Pasamos una mañana con Paloma y Varo, organizadores del Funtastic Drácula Carnival, cuya XI edición arranca mañana en Benidorm
VALENCIA. Un festival sin patrocinadores privados ni subvenciones públicas; que no hace publicidad ni emite acreditaciones de prensa. Un festival que se resiste a crecer, a pesar de vender sus 800 entradas en cuatro minutos, dejando a 3.000 con las ganas. Al Funtastic Drácula Carnival le precede su merecida fama de fiesta bizarra, colorista e intergeneracional. Aquí manda el rock and roll, el garage punk y el R&B, pero también los espectáculos de variedades, las gogós en bikini, los monstruos mutantes, los vampiros y las proyecciones en Super 8. No todo el que va se acuerda de lo que ha hecho, pero el caso es que todos repiten. Son juergas de tres días que dejan anécdotas para un año. La que sigue es la historia del bicho raro de los festivales de música. Deliberadamente marginal, deliberadamente fantástico.
Nos encaminamos un sábado por la mañana a casa de Paloma Borbone y Sr. Varo, una santanderina y un asturiano que hace ya muchos años que hicieron de Valencia su hogar. Esta pareja de veteranos del rock and roll –ella fue miembro de bandas seminales del underground nacional como Ulan Bator Trío y Los Borbones, y él como batería de Dr. Explosion durante doce años- son los dos únicos organizadores de este festival atípico. La oficina es su propia casa. En ella encontramos apiladas cajas con cartelería y algunas manualidades con forma de ojos sangrantes que formarán parte de la ambientación de la discoteca Ku de Benidorm, donde mañana viernes arranca la XI edición del Funtastic. “Los carteles nos acaban de llegar, los imprimimos para regalárselos como recuerdo a las bandas y los pinchadiscos. No los pegamos por la calle”, aclara Paloma. Una primera muestra de que aquí se hacen las cosas de forma diferente (por no decir justo al revés) de lo habitual. “Somos unos privilegiados por no tener que gastarnos un duro en publicidad”, añade su compañero.
Para contar la historia del Funtastic hay que hablar antes del Wild Weekend, un evento igualmente loco y desquiciado, pero de temática exclusivamente sixties, del que se celebraron tres ediciones en el Casino de Benidorm.
Paloma: “El Wild Weekend se hacía en Inglaterra, pero allí a las tres de la mañana te tiraban a la calle. Un año estábamos allí haciendo piña un grupo de energúmenos españoles y holandeses (que son los que siempre nos quedamos los últimos). Nos encerramos con los Ass Draggers en uno de los apartamentos del festival, tiraron las llaves y la liamos. Se rompieron algunas cosas. Al día siguiente mandaron a los Ass Draggers de vuelta a España, y nosotros, muy enfadados, dijimos aquello de “¡Esto en España no pasa!” Y así fue, decidimos hacerlo aquí. Estuvimos mirando primero en el pueblo ese de Almería donde se rodaban las películas del Oeste, pero la logística iba a ser demasiado complicada. Al final acabamos en el Casino de Benidorm. Le dije al dueño, que era muy fino, que éramos una fiesta de los sesenta. “¿En plan Karina?” “Sí, sí, en plan Karina…” La cosa coló y el primer año se hizo dentro del casino. Pero al año siguiente ya nos pusieron fuera una carpa (carcajadas)”.
Después de tres ediciones de éxito absoluto, con un público mayoritariamente extranjero, los socios de Paloma y Varo en el Wild Weekend decidieron trasladarse a vivir a Australia. Para no repetir la misma fórmula, ellos dos decidieron crear otra nueva, con más punk y música negra. Este “spin off” se bautizó como Funtastic Carnival Festival.
