EL CABECICUBO DE SERIES, DOCUS Y TV  

'La Isla de las tentaciones': Pánico a unos cuernos ridículos

No se engañe, Cassavetes habría dado un brazo por ser el autor de Gandía Shore. Los realities, cuando no se repiten hasta la saciedad, son obras de arte de nuestro tiempo. Así lo demuestra La Isla de las tentaciones, de Telecinco y Cuatro, un programa que ha logrado elevar nuestra vergüenza ajena a cimas doradas que ya no se recordaban en la telerrealidad. 

25/01/2020 - 

VALÈNCIA. Decía Furillo que en nuestro trato con los funcionarios sale el empresario explotador que todos llevamos dentro y decimos nosotros que en realities como La isla de las tentaciones lo que sale es el doctor Mengele que todos llevamos dentro. Veamos por qué.

Esta semana ha sucedido un acontecimiento histórico en la televisión española. Todo el país, como un puño, ha seguido un suceso más dramático que si la selección nacional se hubiera jugado una final de la copa del mundo a los penaltis. Toda España una se ha estremecido cuando le han puesto a Christofer, residente en Madrid, 28 años, los vídeos que su novia, Fani, de 34, ha protagonizado en la mansión en una playa paradisiaca en la que la han encerrado rodeada de hombres con la misión de seducirla.

Nuestra nación ha sido un clamor, un grito unánime, deseando ver el sufrimiento atroz de una persona. Palomitas, refrescos, habrá quien se haya puesto algún peloti para presenciarlo, en uno de los instantes de mayor bochorno, vergüenza ajena, dentera, grima, melodrama y, al fin, la catalepsia, de la televisión contemporánea. Vayamos a los antecedentes.

La isla de las tentaciones es un formato que en 2002 ya emitió con gran éxito Antena 3, Confianza ciega. Al igual que la edición de Supervivientes: Expedición Robinson de 2001 con la malvada Francesca de Tarragona, empleada de la Seguridad Social, este, con su Carol Jo, tía formaba parte del Olimpo de lo que podríamos llamar realities de culto. Porque hay un hecho incuestionable con estos programas, son el paradigma del entretenimiento popular del siglo XXI, pero también son muy cansinos cuando alcanzan la edición septuagésima y ahí siguen con sus galas de ocho horas quemando presentadores a priori ignífugos. Por lo que fuese, hay quien habla de una maldición -también puede ser que a la publicidad que busca Antena 3 y a su concepto 'para toda la familia' no lo le interesen estos contenidos-, esta gallina de los huevos de oro se le escapó a la cadena de Atresmedia y es la nueva joya de Telecinco y asociadas.

El mecanismo del reality es de una perfecta sencillez que asusta. Varias parejas se separan. Los hombres se encierran con un grupo de mujeres que, me pregunto por qué, quieren seducirles porque a primera vista se han enamorado de ellos. Sus novias, igual. Van a otra mansión, un resort en la playa, con hombres que casualmente también están colados por ellas. Mejor no enterarse de los porqués verdaderos y pactar con el programa. La idea, el juego, es poner a prueba la solidez de esas parejas. Cuando van hasta las cartolas de caipirinhas ¿podrán resistirse a la tentación que representan cuerpos húmedos semidesnudos que se frotan ingle con ingle a ritmo de reguetón?

Dicen los pedantes que en los realities no hay alta cultura. Pues bien, en La isla de las tentaciones se ha resuelto una disputa histórica entre los discípulos de Freud. A las ideas de Jacques-Marie Émile Lacan que divergían de las de La psicología del yo de Rudolph Loewenstein y Heinz Hartmann. No nos extenderemos, pero Telecinco ha resuelto este cisma en favor de los segundos. Tras un análisis estadístico de todas las declaraciones hechas hasta ahora en este reality, los personajes, por norma general, se han definido de la siguiente manera:

Ante preguntas sobre su personalidad, "¿cómo eres?" contestan: "yo soy yo mismo". ¿Anhelos? ¿Planes futuros?: "ser yo mismo". Cuestionados sobre qué han hecho, a qué se han dedicado estos días o cómo valoran sus actuaciones, responden: "yo he sido yo mismo". Y, por último, a la hora de emparejarse, enamorarse, verse seducidos por otra persona, su elección es clara, reiteran que desean, buscan, persiguen, están a la caza de "alguien que se parezca a mí".

Parece fácil, pero a esa filosofía vital y estructura de la personalidad, hay que añadirle muchas horas de gimnasio e incluso cirugía estética para que el concursante sea homologable. A continuación, unos apuntes sobre lo que hemos visto hasta ahora hacer a estos prodigios del ego.

