VALÈNCIA. “La extraña emoción de encontrar algo que me gusta y capturarlo para siempre”. De esta forma describe Martin Parr, en una entrevista publicada en 2018 por El Mundo, ese je ne sais quoi en torno al hecho fotográfico. Un instante irrepetible, emocionante, divertido, chocante. Sea cómo sea, todo y nada se concentra en ese preciso instante. El célebre fotógrafo, miembro de la Agencia Magnum desde 1994, protagoniza una de las grandes apuestas del Centre del Carme para la temporada, Parrathon, una exposición que recorre medio siglo de producción de una de las miradas clave de la fotografía europea, tanto por el contenido como por el aspecto formal, caracterizado por un color que en su momento dividió opiniones y que, a la postre, ha creado escuela. “En un momento en el que la fotografía estaba dominada por el drama, él hizo una propuesta que, aunque conectada con la visión social, es desde la ironía y el humor”, explica el gerente del Centre del Carme, Jose Luis Pérez Pont, quien fue el encargado de presentar la muestra junto a la comisaria Nacha Soler y la secretaria autonómica de Cultura, Raquel Tamarit.
La exposición es un viaje por algunos de los temas que obsesionan al autor, instantes que hablan del consumismo, superficialidad o turismo, una fotografía general de una generación acomodada, con el foco puesto en la sociedad británica, un retrato que, quizá, sea el de un mundo pasado. El tiempo dirá. “Las imágenes de Martin Parr son una crítica al sistema desde dentro, mostrando las problemáticas de nuestro tiempo con una mirada irónica capaz de documentar la parte ‘kitsch’ de lo cotidiano”, explican los comisarios de la muestra. La exposición, que se podrá ver hasta el mes de junio, supone una oportunidad única para ver la obra del autor, siendo su mayor muestra desde que en 2004 desembarcara en el Reina Sofía. Inaugurada en Rennes (Francia) el pasado año y de camino a Bélgica y a Corea, Parrathon hace una única parada en España reuniendo más de 200 fotografías y 168 imágenes de su collage ‘Common Sense’.
El viaje de Parr comienza en 1975 y finaliza -al menos en la exposición- en 2019, con la serie ‘Death by Selfie’. En esta última captura a turistas haciéndose un selfie con el teléfono móvil, un trabajo que reafirma su obsesión por el turismo (o los nuevos turismos). En este caso, además, también supone una reflexión sobre el hecho fotográfico, poniendo negro sobre blanco la nueva relación con la imagen y, por ende, con el entorno. Esta serie se conecta de manera indirecta con ‘Small World’, realizada en la década de los 90, en la que Parr siguió los pasos del turista medio para mostrar lo que califica de la “gran farsa” de los viajes, un sistema potenciado por las compañías low-cost. También con ‘The Last Resort’, que firmó entre 1983 y 1985, en la que retrata a familias inglesas de bajos ingresos que pasan sus vacaciones en New Brighton, un pequeño balneario en decadencia cerca de Liverpool, donde evoca su nostalgia de los años 60. “Estandarizado hasta el absurdo, el mundo del turismo se parece cada vez más a un sueño alterado y homogeneizado, cuyo último modelo sería Las Vegas”, explican los organizadores de la muestra, en la que, por cierto, ha quedado fuera del recorrido su trabajo en Benidorm.
Desde el humor y lo grotesco, Parr refleja un modo de vida que es, precisamente, aquel que ahora mismo está en tela de juicio. El del consumo masivo, un planeta exprimido hasta el último recurso, el las élites alejadas de la realidad y los bailes incesantes. Lo hace, eso sí, desde sus individuos, a través de las personas y no tanto de las instituciones que han dado forma al mundo contemporáneo, colándose en la vida de unos protagonistas que se muestran sin complejos. Recordaron los comisarios una declaración del autor, que no pudo asistir a causa de las restricciones de movilidad, al respecto: “Las nuevas clases medias y el impacto de su estilo de vida sobre el medio ambiente van a hacer más daño incluso que la guerra y el hambre. Tú y yo somos los primeros culpables, con nuestros coches y nuestras vacaciones”. Ouch.
La fiesta fotografiada por Parr sube de tono con series como ‘Everybody Dance Now’, en el que retrata cuerpos sudados en discotecas, clases de aeróbic y hasta bailes para la tercera edad, para alcanzar su nivel máximo en ‘Luxury’. Esta serie dirige la mirada a la riqueza, a la ostentación, un trabajo realizado en ciudades como Dubai, Miami, Durban o Moscú, donde fotografió desfiles de moda, hipódromos, ferias de arte o mercados de artículos de lujo. Quizá le sirva al autor una palabra valenciana para incorporar a su diccionario: coentor.
Este universo de lujo se enfrenta, precisamente, a sus primeros trabajos, como ‘The Non-conformists’, en 1975, en el que Martin fotografió tanto el entorno cercano como la vida de los obreros, mineros, granjeros, devotos, encargados de los cotos de caza, colombófilos y los maridos “calzonazos” -palabra de Parr- de un pequeño pueblo de YorkShire. Pocos años después firmaba ‘Bad Weather’, una serie en blanco y negro en la que captura los momentos cotidianos de sus conciudadanos frente a las típicas condiciones meteorológicas inglesas: chubascos, lloviznas, tormentas de nieve. “Por lo general, se te dice que solo fotografíes cuando la luz es buena y el tiempo es soleado, y me gustaba la idea de hacer fotografías solo cuando hace mal tiempo, como una forma de alterar las reglas tradicionales”, explica el artista.
Acompañando a las fotografías, las salas presentan una instalación formada por varias hamacas en las que están impresas algunas de sus imágenes en torno al turismo, un guiño del artista que invita a fotografiarse junto a ellas. Porque, ¿quién no necesita unas vacaciones de las vacaciones?
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