15/11/2018. Que en treinta y cinco años de legislación democrática hayamos tenido siete leyes educativas en vigor dice muy poco de nuestra capacidad para solventar un tema tan importante como la educación de nuestros hijos. Cualquiera que se ponga a analizar las derivadas europeas en cualquier país, verá que sus leyes educativas tienen un remanso temporal, y de consenso, mucho mayor que en España. Y este tema debería estar en la agenda de los partidos políticos, no como lucha, sino como solución.
Cambiar las leyes educativas cada vez que entra un nuevo Gobierno es un dislate que pagan nuestros profesores, nuestros alumnos, nuestras familias, y el sistema. Supone además un coste económico gigantesco y una incertidumbre inusual. Que en Alemania o en Francia, las dos grandes formaciones políticas, conservadores y socialdemócratas, hayan sido capaces de articular determinadas políticas de estabilidad educativa, dice mucho de su clase política.
¿Por qué, entonces, aquí, en España, no ha ocurrido lo mismo? Son muchas las circunstancias que han impedido este gran pacto nacional por la educación. Y siempre el factor ideológico ha primado sobre los intereses generales de la ciudadanía. Casi todas las legislaturas han tenido una gran mayoría cualificada de diputados de PSOE y PP como para haber llegado a un pacto de consenso. Y claro que un pacto significa renunciar a determinadas cosas por un bien común. Ahora, en el actual Parlamento, PP tiene 137 escaños; Ciudadanos, 32 y PSOE, 85 ostentando la Presidencia del Gobierno. La suma de estos partidos da 254 diputados de un total de 350. Estamos hablando del 72,5% de los votantes. Es decir, tres de cada cuatro votantes podrían llegar a un acuerdo.
Pero, a veces, y lo han hecho tanto PP como PSOE, se empeñan en contentar aritméticamente a minorías que exigen temas educativos que la mayoría social no comparte. La alternancia en el poder no debería ser un acicate para dar rienda suelta a algunas locuras de partidos minoritarios, sino de consolidar las mayorías sociales para no debilitar la educación o ponerla patas arriba cada vez que un nuevo Gobierno alcanza La Moncloa.
Los dos grandes partidos han llegado a ponerse de acuerdo en el reparto del "pollo" del Consejo General del Poder Judicial. Nos preguntamos entonces por qué no son capaces de hacerlo también en un tema tan sensible y tan de futuro como es la educación de nuestras próximas generaciones.
Ciudadanos va a forzar un gran acuerdo educativo nacional. En la medida en que nuestros votos sean importantes, y decisivos, en la lucha por configurar nuevas alianzas políticas, nos empeñaremos en hacer entender a los partidos mayoritarios que la ciudadanía exige un acuerdo nacional que dé estabilidad a la educación.
Hemos desaprovechado tantos años de mayorías cualificadas para establecer un sistema educativo que traiga estabilidad y progreso a nuestro sistema, que no podemos perder más tiempo. La lucha partidista pegándose sartenazos con la educación como premisa se ha acabado. Pactar significa avanzar renunciando y alcanzando una premisa estable, y mejor, que la que significa cambiar cada telediario.
La pregunta importante que nos tenemos que hacer es si somos capaces de forzar a nuestros partidos para que lleguen a un acuerdo, salvando del debate político el modelo de sistema educativo. No se trata de que la educación deje de estar en la agenda de los partidos políticos, sino de que los temas que se discutan tengan que ver con inversiones y mejoras, pero no con el modelo.
Cada vez que hacemos saltar por los aires un modelo educativo para imponer el de un partido concreto quebramos parte del sistema democrático. Y es en esa partida en la que debemos jugar. Nuestra estructura parlamentaria nos permite avanzar en acuerdos de amplia mayoría que ofrezcan a los ciudadanos mejoras y estabilidad. Si la educación es una de las más poderosas herramientas políticas para hacer avanzar una sociedad deberemos ponerla en valor; no haciéndola bailar al son del último gobierno de turno.
Las mayorías no deben imponer un modelo, pero sí consensuarlo. Porque cada vez que se ha dejado que los grupos minoritarios impongan determinadas premisas educativas para dar estabilidad aritmética y parlamentaria, nos hemos encontrado con egoísmos locales. Y si hay algo universal es la educación. Por eso, cada esfuerzo que hagamos en llegar a un acuerdo, lo estaremos haciendo para el mejor futuro de nuestros hijos. Y no parece un mal empeño.
Emilio Argüeso es secretario de Organización de Ciudadanos y secretario primero de la Mesa de Les Corts.