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La Emshi retira los últimos 22 kilómetros de tuberías con fibrocemento de la red

21/12/2020 - 

VALÈNCIA. (VP) La Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (EMSHI) tiene previsto retirar todas las tuberías de fibrocemento que componen la red de abastecimiento de agua potable en alta. La presencia de este material, más conocido como amianto, es muy reducida en la red pública, aunque todavía hay ramales que lo contienen. En concreto, de los 204 kilómetros de tuberías del área metropolitana, quedan unos 22 kilómetros de conducciones en servicio construidos con fibrocemento.

La eliminación progresiva del amianto es una de las mejoras aprobadas en los presupuestos de la entidad presidida por Elisa Valía para 2021 y prevista en el plan de inversiones de 2022 para continuar con este propósito, si bien las actuaciones para lograr este objetivo ya están en marcha.

“El fibrocemento va a desaparecer de manera gradual de la red metropolitana de abastecimiento de agua y en ello estamos ya trabajando. No compromete la calidad del agua, pero supone un riesgo añadido para los trabajadores y las trabajadoras que deben manipularlo, por ejemplo, en caso de reparaciones”, asegura Elisa Valía, presidenta de la EMSHI.

De hecho, la EMSHI concluirá antes de que acabe el año la primera fase de la renovación de la tubería de fibrocemento de mayor tamaño en la red y todavía en servicio. Se trata de una conducción con una antigüedad por encima de los 40 años y con una longitud de 1.080 metros.

Su renovación se está efectuando con tubería de fundición dúctil, que presenta gran durabilidad y resistencia a la corrosión.

Esta primera fase, cuyo presupuesto es de 1.434.308 euros, comprende desde el cruce de las calles Arnau de Vilanova y Gran Canaria, en València, hasta el final de la avenida Vicente Blasco Ibáñez, en Alboraia, por donde discurre el 90% del recorrido. En fases posteriores proseguirá el trazado hasta Port Saplaya. La inversión total es de 3,5 millones de euros.

El hecho de que una tubería esté fabricada con fibrocemento no influye en la calidad del agua, pero la motivación para eliminar este material de la red de abastecimiento responde al complejo protocolo a seguir a la hora de realizar reparaciones o modificaciones en conducciones construidas con amianto.  

“Ponemos el foco en la seguridad y el bienestar de las empleadas y los empleados que trabajan con estas infraestructuras y que son un eslabón absolutamente clave para que haya agua potable al abrir el grifo de casa”, explica Elisa Valía.

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