VALÈNCIA. Pase lo que pase, pasará a la historia. Tanto si se quema mañana o pasado. Con público o sin público. Si se queda en la plaza del Ayuntamiento o la trasladan a un almacén. A pesar, incluso, de su propio lema: Todo esto pasará. La falla que habla de la calma, de la reflexión. La falla de lo relativo asume ahora el peso simbólico de una cancelación de las fiestas que automáticamente la eleva como icono. “En el epicentro del ruido estamos plantando un espacio de silencio”, explicaba Escif hace pocas semanas sobre su proyecto de falla municipal, levantado junto a José Ramón Espuig y Manolo Martín. Efectivamente, Todo esto pasará se ubica en una plaza en la que hay mucho ruido, pero, sobre todo, ruido mediático, murmullo en los supermercados, conversaciones de barrio. Porque ruido, ruido de aquel que huele a pólvora, en la plaza ya queda poco. A las dos del mediodía de este miércoles no sonó ni un aviso de disparo ni un terremoto final. Nada. La mujer que medita, figura central de una falla por montar pero que ya descansa en la plaza, reposaba ayer en un entorno de tensión a bajo volumen. Muchas fotografías, miradas curiosas y cámaras de televisión, sí, pero en unas calles más vacías de lo habitual, una situación excepcional en la que todavía quedan muchas incógnitas por resolver. Pero, sí, también esto pasará.
Las Fallas han sido aplazadas en un clima de incertidumbre, especialmente para los ninots ya plantados con mucho mimo y tremendo esfuerzo por unos artistas falleros que cada año se dejan la piel, a pesar de la precariedad laboral que atiza al sector. Entre tanto ruido, allí sigue la meditadora. Pensante, con los ojos cerrados, ajena a lo que está pasando a su alrededor. O casi, porque nada se le escapa a una mujer que, aunque sin mirar directamente, es consciente de las miradas que recibe. Desde ayer por la mañana se muestra con la boca tapada por una mascarilla (debe ser una de las pocas que quedan en las farmacias), una pieza que el estudio del artista ya tenía previsto colocar pero que, con la cancelación de la fiesta, adquiere un nuevo significado. “Ahora cobra más sentido el lema”, explicaba a Plaza Radio la autora de la mascarilla, Marta Ródenas, que confeccionó el lunes a toda prisa sin saber exactamente cuándo la iban a instalar. Finalmente, la cruda realidad de la fiesta les dio la respuesta. Y es que, el lema ha resultado “premonitorio y acertado”, que decían ayer desde la asociación València Capital Mundial del Diseño. Pero no solo la casualidad hará que este proyecto sea recordado, sino también una narración que lo ancla a la actualidad y que lo convierte casi en un actor más de todo aquello que está sucediendo. En gerundio, porque la falla nos sigue interpelando.
“Es muy mágico cuando de repente, de manera intuitiva o como experimento, te pones a conjugar ideas y aparecen nuevos significados, aunque en realidad ya estaban ahí. Durante muchos años he estado pintando escenas en la calle y las acompañaba de un pequeño texto. Me daba cuenta de que daba igual el texto que pusiera, porque siempre funcionaba. A veces hacía pruebas poniendo una palabra o la contraria, pero siempre contaba algo. Todas las posibilidades son posibles y el arte se encarga de proponerlas”, explicaba Escif durante una entrevista con Culturplaza hace pocas semanas, en conversación con Teresa Juan, comisaria de su exposición en el Centre del Carme. Si bien en este caso se refería a los textos que acompañan sus murales o a los carteles que suelen hacer de guion de los ninots, en este caso es la propia actualidad la que funciona como 'texto' que modifica la lectura del trabajo escultórico. La falla está ahí, pero ahora desvela nuevos significados.
La falla, esa oda a la meditación, puede ser leída ahora de nuevas maneras, en un discurso totalmente afectado por la actualidad. Y Escif lo sabe. “Se está demostrando que las únicas armas que tenemos para combatir esta crisis son la paciencia, la calma y la esperanza. Tenemos que conseguir decelerar el movimiento de la sociedad el tiempo suficiente como para que la gente ya infectada pase la enfermedad y no la siga propagando”, explicó ayer en un comunicado, emitido pocas horas después de que se anunciara que se aplazaban (entonces sin propuesta de fecha) las Fallas. Las claves de este momento, repite: paciencia, calma y esperanza. Y un lema que no deja de adquirir peso: Esto también pasará. Son estas nuevas lecturas que va adquiriendo el monumento las que llevaron al artista a pedir que se deje la falla instalada en la plaza del Ayuntamiento hasta que sea pasto de las llamas. Y parece que será pronto.
“Una de las funciones primarias de la cultura es la de reforzar el imaginario simbólico de cada sociedad. El arte tiene esa capacidad mágica de trabajar con el subconsciente colectivo de toda una sociedad. La batalla contra el coronavirus es una batalla de comunicación y concienciación. El buen uso de los medios y de los símbolos será aquí crucial para conseguir restablecer la calma. Es por estos motivos por los que proponemos mantener la gran meditadora en la plaza, hasta que se reanuden las fallas. Un símbolo de paciencia, calma y esperanza tan necesario en estos días”, recalcaba Escif en el comunicado. Su vida ha sido extraña, distinta, a trompicones y, parece, acabará de manera prematura y sin haber desplegado todo su potencial. Pero esto no parece ser un problema desde el punto de vista artístico para una falla que ya ha demostrado su capacidad de digerir la realidad y convertirse en canal de todo aquello que la rodea. Pase lo que pase, la falla de Escif ya es histórica. Y, ya saben, todo pasará.
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