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crónica de concierto

La gente quería fiesta y Plácido se la dio

Se celebró este sábado el décimo aniversario del Centro de perfeccionamiento Plácido Domingo, con la presencia del músico cuyo nombre lleva y que lo ha tutelado desde el principio. Dependiente del Palau de Les Arts, ciento noventa y dos becarios (contando la promoción en curso) han pasado por allí para perfeccionarse como cantantes

1/04/2019 - 

VALÈNCIA. Empezó a funcionar el Centro durante la temporada 2009-10, con Helga Schmidt como intendente de Les Arts. Una rigurosa selección de los aspirantes, dirigida por el propio Plácido, dio paso a la primera promoción. Los becarios reciben clases de Técnica vocal, Expresión corporal, Idiomas, Interpretación, Psicología y Técnica Alexander. Participan, por otra parte, en muchos aspectos de la vida de Les Arts, asistiendo a clases magistrales y encuentros con directores y cantantes que actúan en la ópera valenciana. Mariella Devia, Gregory Kunde, Eva Mei o Paolo Bordogna son algunas de las figuras que han impartido Masterclasses en el Centro. El curso es gratuito para los seleccionados, que reciben, además, una ayuda de 1200 euros al mes.

Alberto Zedda y José Miguel Pérez Sierra llevaron la dirección del mismo inicialmente, apoyados también por Ruggero Raimondi. Llegó en 2013 Davide Livermore, quien asumió antes esta función que la dirección artística de todo el recinto, en manos de Helga Schmidt hasta enero de 2015. Plácido Domingo ha participado siempre activamente en el proyecto, pero sin ostentar el cargo de director. Nombres importantes en la práctica o la enseñanza del canto en Valencia, como los de Ana Luisa Chova, Enedina Lloris u Ofelia Sala han acompañado también a los alumnos en su formación.

Esta formación, además de las clases, incluye la participación en los espectáculos que se dan en el recinto. Ya sea en algunos montajes de la Sala Martín i Soler, en el ámbito sinfónico-coral destinado al Auditorio superior o, también, con papeles pequeños, en la Sala Principal. Entre los primeros cabe recordar, por ejemplo, Judita Triunfans de Vivaldi, Il mondo della luna (Haydn), The turn of the Screw (Britten), Philemon uns Baucis (Haydn), Café Kafka (Francisco Coll), Silla (Handel) o Narciso (Scarlatti). Fabio Biondi los dirigió en la Pequeña Misa solemne de Rossini, y han llevado la ópera a barrios y pueblos con Bastien und Bastienne, de Mozart, en un montaje de Davide Livermore, albergado en un camión que se transforma luego en escenario. Puede observarse que el repertorio es variado, desde la música barroca a la más estricta contemporaneidad, aunque siempre adecuado para un desarrollo sano de la voz. En las representaciones de las tres salas acompaña a los becarios la orquesta de Les Arts, teniendo así el soporte de una agrupación que se cuenta entre las mejores de España. Está abierta ahora la convocatoria de las audiciones para la promoción del curso 2019-20.

Foto: MIGUEL LORENZO

En el concierto de este sábado participaron Maite Alberola, Vicent Romero, Marina Pinchuk, Pablo García López, Germán Olvera, Nozomi Kato, Fabián Lara, Arturo Espinosa, y Vittoriana De Amicis. Formando parte del coro, miembros de la actual promoción (2018-19). Y, naturalmente, llevaba la batuta Plácido Domingo, dirigiendo a la Orquesta de la Comunidad Valenciana (nombre oficial de la agrupación)

Algunos de los que no estaban en la celebración, habiendo sido también destacados miembros del Centro, tenían buenas razones para ello: la soprano Angel Blue, por ejemplo, de la primera promoción, había actuado en la Royal Opera como Violetta Valery de La Traviata (enero), compaginándolo con Mimí de La Bohème en la Sächsiche Staatsoper y Dresden Serperoperen, (desde diciembre de 2018 a julio de 2019). Mattia Oliveri, de la promoción 2014-2015, está haciendo Dandini, de La Cenerentola, en la Scala de Milán. Podríamos seguir dando nombres, algunos en roles principales, otros no tanto, pero muchos integrados ya plenamente en los circuitos del canto profesional al que querían dedicarse.

En el concierto del sábado, con el auditorio superior del Palau de les Arts repleto de gente, se desgranó un programa  centrado en el repertorio francés, con obras de Offenbach (Los cuentos de Hoffmann), Gounod (Romeo y Julieta) y Bizet (Carmen). Tuvieron como preludio la espectacular Marcha húngara de La damnation de Faust (Berlioz). Plácido Domingo sabe muy bien qué música se debe escoger para empezar y concluir este tipo de celebraciones. Se lucieron especialmente la soprano Maite Alberola, con una voz plena y redondeada, sobre todo en la zona media y aguda, además de una evidente experiencia en la escena; el potente barítono Germán Olvera, a pesar de algún agudo más gritado que cantado; complació la comicidad de Vittoriana De Amicis, y la dulzura de Nozomi Kato, aunque en la primera de sus intervenciones no dio la talla a la que nos tiene acostumbrados. Sí en las otras.

Pablo García López agradó también por su desenvoltura en la asunción del carácter cómico, y Fabián Lara y Vicent Romero se atrevieron con Don José. Pero fue Marina Pinchuk lo mejor de la velada, con una voz y una técnica verdaderamente prometedores.

Terminado el programa, Plácido Domingo se dirigió al público para mencionar, con mucha razón, lo prometedor de la “siembra” que se había hecho en este centro, y anunciar tres números de regalo: dos de ellos, de El barberillo de Lavapiés (Francisco Asenjo Barbieri). El tercero, de La rondine (Puccini). Se decantó en ellos, sobre todo en el último, por ese concepto de final a toda vela, que suele conllevar cierto descontrol. Pero público, alumnos y exalumnos estaban contentos, querían fiesta y Domingo, como siempre, sabía lo que esperaban de él. Y se lo dio.

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