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al otro lado de la colina / OPINIÓN

La Europa desorientada

Cuantos más problemas se tienen, más hay que mantener la calma, sobre todo cuando hay vidas en juego como en la actualidad

20/11/2021 - 

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y si hablamos de Geopolítica parece que no son dos ni tres, sino que son muchas más, cuál campo de guijarros, por donde avanzamos a trompicones, pues parece que la política exterior de la Unión Europea se va transformando cada vez más en una playa de cantos rodados, dado el nivel y formación de su clase dirigente en estos temas.

Porque recuerden que, ya lo he comentado en anteriores ocasiones, la forma de funcionar de los rusos, más aún en el tema geopolítico, es lo más parecido al juego de la ajedrez, cuando se lleva a acabo un movimiento, una acción, están previstas todas las siguientes jugadas hasta alcanzar el objetivo final, e incluso por supuesto se prevén las posibles consecuencias y reacciones de su adversario. Si a esto le unimos la unidad de doctrina, una versión actualizada 2.0 de la versión soviética de guerra subversiva, de lo que algunos elucubran y llaman, como algo novedoso, guerra hibrida y zonas grises, y que el otrora jefe de la inteligencia española General Andrés Cassinello ya escribiera hace más de medio siglo, unido a la prolongación de un liderazgo de más de dos décadas, que se llama Vladimir Putin, los resultados son altamente favorables para los ruso, sobre todo si enfrente tienen unos oponentes cambiantes cada cuatro años, servidumbres de la democracia, y con escasos conocimientos geopolíticos, una de las debilidades y deficiencias de la actual clase política, lógico dado que, como ya avisó Raymond Aron en 1961, los estudios de la Guerra y Geopolítica desde la Segunda Guerra Mundial han ido disminuyendo paulatinamente hasta ser prácticamente desatendidos por las sociedades occidentales.

Por eso la tensión sigue aumentando en las fronteras del este de Europa, donde los pobres emigrantes son utilizados como carne de cañón por Alexander Lukashenko  y Putin, en una zona fronteriza cercana al corredor Suwalki, auténtico pivote estratégico donde se produce un cruce o confluencia de líneas de acción estratégica. Por una parte es la conexión terrestre entre los jóvenes países bálticos (temerosos siempre del gigante euroasiático) y el resto de sus aliados europeos, y por otra parte es el cordón  umbilical de Kaliningrado con el resto de Rusia pues esta antigua región de Alemania (con su capital la antigua Königsberg) está rodeada por Lituania y Polonia. Y en donde Putin, dadas sus responsabilidades como líder regional-global, en lugar de intentar gestionar una desescalada, sigue subiendo el nivel del pulso a Occidente, esta vez  realizando un test de guerra espacial probando un misil anti satélites, y eso que los acuerdos internacionales desde la guerra fría tenían como objetivo la desmilitarización del espacio, y generando (lo que es todavía más peligroso) un gran número de basura y chatarra espacial, unos 1500 objetos se han llegado identificar (además de una infinidad de otros tan pequeños pero tan peligrosos que no se pueden detectar) siendo todos ellos una gran amenaza para el sistema satelital orbital terrestre, en donde se encuentra la estación espacial internacional ISS y la estación espacial china.

¿Y cual ha sido la reacción de la Unión Europea a todas estas tropelías?, pues ya ven, el señor Josep Borrell, alto representante de la Unión para asuntos exteriores y política de seguridad ha tenido la ocurrencia, o tacticismo, de sacarse de la chistera un nuevo invento, la llamada “Brújula Estratégica de la Unión Europea” (las brújulas sirven para algo, si se sabe a donde se quiere ir), además de crear una unidad militar de respuesta europea de 5000 efectivos; cuando Ucrania acaba de informar acerca de la existencia al otro lado de sus fronteras de 114.000 soldados rusos desplegados. Las risas de Putin sobre este nuevo ejercito europeo de 5.000 efectivos, todavía se están escuchando en los pasillos del Kremlin, aunque quizás esta ocurrencia haya servido también a Borrell para desplegar una cortina de humo, que disimule las criticas recibidas de miembros del parlamento europeo, por cómo gestionó la crisis del envenenamiento del opositor Alexis Navalny o como ha desarrollado su labor respecto a la presión de la Unión Europea contra las dictaduras de Cuba y Venezuela.

Porque claro a la Unión Europea les sobran riesgos y amenazas externos e internos, fíjense estos días como ha vuelto otra vez a producirse, el último fue hace pocos días-semanas, un nuevo atentado islamista suicida, esta vez en Inglaterra en la ciudad del Liverpool y que gracias a la acción heroica de un taxista (no citaré su nombre como han hecho otros por su seguridad) ha logrado o mejor dicho ha evitado una masacre en una maternidad de esa localidad donde pretendía, parece ser, atentar el Yihadista, y donde habían decenas de bebés y sus madres; hay que aprovechar este momento para recordar que muchas veces la acción de un solo hombre tiene consecuencias en el futuro y repercusiones en la Historia o al menos en muchas historias de muchas personas lo cual es extraordinario, muchas gracias Mister D.P.

Pero claro está, por otra parte sigue la amenaza del coronavirus, se incrementan las restricciones en muchos países europeos, en los Países Bajos, o en Austria, o en Irlanda donde se confinan a los no vacunados, o se impone el toque de queda, pero mientras que en esos países se incrementa la ocupación hospitalaria, gracias a Dios en España los datos de stress sanitario/hospitalario son más positivos aunque los contagios se incrementen, por eso hay que ser muy prudente con limitar y restringir los derechos y libertades de los ciudadanos por su impacto en la democracia y en la economía.

Por eso hay que trabajar mucho en las estrategias y sus objetivos, ya sean geopolíticas, antiterroristas, o sanitarias, para evitar improvisar sólo pensando en construir relatos en corto, porque sino puede ocurrir lo que ha conseguido Putin de Borrell; que ante la presión euroasiática en las fronteras polacas, la estrategia lógica era reforzar el vínculo transatlántico con los USA, único actor internacional que puede frenar a los rusos. En cambio Borrell ha optado por, como en anteriores ocasiones y crisis ( y conducentes al fracaso) , por el “más Europa”, alentando una ilusoria independencia estratégica europea, que nos aleja del Tío Sam (serán efluvios bolivarianos) y nos hace caer en una trampa ajedrecística, pero no en el Gambito de Dama, sino en el Gambito de Putin.

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