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el museu de belles arts saca pecho de su colección

La mejor pinacoteca de València no está en Madrid, pero casi

El Museu de Belles Arts de València aterriza en la Fundación Masaveu con un ambicioso proyecto que reúne más de un centenar de sus grandes obras de arte

28/02/2024 - 

MADRID. El mejor Museu de Belles Arts de València no está en Madrid. Pero casi. La gran pinacoteca valenciana desembarca en la Fundación María Cristina Masaveu Peterson con una exposición que supone todo un hito para el centro cultural, pues para darle forma ha desplazado más de un centenar de obras de su colección. Con ella pretende contar su historia más allá de sus muros, una suerte de 'grandes éxitos' del museo que abarcan más de cinco siglos de creación en una selección que reúne nombres tan relevantes de la Historia del Arte como El Bosco, Joan de Joanes, Pinazo o Rubens, entre otros. Muchos otros. Sí, también Joaquín Sorolla. 

“Intentar narrar el museo en Madrid no es fácil, pero es muy gratificante”. Con estas palabras presentó este martes el proyecto Pablo González Tornel, director del Museu de Belles Arts de València (Mubav) y comisario de la muestra, quien ha asumido el reto de representar el museo a través de un "puñado de obras" que funcionan tanto como carta de presentación de la pinacoteca como exposición en sí misma. El director abrió las puertas de la muestra a los medios junto a Álvaro Sánchez, secretario del Patronato de la fundación, quien ha destacado el proyecto como un ejemplo de la colaboración público-privada y como una oportunidad “única” para dar a conocer el museo “más allá” de València. 

Álvaro Sánchez, secretario del Patronato de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, y Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de Valencia. Foto: Jesús Varillas.

La exposición, que se podrá visitar hasta el mes de julio en Madrid, se plantea casi como una versión en miniatura de la pinacoteca valenciana, un museo tamaño Polly Pocket que, a pesar de sus dimensiones, respeta tanto la estructura como densidad del centro valenciano en el que se mira. El tamaño, en cualquier caso, es cosa de perspectiva pues, si bien nos sumergimos en un Museu de Belles Arts resumido, no deja de ser una de las mayores exposiciones que acomete fuera de su sede con sus fondos, un ambicioso proyecto expositivo que, como la propia pinacoteca, narra la Historia del Arte occidental desde el final de la Edad Media hasta el siglo XX. 

La colección del museo ocupa la práctica totalidad de la sede de la fundación, un imponente y céntrico inmueble ahora convertido en una suerte de subsede de la pinacoteca valenciana. Los paréntesis de este relato los marca Llorenç Saragossà con San Lucas escribiendo su evangelio al dictado de la Virgen (h. 1375-1400), la obra más antigua que se incluye en el recorrido, y se cierra con una pieza de Equipo Crónica de 1967, El alambique, que presenta el retrato de Felipe IV pintado por Velázquez sobre la vista de una fábrica. Estos son el punto de partida y meta de un recorrido en el que se despliega algunos de los ‘hits’ del centro a apenas un par de kilómetros de distancia del letrero de Schweppes.

Foto: Jesús Varillas.
Un icono 'marca Sorolla'

Casi al final del recorrido se encuentra, precisamente, el nombre de quien supuso el germen de este proyecto. Fue en el marco del centenario de Joaquín Sorolla que se pusieron los cimientos de la relación entre el museo y la fundación, un 2023 en el que València recibió los fondos de Sorolla de la Colección Masaveu, la colección privada más importante en torno al artista. En torno a 120.000 personas vieron el resultado de este idilio que ahora quiere repetir éxito en una segunda parte que, como no podía ser de otra manera, también dedica un espacio destacado al genio de la luz. 

De Sorolla se muestran ocho lienzos entre los que destaca Labradora valenciana, que supone la “quintaesencia del costumbrismo valenciano”. Precisamente, para ser icono fue diseñada, pues se creó como modelo para una azulejería de Barcelona, una visión de lo valenciano que entrelaza la idealización y, también, sirve como alegoría de lo rural. El niño de la bola, una de las dos academias que envió desde Roma a València para cumplir sus obligaciones como becario de la Diputació, o Patio del Cabanyal son otras de las piezas que se presentan del valenciano en una exposición que también reserva un espacio destacado para otro pintor centenario. 

Este 2024 se cumple un siglo de la muerte de Antonio Muñoz Degraín, considerado el paisajista más relevante de la pintura valenciana de entresiglos y del que se muestran piezas como Espigadoras de Jericó, donde recrea un universo histórico en torno a Tierra Santa en el que el trasfondo religioso queda difuminado en favor del paisaje. Sorolla y Muñoz Degraín marcan el ritmo de la última parte de una exposición que finaliza -perdonen el spoiler- con un mensaje de futuro. 

“Un museo de Bellas Arts no se agota con la eclosión de las vanguardias”. En estos términos se expresó González Tornel, que puso el acento en la necesidad de seguir construyendo un museo que no tiene -o no debe tener- unos límites inmóviles. Esta visión “poco tradicional” de lo que es una pinacoteca como el Museu de Belles Arts de València concluye con una mirada al auge de la pintura social que se produjo en Europa a finales del siglo XIX, entre las que destaca El amo de un Antonio Fillol capaz de retratar de manera “aguda” la falta de derechos, en este caso con una pieza que muestra a un labrador que acaba de arremeter contra el agresor de una mujer. 

El relato, en cualquier caso, nos lleva tiempo atrás de que Fillol o Equipo Crónica irrumpiera en el panorama artístico. Viajamos al siglo XV y de ahí en adelante. La creciente actividad económica y cultural lleva a València a situarse como polo clave en el mediterráneo, un momento "particularmente brillante", de gran intensidad y conexión con otras escenas artísticas europeas que queda reflejado en obras como Retablo de los Siete Sacramentos o Retablo de fray Bonifacio Ferrer, en el que el pintor Gherardo Starnina muestra el refinamiento de su formación en Florencia, o Verónica de la Virgen y Anunciación, que Peris y Nicolau tratan con el preciosismo de un objeto de orfebrería. 

La selección de piezas no solo da cuenta de una Historia del Arte de manera lineal, sino que la selección también pone negro sobre blanco los matices de una cronología que no avanza de una casilla a otra. Nada es tan simple. Así, el tablero muestra la exquisita Virgen de la Leche de Bartolomé Bermejo o Cristo portacruz del italiano Paolo de San Leocadio, considerado el introductor del Renacimiento de Italia en la ciudad, como muestra de un cruce de caminos cultural del que València también fue reflejo. 

El Bosco, del que se muestra la tabla central del Tríptico de la Pasión o de los improperios, una de las obras maestras del museo, o Rubens son algunos de los grandes nombres que salpican una exposición que saca pecho de firmas como Jose de Ribera, Francisco y Juan Ribalta, Pedro Orrente o Francisco de Zurbarán, todos ellos protagonistas de una colección que desembarca en Madrid a golpe de obra maestra. 

Mención especial para Joan de Joanes, del que se muestran cuatro piezas, entre las que destaca un "moderno" Ecce homo que "casi" se anticipa al Barroco con su fondo oscuro. El paisaje, el bodegón y el retrato de la colección del Museu de Belles Arts de València también se reivindica con destacados ejemplos como Jarrón de jardín con flores de Gaspar Pieter Verbruggen II o el retrato de Ana Colín i Perinat, de Emilio Sala Francés. Todos ellos, y alguno más, a partir de ahora y hasta julio con un nuevo código postal: 28010, Madrid.

Foto: Jesús Varillas.

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