políticos al habla / OPINIÓN

La margarita electoral

23/11/2018 - 

VALÈNCIA. Las elecciones son un momento importante para la ciudadanía. En ellas se dilucida su futuro traducido en las políticas públicas que durante cuatro años se impulsarán por el partido que salga elegido en el ámbito local, provincial, autonómico y estatal. Los partidos de siempre se habían acostumbrado a que éste, el electoral, fuera el único momento en que la ciudadanía se pronunciase

El 15M les movió el tablero, marcó un antes y un después, un basta ya. La ciudadanía organizada aumentó su presencia en la calle, ante los medios, frente a la institución exigiendo sus derechos, marcando el paso a gobernantes y a oposición. Se empoderó consciente de sus derechos como vigilante de sus representantes en la institución. Sabedora como era y es, por lo vivido, que actuar en su nombre sólo es posible si se asumen sus reivindicaciones, sólo es legítimo si con la acción política posterior, legislativa o de gobierno, no se le traiciona. La PAH, colectivos feministas, jueces y fiscales, enfermos de hepatitis C, pensionistas, trabajadores con salarios precarios (bomberos, kelly’s, docentes universitarios asociados, etc.) y otros tantos colectivos, no miran sólo el momento electoral, juzgan las acciones de gobierno, las voluntades, la capacidad para entenderse y solucionar los problemas de la gente o las actitudes de bloqueo. Saben de los posados. Ven todos los movimientos, todos, y de todos. Y con esa memoria viva actúan.

Las elecciones son un tiempo de tensión interna dentro de los partidos políticos. No sólo por las primarias, que lo son, porque es un período en el que a cada uno se le ve muy bien las costuras. Los partidos del régimen del 78 se habían acostumbrado al turnismo en democracia. Sabían que alguna concesión puntual tendrían que hacer a otras formaciones políticas si sus mayorías no eran cualificadas. Hoy todo ha cambiado, ya no es así. La pluralidad parlamentaria ha venido para quedarse. Se acabaron los tiempos de las mayorías absolutas y de los rodillos. Se acabaron los tiempos de legislar y gobernar sin escuchar. 

Gestionar la pluralidad es un arte que requiere de almas virtuosas. La aritmética parlamentaria da dolores de cabeza, es tozuda muchas veces. El acuerdo del Botánico en la Comunitat valenciana y la estabilidad alcanzada durante cuatro años -toda una legislatura completa- entre tres fuerzas políticas distintas –PSOE, Compromís y Podem- es el ejemplo de cómo se puede gestionar bien la diversidad política. Se trata de ponerse de acuerdo en el qué hacer pensando en la ciudadanía antes que en las siglas. Y muchas veces respirar hondo, otras tantas veces marcar los tiempos y también el rumbo cuando alguno de los tripulantes distraídamente, se desvía. 

Cuando hay estabilidad, como la hay en el caso valenciano, se impone agotar la legislatura, porque ése fue el mandato asumido en 2015: gobernar para las personas durante la totalidad del mismo. Los tacticismos encajan mal con esta tarea mayúscula, titánica. Recientemente, con la mente puesta en ese cuaderno de Bitácora, en lo que somos capaces de conseguir, adquirimos el compromiso de aprobar en esta legislatura 15 leyes para garantizar y hacer avanzar en derechos a la ciudadanía valenciana. Nos quedan aún 12: la ley LGTBI, la de Mediación y la de Grupos de Interés (lobbys), que figuraban en ese listado, se han aprobado en Corts valencianes esta misma semana

Sabemos que no hay políticas sin presupuestos, por eso asumimos como parte importante de este último acuerdo que trabajaríamos cooperativa y lealmente por la ciudadanía sacando adelante los presupuestos más sociales, los de 2019. Esa cita está por llegar en diciembre. No hicimos ni estamos haciendo un esfuerzo presupuestario para tener una foto más en la campaña de cualquiera de los partidos del botánico. Tomamos aquella decisión para que esos presupuestos le llegaran a la gente, para que se colaran en sus casas, para que formaran parte de sus vidas. 

Respetar la palabra dada, priorizar a la ciudadanía en derechos y en recursos diferencia bien a quién posa de quién cumple.  Cambiar vidas a mejor con medidas, con hechos; a eso vinimos. En el Congreso por el contrario se ven las malas artes, qué otra cosa es si no bloquear los presupuestos más sociales en interés de la ciudadanía española. Mientras aquí el Partido Popular lamenta la insuficiencia presupuestaria en partidas como la dependencia, infraestructuras y transportes, la lucha contra la pobreza y exclusión, en Madrid se opone a que nos lleguen a los valencianos las partidas de ese presupuesto estatal que veta y que mejorarían nuestro día a día, sobre todo el de aquellas personas que menos tienen, que más los necesitan. Están en sus tácticas electorales en las que tan poco cuenta la ciudadanía.

Por eso, porque las diferencias son evidentes, en el caso valenciano se impone agotar la legislatura, porque la singularidad de la Comunitat Valenciana no la da ni la va a dar que las elecciones sean en un momento diferenciado a otras comunidades; con eso "no se come". La defensa del autogobierno valenciano se articula en nuestro caso por un distinto modo de hacer política desde las instituciones, que ya es visible, que ya es bandera, que es presente, que puede ser futuro. Hablo de la estabilidad alcanzada y tejida, en estos tiempos tan convulsos políticamente, desde la diversidad. Hemos demostrado que es posible, no nos ha distraído el ruido de los que jalean, de los que daban por muertos, de los que no nos fiaban ni media legislatura, de los mismos que nos defraudarían si llegaran a gobernar una vez más. La defensa de nuestra autonomía, nuestra seña de identidad es hacer políticas efectivas para la ciudadanía hasta el último día

Ximo Puig lleva desde el verano con la pregunta de si adelantará o no las elecciones, en la duda sobre si pulsar o no lo que parece ser es una prerrogativa presidencial. Todo un botón rojo. No es el único que duda sobre si pulsar ese botón; a esta cuita se suma ahora, quién otrora se enfrentara a él, Pedro Sánchez

Hay quienes buscan que el adelanto electoral sea prioridad para ambos, les avanzan argumentos: a  Puig que la legislatura ha concluido, a Sánchez que los presupuestos generales no se aprobarán. Parecen empeñados en marcar los tiempos. Pero el tiempo es relativo. Ya nos lo predijo Einstein. Él avanzó la teoría de la dilatación del tiempoque acaba de ser confirmada por científicos. Nos corroboran que para probar su efecto hay que comparar dos relojes, uno estático y otro en movimiento. Él probó que el tiempo se mueve más lento en un reloj en movimiento. 

El movimiento viene marcado por la cuenta atrás para sacar adelante los presupuestos generales, por la situación en Cataluña y los juicios pendientes, por la crisis abierta sobre la independencia del poder judicial y sobre todo, por el pistoletazo de salida, por las elecciones andaluzas. Veremos en qué clave se decide, en función de qué se vota.

Seguimos deshojando la margarita. El reloj de Sánchez está en movimiento. Tic, tac.


Fabiola Meco es diputada y portavoz adjunta de Podemos en Les Corts. 

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