VALENCIA, (EFE). La escucha como herramienta terapéutica es la filosofía del Centro de Escucha, que ha puesto en marcha el Centro Arrupe y con el que los jesuitas de Valencia proporcionan ayuda psicológica a personas sin recursos que necesitan de alguien dispuesto a escucharles.
El centro fue abierto el pasado marzo, con la colaboración de los Religiosos Camilos, que ya cuentan con un centro parecido en Madrid, con el propósito de asesorar a aquellas personas que se encuentren en situaciones complicadas y que, por cuestiones económicas, no puedan acceder a una ayuda psicológica profesional.
Aún así, "no sustituimos el trabajo de un profesional", asegura José Dinnbier, jesuita y director del Centro Arrupe, ya que si encuentran alguna patología, la derivan a un experto. "Hay personas que no necesitan ir a un psicólogo pero sí que necesitan una persona que les escuche, lo que necesitan es aclararse, desahogarse", apostilla.
Según cuenta, en muchos casos los recursos asistenciales se centran en solucionar el problema de las personas sin recursos, pero no en las personas en sí, que es lo que hacen desde el Centro de Escucha: "la idea es siempre que esto sea un recurso que ayude y complemente otros servicios sociales".
El servicio de escucha se divide en tres bloques diferentes: la atención personal, que ofrece apoyo a personas que se encuentran en situaciones familiares, de pareja o profesionales que generan angustia o ansiedad; atención a personas en duelo, y atención a personas migrantes, asediados por el desarraigo.
"El tema que genera más angustia es el de las relaciones, en distintos ámbitos, sean profesionales, de pareja o familiares", relata Dinnbier, quien explica que "se crean conflictos relacionales en los que la persona se siente desbordada y se genera una dinámica psicológica de angustia".
Desde que el centro abriera, hace seis meses, han dado atención a unas veinticinco personas, "tanto hombres como mujeres, gente más bien de mediana edad, aunque también hay personas jóvenes, que vienen con temas como relaciones de pareja dependientes".
Durante este primer semestre de funcionamiento, el centro ha contado con un grupo de voluntarios, algunos de ellos psicólogos, que se ofrecen a ejercer de "escuchas", como los llaman en el Centro Arrupe, aunque la mayoría son personas con formación en relaciones de ayuda y consejo. Asimismo, desde marzo unas quince personas se han estado preparando y formando en estos campos para poder incorporarse como escuchas a partir de este mes de septiembre.
Dinnbier explica que aunque la predisposición de los voluntarios es importante, "no es siempre suficiente", y por ello, todos los aspirantes pasan por una entrevista para demostrar que tienen las aptitudes necesarias para ejercer de escuchas.
"Te encuentras personas con muy buen corazón y muy buena voluntad, pero los escuchas tienen que tener una madurez y un conocimiento de sí mismos suficiente, capacidad de introspección y una psicología rígida, que puedan escuchar sin prejuicios", explica el jesuita.
A través de la escucha los voluntarios tratan de conseguir que la persona tome consciencia de la situación en la que se encuentra, de las herramientas de las que dispone para hacerle frente, y así, tomar fuerza para cambiar aquello que le angustia. "No le dices a la persona lo que tiene que hacer, sino que es la persona la que tiene que comprender sola y descubrir los recursos que creía que no tenía", explica el director del Centro Arrupe.
El empoderamiento de la persona es el objetivo de los escuchas, ya que según comenta Dinnbier, "cuando uno está sometido a una situación de estrés baja la autoestima, la confianza en uno mismo" y hay que conseguir que la persona se de cuenta de la capacidad que tiene en sí mismo.
Para los próximos meses, concluye Ignacio Dinnbier, el centro va a estudiar las posibilidades de abrirse a todo tipo de personas, aunque siempre dando prioridad a aquellos con menos recursos.