Los festivales que se han celebrado en el mes de julio han tenido que aportar actividades diurnas y mantienen un horario más limitado que el resto de competidores de electrónica en España
VALÈNCIA. Las tornas han girado parcialmente entre los responsables de la Marina de València después de la celebración de los festivales Marenostrum Xperience y Electrosplash. Los dos encuentros en torno a la música electrónica celebrados el pasado mes de julio han cumplido con los mínimos exigidos por la institución participada tanto por la Generalitat Valenciana como por el Ayuntamiento. El director estratégico del Consorcio 2007 que gestiona su explotación, Ramon Marrades, hace una valoración positiva y admite que "la Marina podrá acoger dos o tres festivales de estas características en verano dado que la ciudad no tiene un espacio con estas condiciones para ofrecer una alternativa".
El pasado mes de junio, Marrades admitía que la celebración de estos eventos chocaba con la estrategia activada este mismo 2017 para la Marina. Sin embargo, y tras conversaciones con ambas administraciones, el espacio público marcó sus exigencias y cuotas para asumir la celebración de festivales de música de gran aforo. Esos detalles, avanzados por este diario, se han cumplido en ambos casos. El director estratégico asegura que "serán los festivales los que tendrán que buscar otro espacio si necesitan extender más su horario, al estilo de otros certámenes de este tipo en otras ciudades". Los dos criterios de mayor conflicto para la celebración de los mismos son precisamente el horario (han de finalizar a la 1:30h de la madrugada) y el aforo, que, como máximo, puede albergar a 18.000 asistentes.
Aunque la celebración de las paellas universitarias queda a un lado de la valoración de Marrades, ya que generó importantes conflictos con los empresarios de la Marina, el responsable de la gestión del complejo dice que "tanto Electroslplash como Marenostrum han cumplido con el horario de las actividades. Para ello han tenido que adaptarse. No obstante, ambos generan una serie de conflictos añadidos que asumimos. Por ejemplo, con clientes de los barcos que están atracados y que durante esos días podemos tener quejas de ruido. Pero también es cierto que han planteado una oferta más amplia e integrada y en ambos casos con la premisa de apostar con un ocio diurno, que es lo que cuadra con nuestra estratégica".
Para Marrades es importante que los festivales asuman la exigencia de "apostar por un ocio de calidad, con propuestas tolerables para lo que sucede en la Marina. No podemos ni queremos congestionar la Marina con festivales y no es un recinto ideado para ese uso. Ahora bien, dado que no hay alternativa, podemos dar cabida en verano puntualmente a dos o tres festivales, como decía". El director estratégico, no obstante, asegura no tener mayor compromiso con estos eventos que tendrán que volver a solicitar el espacio de cara a posibles ediciones de 2018 que ya han sido confirmadas, pero no en un emplazamiento concreto.
Al igual que opina la Marina, fuentes del sector de los promotores musicales advierten que muy probablemente ambos festivales así como otros encuentren más conveniente "un recinto que no les limite ni el horario ni el aforo". Sin embargo, la oferta turística y comunicaciones de la ciudad de València y el emplazamiento de la Marina también es una oportunidad para que los festivales se asienten y giren su programación hacia la diurnidad, ampliando sus actividades tanto en talleres paralelos de ámbito cultural, gastronómico o deportivo. De hecho, este último parece ser uno de los intereses más marcados de la Marina que quiere potenciar todas las actividades náuticas alrededor de la programación.
"Para nosotros el horario marca el límite", añade Marrades. "Queremos ser respetuosos con el descanso e, igualmente, pensamos que eso ha de redundar en la apuesta por una programación de calidad. Eso es lo que más nos interesa. Que sea una programación internacional y de calidad, que sea interesante tanto para los vecinos de los Poblados Marítimos como para la ciudad de València. Si hay apuesta en ese sentido, no hay inconveniente en que se consolide un espacio específico para albergar este tipo de macroeventos muy puntualmente".
La ciudad de València no cuenta con ningún espacio para acoger este tipo de eventos. La Ciudad de las Artes y las Ciencias (con una importante fianza y condiciones que ahuyentan a los promotores) tan solo se abre a ello durante 15 días en el mes de junio. Los festivales I Love 90's y Festival de les Arts, impulsados por empresas que parten del mismo capital y con socios en común, hacen uso de ese acuerdo renovado año tras año y que sí se ha asentado con el beneplácito y garantías de la Generalitat Valenciana y de Cacsa, la empresa pública que gestiona el espacio.
Por otro lado, durante el invierno la ciudad también adolece de recintos accesibles para conciertos de giras internacionales. Las posibilidades existentes están muy condicionadas: la Fonteta de Sant Lluis convive con la temporada de Valencia Basket Club; el Palau Velòdrom Lluís Puig, pese a su baja actividad deportiva, cuenta con una pista que la convierte en un espacio muy frío para grandes conciertos, con una extraña distancia entre buena parte del público y el artista; el Palau de la Música y el de les Arts, además de sus particulares condiciones, conviven con su programación de temporada y habitual; la primera sala de conciertos por aforo sería Moon (la antigua Roxy), el Espai Rambleta y el Teatre el Musical, estos dos últimos con aforos de 600 y 400 localidades respectivamente. El Teatre Principal de València –cogestionado por Generalitat y Diputación de Valencia– y el Teatro Olympia –de titularidad privada– superan las 1.000 butacas y, de hecho, dan cabida a algunos directos puntualmente.
Sin embargo, la ciudad no tiene ninguna sala accesible en la horquilla que va de los 2.500 o 3.000 espectadores hasta los 5 o 6.000, la principal para atraer importantes conciertos durante las giras europeas de artistas de todo el mundo. Ese era el hueco que sí cabía en la sala Arena Auditorium, abierta el 29 de diciembre de 1983 y cerrada a finales de 1999. Con la tensión sobre la imposibilidad de encontrar un espacio para distintos festivales de música, hace unos meses el Ayuntamiento de València filtró la posibilidad de construir un macrorecinto en la Zona de Actividades Logísticas del Puerto. La posibilidad de habilitar 40.000 metros cuadrados para este fin fue negada por los responsables de la Autoridad Portuaria con los que, según informaron entonces a este diario, no habían hablado y, a sus ojos, resultaba "inverosímil".