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La Filmoteca recuerda a Ida Lupino, la única directora en el Hollywood de los 50

Ida Lupino fue la única mujer que en los años 50 dirigió películas en Hollywood. El ciclo repasa su filmografía detrás y delante de la cámara

26/02/2021 - 

VALÈNCIA. La Filmoteca presenta durante los meses de marzo, abril y mayo un ciclo sobre la directora y actriz Ida Lupino, la única mujer que dirigió películas en el Hollywood de los años 50, aunque para hacerlo tuvo que montar su propia productora. Con este ciclo, la Filmoteca reivindica su trabajo tanto delante como detrás de la cámara.

Si bien su faceta como actriz es bastante conocida para el gran público, su trabajo como directora no es tan conocido, desarrollado a partir de 1948 con su propia productora independiente, fundada con su marido, el guionista Collier Young, Emeral Productions, que se convertiría en Filmakers.

Con poco tiempo y dinero, pero con una gran libertad creativa, pudieron tratar temas sociales desde un cine de ficción despojado del artificio de Hollywood. Algunos de estos temas eran la maternidad no deseada (Not wanted) la discapacidad (Never Fear) la violación (Outrage) la adopción, el trabajo femenino fuera del hogar o la masculinidad en crisis (El bígamo). Temas conflictivos para la época que les supusieron no pocos problemas con el Código Hays.

Lupino escribió los guiones y controló la producción de las películas de Filmaker y acabó dirigiendo, por casualidad, cuando al tercer día de rodaje de Not wanted el director Elmer Clifton sufrió un infarto. A pesar de no aparecer como directora en los créditos, el film avanza las principales características de la Lupino directora, realismo próximo al documental, rodaje fuera de los estudios y una economía narrativa que no permite desviarse de la trama esencial.

Incluso El autostopista, su film más conocido y el primer thriller dirigido por una mujer, a pesar de ser una obra de género, está basado en un hecho real y filmado con la misma sobriedad que su cine más social.

La psicología de sus personajes es otro de los aspectos que destacan de la obra de Ida Lupino. En las protagonistas de los films que dirigió, aunque alejadas de los entornos del noir, se aprecian rasgos comunes con algunos de los personajes que ella interpretó, su resistencia, su carácter de supervivientes que están en la cuerda floja, personajes en los márgenes de la sociedad a punto de dejarse vencer pero manteniéndose a flotación. Como la Marie de El último refugio que quiere, por encima de todo, volver a un pasado del que huyó, un pasado que podría ser el de las protagonistas de Outrage o Not wanted.

El personaje interpretado por la propia Lupino en El bígamo arrastra su desencantamiento con la misma dignidad que la ciega a quien encarna en La casa en sombra film en el que también intervino como directora (de nuevo sin acreditar) durante las ausencias de Nicholas Ray.

Poco sabemos habitualmente de las vidas pasadas de las heroínas del cine negro clásico, pero los dramas que escribe, produce y dirige Ida Lupino se hunden en estas heridas. Sus protagonistas sufren un trauma y huyen de sí mismas antes de poder aceptarse y recuperar una dignidad que creían perdida por haberse quedado fuera de la norma patriarcal, por ser cojas, víctimas de una violación o madres solteras.

Desde mediados de los años 50, exceptuando algún trabajo como actriz y Angeles Rebeldes que realizó en 1966, Ida Lupino trabajó en la televisión y dirigió más de sesenta episodios de series como Alfred Hitchcok presenta, La dimensión desconocida, El fugitivo o Tate, de la que están programados dos capítulos dentro del ciclo. En algunos de ellos mostró su mirada personal, pero nunca de una forma tan libre y elocuente como en los cuatro largometrajes que se pueden ver este mes en la Filmoteca.

En su faceta de actriz, de la que también tendremos una muestra en el ciclo de la Filmoteca, Ida Lupino intervino a partir de los años 30 en películas de todos los géneros, pero destacó, sobre todo, en el cine negro haciendo papeles de mujeres de fuerte personalidad, desde femmes fatales a buenas chicas con un turbio pasado. De su trabajo como actriz cabe señalar la elocuencia de sus ojos para expresar ira, odio y un amargo desencantamiento.

A mediados de los años 40, empezó a enfrentarse con el estudio por los papeles que recibía y, por ello, sufrió períodos de suspensión de empleo. En esta época empezó a interesarse por el proceso creativo detrás de la cámara animada por grandes cineastas como Raoul Walsh y Roberto Rosellini.

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