estamos asistiendo a un momento de mucha intensidad. Después de comprobar como un pequeño organismo microscópico (no sabemos muy bien si vivo o no) es capaz de quebrar y cuestionar muchas de nuestras seguridades, llega el momento de reordenar nuestras prioridades y nuestros valores. Pero que nadie se equivoque, esto no es un tránsito del orden al caos, sino de un modelo que ya revelaba muchos descosidos, hacia una situación en la que navegaremos con muchas incertidumbres, pero donde también es posible superar algunos status quo limitantes y restrictivos. Sin duda, también será posible colar retrocesos sobre cuestiones de libertades y derechos que parecían totalmente inexpugnables, pero nada es inexorable y de nosotros y nosotras depende cuántas posiciones ganamos y qué otras perdemos.
Un primer escenario en el que es necesario detenerse es en el papel de Unión Europa. Es cierto que los últimos quinquenios no han sido de los más brillantes y especialmente su unión política ha sufrido retrocesos. No cabe duda que Europa ha quedado orillada de la contienda por el predominio global entre un régimen autocrático chino, que recupera su condición de líder global, y la potencia estadounidense, que se encuentra sumida en una decadencia constatable, a pesar de que conserva su poderío militar, su potencia económica y dominio cultural.
No vamos a ser nosotros quienes defendamos la superioridad moral de un continente que ha albergado durante siglos a potencias extractivas, que han dominado, esquilmado y maltratado a una gran parte de la humanidad. Pero sí creemos que se ha ganado su redención, al menos en parte, por un hecho, a todas luces de milagroso –es una metáfora, aviso para airados-, al activar desde 1958, un proceso de construcción de una genérica identidad común, jaleando al mismo tiempo la diversidad cultural de las partes y cierto grado de unión política. Todo ello sin guerras, ni asimilación, y sin imposiciones más allá de las democráticamente aceptadas. Conseguir que un lapón y una siciliana sientan que tienen algo en común es el ejercicio incruento de ingeniería social más sofisticado que conoce la historia de la humanidad e insinúa lo que podría ser, un innovador modelo a imitar para la requerida gobernanza global en un mundo que se enfrenta a problemas de escala planetaria.
La Unión Europa y los Estados miembros han gestionado muchos aspectos de la pandemia de manera muy deficiente y en los momentos más críticos se ha activado el “sálvese quien pueda” al que lamentablemente nos tienen acostumbrados, pero también cabe reconocer que la UE ha reaccionado con notable celeridad dado su paquidermismo habitual, y plantea una estrategia inédita que a nuestro parecer va un poco más allá de la simple reacción a los efectos inmediatos de la catástrofe sanitaria. El programa Next Generation EU, verdaderamente, como señala Rafael Doménech, es “una nueva generación de políticas para una nueva UE”. También el programa REACT-EU se sale del molde convencional y suma a las asignaciones ya presupuestadas para el período 2021-2027 adoptando criterios de distribución entre los países según su nivel de prosperidad y los efectos socioeconómicos de la crisis. En ambos programas la referencia a los sectores culturales aparece explícitamente (entre otros 14 sectores objetivos, como la salud, el textil, el turismo o la construcción) y para que se hagan una idea de la magnitud de las cifras, solo con el programa REACT-EU, si dividiéramos a partes iguales los 12.400 millones que le tocan al Estado español , entre los 14 sectores priorizados, tendríamos, casi 900 millones de euros disponibles para la cultura, que es 6 veces lo que se gasta el Ministerio de Cultura en transferencias directas al conjunto de los sectores culturales. Y todo eso para gastarlo en apenas dos años. Los proyectos hay que presentarlos a finales de este año. Los plazos ya corren.
Mientras, la mayoría de las organizaciones que representan a los sectores culturales en Europa concentran su atención en lamentar las reducciones experimentadas por el programa Europa Creativa, (que pasa de los 1.640 millones de euros propuestos en 2018 a los 1.520 millones actuales). Hace apenas dos meses, en mayo, tanto las plataformas del sector cultural y creativo como el Parlamento Europeo reclamaron que se duplicara el presupuesto de Europa Creativa a 2.800 millones de euros. Aunque Europa Creativa es el único programa de la UE dedicado específicamente a la cultura, a nuestro parecer esto es pelear, y quizás aprovechar la ocasión para un nuevo ejercicio de victimización, no ya por la cola del león sino por la cola del ratón. Europa Creativa es un limitado programa que hasta ahora solo financia proyectos al 50%, mientras otros programas como los Interreg lo hacen al 75% y al 80% o como es el caso del programa H2020, al 100%. Pero hay muchos otros y es en éstos donde están los fondos para la movilización efectiva de los recursos culturales orientados al desarrollo de los Estados y las regiones. Cuanto antes tome nota el sector cultural, mejor nos irá a todos y a todas.
La estrategia inteligente no pasa por lamentarse por la escasa dotación para Europa Creativa, sino disputar, con propuestas sólidas armados a partir de argumentos rigurosos, evidencias probadas y datos contrastados, los fondos del programa Next Generation EU, REACT-EU y los derivados del Marco Financiero Plurianual. Porque, aunque no estamos acostumbrados a movernos en este terreno, la actividad de los sectores culturales y creativos encaja, sin forzar nada, en prácticamente en todos los objetivos perseguidos: para la innovación y la digitalización, para la cohesión, la resiliencia y los valores comunes, para la acción contra el cambio climático, para la gestión de la migración y para el soft power y las relaciones exteriores.
Es el momento de ser ágiles y arremangarse para articular alianzas, establecer colaboraciones, elaborar proyectos contundentes y presentar las actividades de la cultura y la creatividad como lo que son: la única ventaja competitiva que puede poner Europa sobre la mesa global y como aportación para un mundo más justo, a la construcción de una ciudadanía digna, libre, autónoma y que genere sociedades empoderadas, con valores compartidos y capaces de afrontar con ciertas garantías los insondables retos a los que nos enfrentaremos en las próximas décadas.
Especialmente instamos a la administración española y en particular a la valenciana para que, al menos, facilite las plataformas adecuadas, los mecanismos eficaces y los sistemas de información eficientes para que los sectores culturales y creativos puedan dar la batalla, convenciendo en base a las probadas evidencias de las “bondades de la cultura y la creatividad”, por la obtención de financiación a una escala sin precedentes con el objetivo de consolidar un ecosistema cultural y creativo sólido, y al servicios del interés general. Se trata de ser consecuente con los objetivos de toda política pública no solo para conseguir una sociedad más igualitaria, sino también una economía más productiva e innovadora y una sociedad más satisfecha y feliz.
Hay que señalar, que tanto a nivel del Estado como en el caso de la Comunidad Valenciana, en estos momentos contamos con una red de infraestructuras suficiente y con un ejército de reserva de mujeres y de hombres infrautilizados o subempleados con formación en los campos de las humanidades, la cultura, la creatividad y la innovación: la mera activación de sus habilidades y capacidades ya supondría un salto significativo y una transformación de nuestro sistema social y económico.
Juntemos nuestras capacidades, apelemos a nuestra inteligencia colectiva, aprovechemos los recursos disponibles, olvidémonos de visiones sectoriales y parches, seamos generosos, solidarias, competentes y cumplamos eficazmente con la misión de mejorar el bienestar de nuestros conciudadanos y conciudadanas a través del arte y la creatividad, sin dejar de reconocer que también nuestro bienestar, como agentes de la cultura, va en ello.
Nos encontramos ante una oportunidad única. Es ahora o nunca.
Tony Ramos Murphy (Culturlink)
Pau Rausell (Econcult. UVEG)