El problema es que, en palabras de Paloma, “casi todos los negros que nos gustan se han muerto y otros están demasiado hechos polvo como para viajar”. Así que el espectro musical del festival se amplió al garage y a bandas más jóvenes. A pesar de la “espinita” de no haber podido contratar a The Cramps cuando Lux Interior seguía con vida, el Funtastic puede atribuirse el mérito de haber traído a Europa en exclusiva a bandas como los Mummies (que repiten en esta edición), Los Saicos o Teengerate, todos ellos reunidos especialmente para la ocasión tras años de ausencia. “Al principio nos costaba más conseguir este tipo de cosas –explica Paloma-, pero al final, al ser grupos que se mueven en el mismo círculo, unos hablan con otros y son ellos mismos los que nos escriben diciendo que quieren venir para vivir la experiencia y quedarse toda la semana”. Uno de estos casos es el de nos norteamericanos Young Fresh Fellows, que forman parte de esta XI edición. “Que gente que va en avión privado quiera venir a este agujero es flipante”, bromea la ex Borbona.
Otros dos secretos del éxito del festival son la ciudad (Benidorm es un destino rock and roll friendly, con una escena musical propia y eventos ya instalados como el Low, el Fuzzville!! o el Iberia), y el recinto
¿Una discoteca de los años setenta con forma de ovni, en la que además han actuado Led Zeppelin y James Brown? El hallazgo es imbatible, aunque no llegó a la primera. Las primeras ediciones se celebraron en Valencia; en Spook Factory, Barraca y una sala de Massanasaa. “Aquí todo eran problemas”, explica Paloma. Y lo ilustra con una anécdota. “Un año, después de haber reservado habitación para más de cien personas y haber pagado por adelantado más de 6.000 euros, me llaman los del hotel por la mañana para decirme que “los de su boda” estaban comiendo demasiados cruasanes en el desayuno. En Benidorm eso no ocurre. Allí son todo facilidades. Viven de eso y tienen cultura de turismo. Atienden tus necesidades y no te hacen preguntas”.
“La sala es increíble, está llena de recovecos, tiene piscina, buena ventilación y suena muy bien. La putada es que se nos queda pequeña”, concede Varo. “No paramos de buscar otros sitios, pero otro ovni no hemos visto”, añade su socia.
“Crecer implicaría profesionalizarlo y entrar en un mundo que nos horroriza –dice Varo-. Significaría entrar en eso de que para que te vayan bien las cosas tienes que ser un buen profesional del marketing, en vez de un fan al que le gusta la música y ya está”.
Su alergia hacia las marcas es bien conocida. “Se nos ha acercado alguna, pero tampoco te dan tanto dinero y además te mandan un tío que está todo el tiempo supervisando. Te obligan a poner en fondo del escenario el logo de turno a un tamaño que se ve casi más que el del festival. Tienes que poner una decoración y unas luces determinadas para resaltar la marca; obligan a tu público a beber pócimas horribles y a hacerse fotos. Si aún te pagaran el festival entero, pero ¿para que te den 8.000 euros tarde, mal o nunca? No queremos pasar por ahí”, conviene Varo, que este año actuará además con su antigua banda Las Munjitas del Fuzz, junto a sus compadres en Dr Explosion Félix Domínguez y Jorge Muñoz-Cobo.
La única colaboración privada que tienen este año es la del estudio de tatuajes No Land Tattoo Parlour que abrió hace unos meses su amigo el veterano tatuador valenciano Sento. No es casualidad que este estudio, patrocinador de los conciertos matutinos en la sala Rockstar, tenga en su nómina de artistas de la tinta a conocidos músicos como el australiano Jonnhy Casino o Don Rogelio J., cantante y guitarrista del grupo Aullido Atómico (que también forma parte del cartel de este Funtastic). Al final, todo queda en casa.
“Cuando empezamos buscábamos grupos que nos gustasen muchísimo y a poder ser que no hubiesen tocado nunca en España. Pero cada vez es más difícil. Ahora solo pedimos que nos gusten, pero también que sean festeros (y si van disfrazados, mejor) –aclara Paloma-. Hay grupos que nos encantan pero que nunca los traeríamos porque no tienen un verdadero show. Lo mismo ocurre con los pinchadiscos. Hay gente que tiene muy buen gusto, pero no todo el mundo sabe levantar una pista y poner a bailar toda la noche a mil personas”. Por supuesto, otra de las premisas es que tienen que pinchar con vinilos “y además originales”, puntualiza.
