VALENCIA. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, anunció este lunes su propuesta para celebrar el congreso de la formación socialista a primeros de diciembre, un cónclave que llegaría con el liderazgo decidido vía primarias el 23 de octubre. Una intención que deberá someterse a la aprobación del Comité Federal que tendrá lugar el próximo sábado y que en los sectores críticos como el de la federación andaluza causó un fuerte malestar.
La situación es grave para la formación socialista. El resultado de las elecciones vascas y gallegas ha sido malo: en Euskadi han compartido el vagón de cola empatados con el PP, perdiendo siete escaños, y sin ni siquiera gozar el privilegio de ser los únicos determinantes para el PNV. Por otro lado, en Galicia se han visto sobrepasados por En Marea en número de votos ante un intocable Alberto Núñez Feijóo, que ha reeditado la mayoría absoluta para el PP.
Con este escenario, no eran pocos los que en el PSOE clamaban en público y en privado por la asunción de responsabilidad políticas por parte de Sánchez. En cambio, el líder socialista volvió a dar un golpe de efecto convocando un proceso orgánico sin conocer todavía el destino del Gobierno de España y con el fantasma de las terceras elecciones consecutivas sobrevolando el país.
Así, en el PSOE se escuchan tambores de guerra. El anuncio de Sánchez provocó estupor en las dirección más críticas con su gestión: Andalucía, Asturias, Extremadura, Aragón... y la Comunitat Valenciana. No obstante, en el PSPV no hay unidad sobre ello: dirigentes como el secretario general provincial, José Luis Ábalos, han reiterado públicamente su apoyo incondicional a Sánchez. Es más, en la formación socialista -ya no solo en la Comunitat sino también en el resto del Estado- se percibe un respaldo mayoritario a la gestión del líder del PSOE fundamentado en su enroque en el "no, no y no" a Mariano Rajoy.
En este sentido, veteranos dirigentes del PSPV ven "complicado" que pueda surgir una candidatura de garantías que pueda desbancar a Sánchez en unas primarias que se celebrarían en menos de un mes. La maniobra del actual secretario general, estratégicamente hablando, es hábil: no obstante, el temor a que las soldaduras del PSOE no lo resistan es alto. Los críticos subrayan que, en esta situación, unas terceras elecciones serían fatales para la formación socialista y solo servirían, a la vista de los últimos tests autonómicos, a que Mariano Rajoy consolidara la mayoría. "Si dejamos que ahora sea investido, nos garantizamos tener un relativo control en el Congreso con el que hacer una buena labor de oposición", explicaba un diputado nacional a este diario.
Ahora bien, las opciones para un golpe de mano de los críticos se estrechan. Desde el entorno de Pedro Sánchez confían en disponer de la mayoría en el Comité Federal del sábado. Si esas cuentas son ciertas, solo una dimisión de la mitad más uno de la Ejecutiva antes de esa cita provocaría la caída del actual líder y la entrada de una gestora. Un asalto arriesgado que supondría un terremoto en la formación socialista y que concluiría, probablemente, con la cesión a Rajoy en la investidura. O eso, o salvo milagrosa candidatura armada en tiempo récord, Sánchez seguirá mandando.
Una situación que ha comenzado a polarizar a la militancia e incluso a los propios cuadros, donde se cruzan en redes sociales y grupos de Whastapp los mensajes beligerantes que califican de "traidores" a los seguidores de los barones críticos mientras desde la otra orilla se acusa de "ventajista" la maniobra de Sánchez.
Por su parte, el presidente de la Generalitat Valenciana y secretario general del PSPV, Ximo Puig, manifestó, respecto a la posibilidad de que el PSOE celebre primarias en octubre, que los problemas a los que se enfrenta el partido no son "una cuestión de nombres".
"En este momento no tengo información directa. Cuando sepa lo que se ha decidido en la Ejecutiva, tendré opinión", comentó el líder de los socialistas valencianos, para añadir que cree necesario "un periodo de sosiego, racionalidad y responsabilidad".