El centro de enseñanza de artes escénicas abre sede renovada tras la pandemia
VALÈNCIA. Carles Sanjaime es Artur. Carla Pascual es Alba. Y además, David Martínez, Luca Soler, Alejandro Pedro Ponce, Adam Bautista, Edu Rodríguez, Carlos Amador, Rebeca Artal, Estela Muñoz, Toni Agustí… Todos ellos forman parte del elenco de Després de tu, la niña bonita de À Punt, la serie que se halla entre los tres primeros puestos de las emisiones más vistas en 2022 con un 9% de cuota de pantalla y 92% de fidelización. ¿Qué tienen en común estos nombres? Son actrices y actores vinculados a la ESAC, la Escuela del Actor, el centro de enseñanza en artes escénicas más antiguo de València, de entre los surgidos de la iniciativa privada.
En 2020, en plena pandemia, la ESAC cumplía 25 años en silencio, pero sin bajar la guardia; un aniversario que no pudo celebrarse, en un momento en que todos los creativos y trabajadores de la cultura, fabricantes de sueños o dibujantes de la realidad hacían más llevadero el confinamiento desde el otro lado del espejo. Dos años después, con el virus oficialmente declarado erradicado por la OMS el pasado 5 de mayo, la ESAC calienta motores para lanzar un nuevo curso y abrir puertas a una nueva promoción de intérpretes, creadores, dobladores, dramaturgos, escenógrafos, directores…. desde las nuevas instalaciones que están poniendo a punto en el corazón de Arrancapins.
Puertas académicas y puertas físicas, literales. La ESAC ha “viajado” mucho por nuestra ciudad. Como buenos titiriteros, el movimiento no les quita arte y salero, porque su credibilidad y buen hacer se basan fundamentalmente en las personas. Son gente acostumbrada a lidiar -y crecerse- ante las dificultades: “evidentemente, cada cambio es un dolor de cabeza, pero siempre lo hemos hecho para mejorar, nunca por otras razones logísticas o económicas”- explica Andrés Poveda, director de la ESAC.
La escuela echó a andar en la Olivereta. Más tarde, cambió a un espacio más grande también en el paseo de la Petxina, en las antiguas instalaciones de un centro de danza. Seguían creciendo. Vino La Rambleta, teniendo que expansionarse en paralelo a El Micalet por el incremento de alumnado. Y, en esta última etapa, ya en pandemia, encontraron su hogar en el corazón de Arrancapins en la calle del ilustre humanista Honorato Juan, discípulo de Luis Vives, a tiro de piedra de la plaza de España, uno de los nudos de comunicaciones, actividad y población más importantes de la ciudad. Un lugar céntrico y muy accesible para el joven alumnado estable de la diplomatura y también muy cómodo para las familias que llevan a los más pequeños a los cursos de teatro infantil y adolescente.
Desembarcaron con la mascarilla puesta en 2020 y ahora están terminando las obras de adecuación que incluyen, entre otras mejoras, el nuevo espacio para formación cinematográfica con su set de rodaje. Jaime Pujol, José Enrique March, Gabi Ochoa, José Galotto, Sergio Villanueva, Pau Martínez, Pablo Peris… Nombres del cine y del audiovisual valenciano y español, colaboradores y profesores estables de la escuela, a la que aportan su extensa experiencia como guionistas, directores o actores ante la cámara.
La escuela mantiene acuerdos de colaboración con El Micalet, Espai Inestable y Rambleta para presentar profesionalmente y en las condiciones idóneas los trabajos del alumnado. ¿Sería deseable tener sala propia? “Sí” –afirma Poveda- “pero es un esfuerzo que nos apartaría de nuestro objetivo principal que es la formación y el acompañamiento en la inserción laboral”. Este son los puntos fuertes de la ESAC y su bandera: una sólida formación y trabajar con y para la profesión. Con la profesión, porque en sus aulas enseñan actores, actrices, dramaturgos, comunicadores y bailarines en activo, con ese difícil equilibrio entre trabajar fuera y darlo todo en clase. Pero lo hacen: “es un equilibrio complicado, que exige mucho de nuestros docentes. Pero es necesario estar activo, en alerta, en permanente estado de acción y aprendizaje, para poder transmitir lo mejor a nuestro alumnado” – explica Poveda.
La responsable de relaciones externas de la ESAC, Georgia Negri Blasco-Ibáñez se reafirma en esta idea: “estamos en contacto continuo con la realidad. La enseñanza de posgrado siempre tiene el riesgo de aislarse en un aula magistral, pero si en cualquier disciplina el enseñante ha de tener una mirada más allá del estrado, no digamos en las artes escénicas”. En la ESAC se hace ese trabajo, dentro y fuera, copiando la jerga de los estudiantes de interpretación, “y eso creo que nos da una calidad, una solidez y un ambiente de trabajo muy especial” -afirma Negri. Georgia Negri ha estado al frente de DEGROC muchos años, la agencia de representación propia de la ESAC, uno de los cauces hacia el mercado laboral, junto al contacto permanente con otros representantes, directores/as de casting, productoras e instituciones de un amplio abanico con las que llevan trabajando estos 25 años: Canal 9, À Punt, TVE, IVC, Palau de la Música, Palau de les Arts, Diputación de València, Rambleta, UV, Universidad Europea Valencia, la UJI…
Desde su nacimiento la ESAC ha trabajado para preparar a su alumnado al mercado laboral, el mercado de los sueños, por decirlo menos agresivamente y en tono shakespeariano. La jungla de Calibán, una selva oscura e irresistible, una isla perdida, en la que es complicado sobrevivir. Antes de la ESAC, la primera generación de actores y actrices que vio la luz en València fueron los titulados en la Escuela oficial de Arte Dramático de València, la pública, “la del Poli”, cuya primera promoción salía a la calle en 1983. Una generación con 40 años de trayectoria, con edad de jubilarse, en un oficio del que uno/a no se jubila nunca. Algunos integrantes de esa promoción son los que crearon en 1996 la ESAC, un espacio soñado por nombres como Jaime Pujol, José Galotto, Vicente Genovés, Carles Sanjaime, Ester Ferri, y el propio Andrés Poveda, para el trasvase de conocimiento y experiencia que habían adquirido en su vida profesional.
