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exposición en el museu d'etnologia

La Junta Central Fallera nos 'aguó' la modernidad de la República

Una muestra concentra en dos salas un estudio sobre las fiestas josefinas durante la República y contrapone su carácter popular a las dinámicas actuales

1/03/2019 - 

VALÈNCIA. "La modernidad no se entiende sin la República, pero tampoco se entiende la República sin la propia modernidad". Estas son palabras de Jesús Peris, presidente de la Associació d'Estudis Fallers, que presentó junto al diputado de Cultura, Xavier Rius, y el director del Museu d'Etnología, Francesc Tamarit, la exposición La República de Les Falles una exposición "pequeña en tamaño pero importante en contenido" (según las palabras del propio Tamarit), que quiere contar un periodo en el que las fiestas josefinas vivieron su explosión de popularidad y libertad en la ciudad de València y en los pueblos en los que se expandía rápidamente, como también contraponer ese espíritu crítico y contestatario a la situación después de la Guerra Civil, que se extiende de alguna manera hasta la actualidad. 

La muestra, que se puede visitar en la sala X del Museu d'Etnología, estaba prevista para que se pudiera ver hasta el 31 de marzo pero debido a la convocatoria de elecciones generales se prolongará hasta mayo.

La muestran la forman un centenar un objetos prestados por hasta 26 instituciones, fallas y otros coleccionistas privados, que llenan las dos habitaciones y que no se ha querido ordenar tanto de manera cronológica como temática. En ella se puede recorrer,a través de la estética, lo documental y lo divulgativo (casi a partes iguales) la evolución que experimentaron las fiestas en estos "intensos" años y que son un reflejo de los cambios sociales que se vivieron en la República.

Los tres responsables de la muestra han querido poner el acento en la popularidad y la modernidad de unas Fallas que ante todo, buscaban encauzar las luchas sociales y el sentimiento de pertenencia de barrio a través de la parodia y lo festivo. De esta manera, influenciados por el Art Decó y las tendencias artísticas más modernas de la época, se construían monumentos con críticas feroces al clima político, pero también a la propia gente del barrio y a la cotidianidad de las clases trabajadoras.

Toda esta "pluralidad" y "modernidad" que conquistó la sociedad  valenciana en aquella época se plasmó en los 'llibrets', la cartelería y la indumentaria de las fiestas, impregnando lo general y lo concreto de los valores republicanos, y buscando que lo festivo dinamizara la dimensión social y ciudadana. 

Ha sido el propio Xavier Rius el que se han encargado de explicar como este movimiento culminó con la creación del Comité Fallero, encargado de la coordinación "de abajo a arriba" de las diferentes comisiones, que funcionaba de una manera más horizontal y más moderna que lo que, tras la Guerra Civil, vendría en 1939: la Junta Central Fallera, que se prolonga hasta nuestros días y que, según el diputado de Cultura, "rompe con esa alegría y espíritu rebelde" de las Fallas para "controlar las fiestas desde el poder" de manera vertical, dándose así "un paso atrás".

Los tres ejes sobre los que se vehicula la muestra son tres. Primero, La fiesta en expansión, donde se quiere mostrar como durante los años de la República, con su modelo popular, la cita josefina se expande en todo el territorio valenciano (tanto en la capital como en la provincia), pero también mediáticamente tanto a nivel nacional como internacional. Destaca en este punto un vídeo de la británica Movietone en el que se cuenta a los británicos qué era eso de plantar monumentos falleros en la calle y prenderles fuego después. 

En segundo lugar, La fiesta moderna intenta recopilar piezas que muestran el carácter contestatario y progresista que impregnaba todas las Fallas, desde los llibrets hasta los carteles, o los propios monumentos. Por último, La fiesta popular y urbana busca legitimar esa modernidad de las Fallas de la época, a través del Comité Fallero y dejando en un lugar especial para hablar del papel de la mujer, que según Tamarit "adquirió no solo protagonismo, sino un papel ejecutivo". De hecho, se ha explicado en la presentación como se pasa de la figura de Reina de las fiestas a Fallera Mayor, una figura que buscaba ser accesible a mujeres de cualquier clase y ponerlas en la pomada. A pesar de eso, cabe decir que el supuesto feminismo de la fiesta no se acabó de reflejar en la junta del Comité Fallero, en la que solo había hombres, según otro de los documentos expuestos.

"Conservar lo popular y desechar lo chabacano"

Por último, se reflexiona sobre el devenir de las fallas en una fiesta popular y urbana y se convierte en un recursos importante para difundir las ideas del nuevo valencianismo político. "Las Fallas fueron una caja de resonancia del valencianismo", ha recalcado Jesús Peris.

La exposición se cierra con un epílogo sobre el cambio de las Fallas en los años 40 con las llegada del Franquismo. Se muestra un documento titulado Rumbos de un Orden Nuevo (que ha despertado alguna sonrisa, pero que en su época seguramente no haría ninguna gracia) el régimen opta por "recomendar para no tener que imponer" que las fiestas tienen que seguir a partir de entonces "la fórmula de conservar lo popular y desechar lo chabacano" que termina con una frase lapidaria ("No estamos dispuestos a consentir ni la más leve alusión a cosas recientes cuya grandeza histórica no podría soportar la endeble arquitectura de una Falla") y otra que permite la libre asociación a su continuidad en la actualidad ("Una falla no está obligada a ser siempre una crítica atroz y sangrienta").

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