VALENCIA (EP). Investigadores de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) han visto que la falta de sueño activa en el cerebro las mismas vías químicas que están involucradas cuando se quiere satisfacer el hambre momentáneamente, lo que se conoce como 'matar el gusanillo', que a su vez también se han asociado con el consumo de marihuana.
Así, los autores de este trabajo publicado en la revista 'Sleep' han visto que tras una noche sin dormir aumentan las señales químicas que regulan el hambre o el placer, lo que podría asociar la falta de sueño con el aumento de peso.
"Nuestro estudio se suma a la creciente literatura científica que sugiere que, junto con los cambios en la leptina y la grelina, las alteraciones en los endocannabinoides que favorecen la ingesta de alimentos pueden alterarse con la falta de sueño y favorecer que se coma en exceso", ha destacado Erin Hanlon.
Los investigadores estudiaron a 14 adultos jóvenes sanos de entre 18 y 30 años que durmieron bien durante cuatro noches seguidas, una media de ocho horas y media, y a continuación pasaron otras cuatro noches seguidas durmiendo una media de 4,5 horas.
Las pruebas se llevaron a cabo en un laboratorio del sueño y, cuando estaban despiertos, los participantes fueron recluidos en una habitación en la que llevaban una vida sedentaria y comían siempre a la misma hora (a las 9 de la mañana, a las 2 de la tarde y a las 7).
En cada prueba, la ingesta de calorías fue controlada durante los tres primeros días y en el cuarto día, a los participantes se les permitió comer lo que quisieran en un 'buffet' libre adaptado a sus gustos alimenticios. No obstante, también se les midió la ingesta de calorías y se les realizó una analítica de sangre.
Asimismo, los participantes también respondieron preguntas sobre su hambre, el apetito, el nivel de energía y el estado de ánimo cuando se les tomaron las muestras de sangre, 25 minutos antes de cada comida y una hora y media después.
Los picos máximos se suelen dar por la tarde
Durante los cuatro días que durmieron poco, los participantes tenían niveles más altos del endocannabinoide araquidonoilglicerol-2 (2-AG), una señal química que hace que los alimentos, en particular la comida basura, resulte placentera. Esta sustancia química suele presentarse en sangre en niveles bajos durante la noche y aumenta de manera constante por el día, llegando al pico máximo por la tarde.
Sin embargo, en la fase de privación de sueño, el 2-AG se mantuvo elevado al final de la noche, cuando los participantes presentaron las puntuaciones más altas de hambre.
"Estos son los primeros resultados que muestran que la restricción del sueño influye en el sistema endocannabinoide de los seres humanos", ha destacado Frank Scheer, del Programa de Cronobiología Médica del Hospital Brigham and Women de Boston que escribió un comentario adicional al artículo.
Estudios anteriores habían demostrado que la pérdida de sueño experimental "provoca un aumento de la grelina, conocida como la 'hormona del hambre', y una disminución de la leptina, conocida como la 'hormona de la saciedad'", dijo Scheer.