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La discreción política

Foto: ENRIQUE PALOMARES/EP
22/10/2020 - 

El gobierno de la Comunidad de Madrid está poniendo en valor a gobiernos de coalición como el de nuestro Consell. Las desavenencias entre la presidenta del PP, Isabel Ayuso, y el vicepresidente de C’s, Ignacio Aguado, a la hora de enfocar la lucha contra la covid son todo un ejemplo de cómo sumar voces contradictorias a debates de máxima urgencia y hacer electoralismo sin miramientos.

Llevamos ya varias columnas hablando de esa política que busca el rédito inmediato, y hoy no será la excepción. Los ejemplos son constantes en nuestro día a día. Por eso conviene poner en valor aquellas relaciones políticas que desde la discreción buscan la efectividad, la negociación pausada entre diferentes e incluso el cuidado de las formas, que también importan. La discreción en las palabras vale más que la elocuencia, que dijo el filósofo. Y no ha de estar tampoco reñida con la transparencia.

La gestión pandémica de Madrid nos ha mostrado un gobierno desleal en sí mismo, nada discreto, en el que compañeros de ejecutivo se han dejado en evidencia y las dimisiones se han sucedido casi desde el inicio de la pandemia, tanto en consejerías como en departamentos técnicos. Y aunque a veces lo parezca, o quieran hacer que parezca, lo que pasa en Madrid no ocurre en toda España.

Claro que son normales las diferencias entre socios, faltaría más. Por eso quiero poner en valor la discreción con la que mi partido se ha movido en momentos de tensiones internas del Botànic a lo largo de cinco años. La discreción y lealtad en política a veces se entiende como sumisión, pero en Compromís creemos que más bien son catalizadores que favorecen las relaciones de confianza y complicidad. Caer en el histrionismo o abusar del marketing político excesivo no las favorece, más bien las frivoliza.

La falta de gestión suele esconderse con groserías y enfrentamientos de distraen la atención, que ha dicho en alguna ocasión Mónica Oltra. Cito a la vicepresidenta porque ha sido hasta hoy todo un ejemplo de discreción y lealtad estos cinco años. Ha defendido a compañeras de ejecutivo de diferente color político, ha estado al pie del cañón durante la pandemia evitando fotos que esconderían una lucha contra el virus de muchas personas, y además velando en muchas ocasiones y desde el silencio por la coordinación interna del Consell.

La discreción, no obstante, no cotiza al alza en el parquet mediático y el show business del periodismo político, altamente futbolizado a mi entender. Conviene que la gente sepa también que en esta autonomía y con este gobierno autonómico se han tomado medidas para que las situaciones de emergencia o grave riesgo colectivo no se conviertan en un circo. Sin ir más lejos, tenemos un decreto que impide la presencia in situ en zonas de catástrofe de cargos políticos sin que tengan una causa justificada en los trabajos de gestión de esa energía. Compromís cumple ese decreto, nos creemos lo que hacemos. 

Decretos así no resultan baladí en una autonomía donde desde la política se impulsó durante muchos años un espejismo de progreso y bienestar que escondían la ruina moral y económica. Uno de nuestros últimos presidentes incluso prohibió ser grabado por el canal autonómico de televisión desde su lado malo, ese era el nivel.

Créanme. La política necesita de lenguajes pausados, de debates que requieren tiempo. De políticos y políticas discretas.

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