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tribuna libre / OPINIÓN

La ELA y el Impuesto sobre Sucesiones

30/08/2022 - 

En un mes de agosto en el que no solo se nos van los días, sino también algunas personas queridas que no volverán, he pensado unas horas en los impuestos. Cosa que me había prometido no hacer durante veinte días. Por salud mental, por oxigenar el cerebro con la brisa del mar y no darle una parte del mismo a Hacienda. El tiempo es limitado.

Pero hoy debo acudir a un entierro a despedir a un familiar. Hace unos días despedí a un amigo con el que me llevaba venticuatro horas. Estas cosas forman parte de la vida. Son el capítulo final. Y lo sabemos. Pero en algunas situaciones ese epílogo sobreviene de manera más natural que en otras.

Mi amigo era el cerrajero del barrio, el motor económico de su familia. Un tipo sano de 52 años al que la ELA nos lo dejó fuera de combate de manera cruel e incomprensible para los seres humanos. Ha sido un año especialmente duro para él y para todos aquellos que le queríamos. Y en este contexto me planteo, como hago siempre, cuál es la capacidad económica que entiende Hacienda que aflora en esta familia.

No veo ninguna. Y mira que le doy vueltas. Por encima, profundizando, en diagonal… pero nada. Veo unos niños de 6 y 15 años que se han quedado sin padre y sin todas las experiencias que por ley de vida les hubieran correspondido y que no les llegarán. Les llegarán otras, pero esas quedan pendientes para otro momento, en otro sitio en el que se reencontrarán. Lo mismo pienso de la viuda, el amor de su vida. A estas personas/personitas se les va una pieza indispensable de su día a día a nivel familiar y un núcleo crucial de su economía. Se empobrece su vida a nivel sentimental, de cariño, de afectos, de amor, imposible suplir a un padre aunque la familia sea para quitarse el sombrero. Y en estas que pasarán los meses y habrá que liquidar el Impuesto sobre Sucesiones. Y habrá que hacerlo porque el legislador observa que se manifiesta cierta capacidad económica con el devengo del hecho imponible. Es decir, cuando deja de respirar acrece el patrimonio de sus herederos. Qué tontería más grande. Acumulan una pérdida irreparable emocional y la capacidad de generación de dinero y patrimonio del padre para ayudar a la familia desaparece. Nadie en su sano juicio puede rebatir esto desde el sentido común. La barbarie está servida. No deberían tributar la viuda ni los niños.

Cuando consultas la Ley del impuesto sobre Sucesiones y pones en los buscadores del BOE Ley 29/1987 puedes darte cuenta de lo que ha llovido en la sociedad española desde entonces, lo que ha cambiado la vida y lo necesario que sería abordar un cambio en profundidad del Impuesto que neutralice situaciones tan injustas como la que hoy nos planteamos. La ley está desfasada. Si cada día los políticos se plantean situaciones a cuál más imbécil o más absurda, regulan cosas que no le importan a nadie o hay bonificaciones a las que sólo puede acceder un grupo minoritario de salvajes o queman el dinero de los ciudadanos día sí y día también ¿cómo no van a poder parar máquinas y poner a un equipo mixto de personas con estudios y sentido común a pensar?

Y ahí llegamos todos, que no se nos olvide, la muerte y los impuestos nos van a saludar. Hagamos que ambas cosas sean llevaderas. 

D.E.P.

Carlos Romero Plaza es abogado Tributarista. Socio director de Arttax & Legal Abogados

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