Cómo ha cambiado este país. Para bien, además. El resort de los hombres era un funeral, todos hablando permanentemente de sus relaciones con honda preocupación, llorando cada diez minutos. Solo ha llorado una mujer en cinco galas por todos los concursantes masculinos en repetidas ocasiones. La mansión de las mujeres, en cambio, era una fiesta de llevar la ropa interior en la cabeza y tirarse semi en cueros a la piscina. Ni dios tocaba a las seductoras, mientras que las novias, una vez libres, se han amarrado a los musculados pretendientes que les han puesto por delante, dos han caído a sus encantos por ahora, y aun así luego ellas se mostraban celosas por ver en los vídeos que sus chicos ¡habían bailado!

Indignadas porque se hubiesen levantado de la silla y movido las caderas con sonrisa bobalicona. Sentencia: el equipo de novias se ha comportado en algunos momentos como un grupo de hombres de los años 40, con su brandy en copa de balón, y ellos, como sus mujeres, amas de casa de la posguerra, que descubren de repente que su marido acude a una sala de fiestas con espectáculo de travestis. Todo el rato abrazándose, dando se apoyo moral, llorando una vez más, hablando de sentimientos, sufriendo por lo que hacen o dicen sus maridos, que en este caso eran sus novias. Sirva como detalle más simbólico que el concursante guardia civil escribe poesía y ha recitado algunos versos.

Quizá era que el drama de que sus novias pudieran fallarles, en público, les tenía atenazados, rígidos ¿Tal vez por el miedo, parafraseando a Def Con Dos, a unos cuernos ridículos? Porque sufrir una infidelidad en directo, en una tentación tan previsible como esta, no podemos decir que sean cosas que pasan, qué le vas a hacer, así es la vida. Está España viéndolo todo con la intención de disfrutar de su escaso tiempo libre y tú has entrado voluntariamente.

Lo grave es que en esta trampa mortal quien ha ido a caer ha sido el bueno de Christofer, teleoperador, que es una de las personas más normales que han entrado ahí dentro. Su pareja, Fani, mayor que él, le tenía atada en corto y es autora de un razonamiento interesante. Dice que estaba tan celosa de él, de todo lo que pudiera hacer, sentía tantos celos, que no pensaba en sí misma. Por eso, en el resort, es la que más rápido cayó en la tentación de la carne.

Como muy bien apuntó Christofer, "le ha venido grande". Ante los focos, Fani ha decidido vivir un romance con el primer tío que le ha gustado. Cuando vio imágenes de las mujeres que tenían que seducirlo a él, dijo que en el programa muy bien, pero luego en la vida real a ver quién aguantaba. Y no porque el chico fuese insoportable, sino porque no tenía glamur. Libre de la monotonía, entre los cocoteros y las lucecitas, Fani entonces decidió beberse la vida de un trago.

Ante las imágenes, Christopher se ha pasado días como un alma en pena, hundido, "como un vagabundo en la calle", en sus palabras. Ella iba a más, decía haberse descubierto a sí misma al contacto con un seductor musculado. Sin embargo, la verdad es una cosa a la que le gusta aparecer de repente, es de las que entran sin llamar y sin haber sido invitada. Animando Fani a que otra concursante besase a uno de los seductores musculados, le dijeron que no, que no manipulase a la gente. Claramente había tomado conciencia Fani de que muy probablemente ya era en esos instantes la mala malvada de España y quería que otras hicieran también lo mismo: caer ostentosamente. No le salió. No obstante, las imágenes de la discusión a gritos entre las concursantes fue bellísima, detrás de ellas, en segundo plano, ajenos al lenguaje humano, los seductores aprovechaban para levantar pesas ansiosos como si les limitasen el tiempo para hacerlo.

Luego le pusieron a Fani los vídeos de su novio destrozado. Ahí se vino abajo. Adelanta Mediaset que próximamente se peleará con el seductor musculado exigiéndole una relación profunda y duradera. Un gesto de desesperación. Mientras se veían esos cortes, Telecinco jugaba con imágenes en las que Christofer, al ver los magreos en la piscina de su novia, salió corriendo hacia el mar gritando su nombre, arrancándose el micrófono, con todo el equipo de grabación detrás, dando la impresión de que quería cometer algo irreversible.

Ha sido especialmente duro que un chico que todos podríamos tener como amigo o parroquiano del bar más cercano haya sido el que se haya llevado la peor parte en lo que llevamos de concurso. Por ejemplo, a Ismael de Barcelona, 23 años, le pusieron imágenes  de cómo le untaban crema a su novia y él, en venganza, corrió a hacerle lo mismo a su seductora venezolana. Previsible como cualquier pieza del National Geographic. Sin embargo, con Christofer nos han tocado a todos los espectadores. Sadismo al principio y compasión al final. Lo que abre la puerta a que Estefanía, si deja de dar bandazos y muestra determinación en el noble arte de la inautenticidad de los sentimientos, le podría esperar un gran futuro en Sálvame, con media docena de apariciones y un robado este verano en la playa. Dicho lo cual, la larga espera hasta la Gala 6 ya puedo decir que es lo peor que le ha pasado a este 2020.

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