De la mano de estos primeros socios impulsores, la ESAC ha ido creciendo hasta convertirse en lo que es hoy. En 1996, los “padres/madres fundadores” llevaban más de una década construyendo su carrera; sabían bien de las dificultades y de las oportunidades y volcaron la pasión por el teatro en esta nueva escuela. Una de las claves del éxito de ESAC es precisamente su longevidad, su estabilidad, el proyecto que construyeron y siguen construyendo a largo plazo. Andrés Poveda lleva las riendas desde 2005, y en estos 17 años ha impulsado a partes a iguales la calidad docente, los nuevos proyectos transversales, la creación de una comunidad afectiva y profesional amante del teatro y la senda hacia el mercado laboral. “Hemos trabajado siempre para una formación integral en los cuatro cursos que dura la Diplomatura. No entendemos un currículo lineal de sucesión de asignaturas una detrás de otra, sino que hasta el último curso se trabajan integralmente, en red, todos los aspectos que necesita el actor: interpretación, voz, texto, cuerpo… –aclara Poveda.
Al frente del equipo docente, como jefe de Estudios, Carles Sanjaime, uno de los grandes actores de la Comunidad Valenciana, multipremiado, con 40 años de profesión a la espalda, un corredor de fondo, profesor de interpretación verso y esgrima, de amplia cultura teatral, capaz de preparar sus clases y, al mismo tiempo, seguir en los escenarios. Junto a Sanjaime, José Galotto, Jorge Picó, Victoria Salvador, María José Peris, Andrés Navarro, Pepa Juan, Toni Misó… una lista larga de grandes talentos de la escena, enamorados de su profesión y de la enseñanza, que conviven con las nuevas generaciones; aire fresco y energías renovadas en manos de jóvenes titiriteros, que además son facebookeros, instagramers y, ahora, también tik-tokeros: Inka Romani, Jaume Pérez, Xavo Giménez, Toni Agustí, Begoña Tena, Miguel Seguí, María Almudéver, Carla Chillida… Coordinando equipo y alumnado, una figura muy querida y respetada en la ESAC: José Galotto, el aglutinante de esta salsa escénica, que él cohesiona y emulsiona sin despeinarse, desde -literalmente- su enorme humanidad.
El hecho de que la escuela naciera y siga en manos de profesionales formados en teatro clásico, textual y en verso, pesa. Los alumnos y alumnas de la ESAC reciben un fuerte entrenamiento en texto clásico y dicción que les confiere una enorme solidez. Y eso se nota después en el mercado de trabajo: “nuestros alumnos interpretan bien y hablan bien. Al final, su carrera se va a desarrollar mayoritariamente a partir de textos y guiones, de la palabra, y es muy importante trabajar lo textual, entender, para traducirlo después a la dicción y al cuerpo”, explica Andrés.
La ESAC también concede importancia a las asignaturas teóricas. Pueden ser marías en otros lugares, pero en la ESAC, no: historia del arte y de la escenografía, literatura, comunicación… “son una base teórica muy importante sin la que el alumno/a no puede salir a la calle. Hay que darle los instrumentos para entender. Sería algo similar a lo que ocurre en la formación musical: no basta la interpretación, la técnica, la lectura de las notas: has de saber qué estas tocando, por qué y para que se escribió esa partitura” insiste Poveda.
En el ámbito teórico de ESAC, entre otros, el guionista, filólogo y escritor Gabi Ochoa; Paula Llorens, filóloga, actriz, dramaturga y música, exalumna de la escuela, que está desarrollando una espléndida carrera en y detrás del escenario; o Begoña Tena, que enseña dramaturgia alentando y acompañando las vocaciones literarias.
La ESAC, además de preparar a los jóvenes aspirantes, trabaja la formación de formadores; la curiosidad constante. Desde hace seis años, gestionan la escuela de la Escalante, convertida en centro de formación permanente, para el reciclaje de sí mismos u otros docentes. Una suerte de CEFIRE escénico donde los profesores pasan su ITV a manos de grandes maestros invitados: Andrés Lima, Fernanda Oraci, Xavier Albertí, Roberto Álamo, etc. Así, la rueda sigue girando: enseñanza y aprendizaje en bucle. En la sede de Escalante, la ESAC desarrolla también proyectos de transformación social a través del teatro con colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión.
Veintisiete años de vida, cinco sedes, veintiséis generaciones de actores y actrices cuyas caras son familiares en teatro, cine y televisión. Dos décadas enseñando y apostando por las artes, la cultura y la transformación social. Una apuesta que Carles Sanjaime argumenta citando a Lorca: “El teatro es una escuela de llanto y de risa, y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y el sentimiento”. “Solo por eso es necesario” – concluye Sanjaime.