En cualquier festival de música, son muchas las cosas que ocurren detrás del escenario sin que el público se percate. Es habitual que se masque la tragedia varias veces al día, y que al final todo acabe resolviéndose. Digamos que el trabajo de producción es un eterno tránsito del pánico a la euforia, y vuelta a empezar. “Sí, nos ha pasado de todo. Todos los años hemos tenido la sensación en algún momento de que se nos iba de las manos…”, arranca Varo. “Para la primera edición trajimos a una cantante de soul de Nueva Orleans, Betty Harris, que estaba como una chota. Cuando vio la sala llena de gente nos pidió mucho más dinero del que habíamos acordado. Y, como no aceptábamos, dijeron a gritos que no tocaban y que se largaban. Paloma se puso a llorar. Los machacas de Spook que no les dejaban salir de la sala… Un número”.
“Años después vi la película “Cadillac Records”, sobre la historia de la discográfica Chess, y lo entendí mejor. Los negros como Harris vivieron lo peor en su época. Los blancos les explotaban, les convertían en estrellas y luego ellos no veían un duro. Así que, claro, esta señora se creía que todavía estaba en los años 50 y que queríamos timarla”. “Eso sí, al final salió a actuar y lo hizo de puta madre, con una sonrisa enorme. Se notaba que era una gran profesional”, recuerda Varo.
La historia del Funtastic está jalonada de muchos otros hitos, como el concierto de los Gories, el de los surfistas retrofuturistas Man or Astroman? o el de la banda peruana de garage punk Los Saicos. “Este último lo recuerdo con mucho cariño porque los pobres empezaron asustados, desafinando. Era la primera vez que tocaban en no sé cuánto tiempo. Fue el público el que les levantó a ellos, cantando como locos las canciones de memoria” (Paloma).
“Los funtásticos [término con el que se conoce a los asistentes habituales del festival] son imprescindibles para nosotros, por eso aquí contratamos a una empresa de seguridad que nos cuesta el doble, pero que sabemos que están para ayudar a la gente, no para cortar el rollo. Tampoco tenemos zonas VIP ni tonterías de esas. A los artistas les damos tickets para beber en las barras y que no se encierren en el backstage. Aquí se mezclan con el público, bailan y hacen amigos”.
Desenterramos más momentos especiales, como el debut en Europa del cantante de R&B Nathaniel Mayer. “Tenía más de setenta años y era la primera vez que salía de Detroit en toda su vida –aclara Varo-. Había sido adicto al crack. Alguno de estos fans que se dedican a hacer arqueología de la música lo encontró por ahí de homeless. Reunieron a un grupo de músicos que le admiraban para montar una banda con él y sacarle de la calle. Ahí fue cuando lo trajimos”. Paloma: “Mayer no paraba de decir “I like Spain! I like Spain”!... pero hablan todos muy raro”. “Sí, es que hablan español”. “Ohhhhh!!” El pobre no entendía nada”. “Había sufrido un infarto hacía un mes y pico y no nos lo había querido decir para no asustarnos. Pero dio un conciertazo brutal, e incluso concedió una entrevista a una tele local para un programa que presentaba Chimo Bayo”. “Era la primera vez que hablaba para la tele (ya ves, una cadena cutre), pero como no lo había hecho nunca apareció en la entrevista con una pinta flipante, con un collar de perro con incrustaciones, unas gafas súper extrafalarias, una boina y un bastón” (carcajadas). “Murió a los dos años, y nosotros y otros colegas músicos pusimos dinero para su entierro porque era muy pobre. Su viuda nos mandó una carta de agradecimiento y nos dijo que le habíamos hecho muy feliz en sus últimos años. Imagínate el orgullo que significa eso para nosotros”.