“Se trata en lo que sigue de definir la grave enfermedad que España sufre. Dado este tema, era inevitable que sobre la obra pesase una desapacible atmósfera de hospital.”
José Ortega y Gasset
Prólogo a la 2ª edición de ‘La España invertebrada’ Octubre, 1922
VALÈNCIA. Seguimos y seguiremos, como tantas veces y con tantos asuntos, debatiendo y discutiendo de lo superficial, de lo último que ha salido en la prensa, de la punta del iceberg o a lo sumo de los acontecimiento de los últimos meses, máximo de la legislatura. Pero parece que (casi) nadie quiere afrontar con cierta valentía y algo de sentido común, lo que a mi juicio es la idea nuclear de la que emana, no sólo el denominado problema catalán, sino también el vasco y esperemos que no acabe siendo el navarro o valenciano. La educación.
Como se decía cuando Podemos apareció en escena, “hacen un buen diagnóstico de la situación pero no aportan las soluciones adecuadas”, en efecto el valor que se da al hecho de realizar un análisis correcto para detectar los problemas tiene toda la lógica del mundo; pues es el primer paso para entender qué sucede y porqué. Un médico ante un paciente enfermo le suele preguntar hasta encontrar qué ha causado su estado de alteración de la salud, y así poder elaborar el diagnóstico más adecuado para su tratamiento.
En España con el primer cuarto del siglo XXI ya avanzado seguimos sin analizar con toda su crudeza cómo un sistema educativo invertebrado –puesto que carece de una columna vertebral que unifique materias y criterios– por territorios, en este caso Comunidades Autónomas, con un elevado grado de materias descentralizadas ha logrado que varias generaciones (en este caso de niños y jóvenes educados en Cataluña) hayan aprendido y asimilado una historia manipulada y sobre todo enfocada a resaltar la superioridad de sus vecinos más próximos enfrentándolos al resto de compatriotas. Algo que no resiste el menor juicio de lógica elemental, la mayoría de exacerbados líderes nacionalistas son hijos y nietos de españoles de otros territorios, especialmente andaluces, donde vuelven en vacaciones (no se si a decirles que les quieren repudiar como compatriotas).
Hace unos meses desde el Sindicato Independiente ANPE denunciaban “que el Gobierno es el que debe poner orden en los 19 ‘Reinos de Taifas’ de las Autonomías priorizando la escuela pública como eje vertebrador del sistema y garante de la cohesión social y del principio de igualdad de oportunidades”. Esa certera denuncia cae en el olvido y no ha dejado de producirse la desmembración de un sistema educativo que genera problemas burocráticos pero especialmente políticos y sociales, y aunque sea muy cómodo mirar hacia otro lado, esa realidad se vive en Cataluña y el clima de tensión y violencia verbal (cuando no acoso) se ha visto incrementado en el último lustro de manera preocupante, entre familias y amigos que evitan hablar de política, y en los últimos días hasta los hijos de algunos alcaldes socialistas. Triste pero real.
La prueba de que se perdió el oremus en el ámbito educativo y sigue sin parecer un tema en el que los partidos de ámbito nacional estén preocupados, la tenemos en la denuncia que hace unas semanas puso sobre la mesa la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza –Anele–al recordar que para una misma materia, y hablamos de asignaturas básicas, existen 25 modelos de libro de texto distintos, su presidente José Moyano dijo: "El sentido común nos dice que es una barbaridad". Definieron la LOMCE como un legislación educativa “no razonable” y reconocieron que la reforma educativa es "fruto del desacuerdo y de la desconfianza de los partidos políticos, que quieren consolidar sus normativas sin importarles mucho las consecuencias". Ahí es nada.
No se me ocurría mejor forma de iniciar y concluir este Tintero –que homenajea en su título una de las obras que más deberían estar leyendo nuestro gobernantes– que con estas citas del gran filósofo y ensayista español del siglo XX.
“Yo necesitaba para mi vida personal orientarme sobre los destinos de mi nación, a la que me sentía radicalmente adscrito. […] Si yo hubiese encontrado libros que me orientasen con suficiente agudeza sobre los secretos que el camino que España lleva por la historia, me habría ahorrado el esfuerzo de tener que construirme malamente, con escasísimos conocimientos y materiales, a la manera de Robinson, un panorama esquemático de su evolución y de su anatomía. Yo sé que un día, espero que próximo, habrá verdaderos libros sobre historia de España, compuestos por verdaderos historiadores.”
José Ortega y Gasset
Prólogo a la 4ª edición de ‘La España invertebrada’, junio 1934