VALÈNCIA. En pleno debate sobre la conveniencia de contar o no con un museo del cómic, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) da un paso al frente reivindicándose como el hogar de un sector que ha coqueteado con varios centros sin llegar a comprometerse con ninguno. La pinacoteca dirigida por José Miguel García Cortés trabaja en una exposición documental que abrirá sus puertas el próximo 27 de julio en la Sala Biblioteca, un proyecto con el que se mostrará al público una parte de los aproximadamente 2.000 fanzines que donó a la pinacoteca Álvaro Pons, profesor de la Universitat de València y uno de los mayores expertos en la materia. La exposición, que todavía no tiene título, quiere dar cuenta de la fascinación en torno al formato a través de un centenar de ejemplares que, desde los años 70, generarán dos discursos: uno de ámbito nacional y otro valenciano.
Si, desde un punto de vista cronológico, los años 70 son el punto de partida, la meta –al menos hasta ahora- se fija en el pasado fin de semana, cuando el Teatre El Musical acogió la nueva edición del festival de autoedición gráfica y sonora Tenderete. Entre otras, algunas de las nuevas incorporaciones son piezas firmadas por las autoras María Medem o Roberta Vázquez. “El fanzine está produciendo como nunca, con propuestas rompedoras, imaginativas y muy interesantes”, explica Pons quien actuará de comisario de la muestra que surge de su propia colección. Este recorrido quiere ser reflejo de la variedad de formas y temáticas de las que se puede nutrir este tipo de publicaciones, como de una publicación fotocopiada se ha pasado al conocido como prozine –un fanzine editado con medios profesionales- o del espíritu de batalla a uno más creativo.
“El fanzine es un espacio donde todo es posible. Hubo un momento en el que incluso revistas institucionales tomaron algunos de sus elementos, lo que parece un contrasentido”, indica el coleccionista, que donó en enero al IVAM una colección en la que se encuentra “casi todo lo publicado en España en las últimas décadas”. Entre los numerosos ejemplares, Pons posee gran cantidad de fanzines de cómic históricos, tanto nacionales -Nosotros somos los muertos o Tmeo-, como internacionales -el mítico ZAP comics, considerado el primer fanzine, editado en Estados Unidos en 1963-. La donación también incluye fanzines de cómic valencianos coleccionados desde su nacimiento como formato artístico en València a mediados de los 70. Entre ellos destacan: Avalenciaa, uno de los primeros trabajos de Javier Mariscal, o Ademuz. KM6. “En los años 70 la única manera de hacer un fanzine era cometiendo un delito […] Actualmente convive en armonía tanto el experimental, en fotocopia con otros con una factura excepcional”.
Precisamente el objetivo de la muestra es mostrar un abanico diverso que vaya de los gamberros Tmeo o el Condón de José Tomás al Nosotros somos los muertos de Max. Con la donación de 2.000 ejemplares, que se suman al centenar con el que ya contaba la pinacoteca, el IVAM se sitúa a la cabeza de los museos con una importante colección de unos fanzines que son bien escurridizos. “El espacio del fanzine es complicado. No son fáciles de obtener, sus canales de distribución no son los habituales y en ocasiones hablamos de tiradas tan limitadas como diez ejemplares. Si son difíciles de obtener también lo son de conservar. Su naturaleza es frágil”. No es poco importante este punto pues la exposición no es sino el aperitivo de un proyecto mayor, el de generar una fanzinoteca en el museo con el que los fondos, además de estar conservados, puedan ser consultados por investigadores e interesados en su estudio, un espacio que se prevé este listo antes de que finalice el año.
Si la donación efectuada por Pons se centra principalmente en los fanzines de cómic, la intención es que una vez puesta en marcha la fanzinoteca sirva como reclamo para que distintos coleccionistas depositen sus ejemplares engrosando los fondos con ejemplares que trabajen sobre otros ámbitos, como puede ser la literatura, la música o el cine. Según indica el comisario, actualmente España solo cuenta con una fanzinoteca ambulante en Barcelona y una puesta en marcha este mismo año en la Biblioteca de la Región de Murcia, ambas con “fondos muy pequeños”. Actualmente en Europa existen dos fanzinotecas importantes, una en Potiers y otra en Forli (Lombardía), mientras que el Museo Reina Sofía cuenta con una pequeña colección, todas ellas con un menor número de fanzines que los que ha donado Álvaro Pons al museo valenciano.
“El IVAM entra directamente en primera línea, la gran fanzinoteca en España será la suya”. Si ya se está trabajando en contactos con centros internacionales para trabajar conjuntamente, el grueso del tiempo se lo lleva ahora la catalogación de los centenares de ejemplares que por su propia naturaleza han “dinamitado” las normas con las que se trabaja a este respecto, lo que lleva a tener que impulsar una tarea casi detectivesca para identificar la autoría o incluso una serie completa, pues los formatos pueden cambiar entre número y número de una manera radical. La inminente exposición y próxima configuración de este espacio específico de consulta no hace sino explicitar la intención de la dirección del IVAM de convertirse en el centro de referencia de este ámbito, algo tuvo su punto de partida hace un año.
Con la exposición VLC. Valencia Línea Clara, el museo presumía de abrir las puertas a la disciplina, una muestra con la que se "rompe un silencio injustificado de una a una de las materias artísticas más importantes del último siglo”, declaraba en verano de 2016 el director del museo. A esta declaración de intenciones le seguía la adquisición de una selección de obras de Peter Petrake realizadas en tinta y acuarela sobre papel por Miguel Calatayud, considerado el gran renovador de la ilustración en los años 80, y que se habían exhibido en la mencionada exposición. Con estas dos acciones se ponía la primera piedra de lo que prometía ser un proyecto a largo plazo por integrar el cómic en el discurso del museo de arte moderno, al que le ha seguido la muestra monográfica dedicada a Daniel Torres: La Casa, crónica de una conquista.
Físico por decisión, lector de tebeos por vocación y coleccionista de fanzines y tebeos como pasión, Àlvaro Pons compagina su trabajo como profesor en la Universitat de València con la divulgación y proselitismo del tebeo. Comienza a escribir sobre tebeo a finales de los 80, ha colaborado en fanzines y revistas como El Maquinista y EMM para pasar después por un montón de cabeceras como Volumen, Nemo o La guía del cómic. En 2002 pone en marcha el blog La Cárcel de Papel, que en 2016 resulta en el libro La Cárcel de Papel. Diario de un lector de tebeos. Pons ha ganado varios premios por su labor divulgativa entre ellos, el galardón a la mejor labor de divulgación del Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2009.
El IVAM explora la idea de narración en Suspensión de la incredulidad, la primera exposición en España de la artista