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València a tota virolla 

La morralla de Inma Pérez: el símbolo de una librera en tránsito

El nuevo rumbo de la librera valenciana. Una librería itinerante que ha tomado como base el templo-estudio de Paco Bascuñán. 

29/06/2019 - 

VALÈNCIA. Varias consideraciones iniciales.

Inma Pérez es una de las libreras que ha definido en la última década el territorio creativo de la ciutat, con la marca Dadá como su mejor sufijo. Compactando audiencias, aproximándolas a su trinchera (hasta hace pocas semanas) del MuVIM. Inma Pérez, en un día como hoy pero que no es hoy, está en el estudio de una figura traspasada al mundo de los escasos iconos: el diseñador Paco Bascuñán. Entre la carga espiritual de las mesas y las estanterías, de la terraza con sombrilla y la trastienda detenida en el tiempo donde Bascuñán creaba, Inma Pérez ha encontrado algo así como un territorio de acogida en un momento de tránsito hacia alguna parte que todavía no conoce. Nunca hay que subestimar la capacidad de una urbe para trazar insospechadas conexiones.

Su caso ejerce de cierto paradigma sobre el destino librero, plantea ciertas contradicciones no resueltas sobre la apuesta aparente por los negocios culturales al tiempo que la intransigencia para con ellos. 

En la entrada, muchos de los ejemplares que le han acompañado durante este trayecto. Se quedaron sin vender y hoy son morralla -según título propio-. Un pequeño mercado que atrae a observadores curiosos para rastrear entre títulos que hablan de diseño, ciudades, arquitectura… 

Y tras ello, todo lo demás 

Un desenlace por cerrar

“Estoy por aquí por una serie de catastróficas desdichas. Cuando surgen problemas con la administración y no tienes manera de resolverlos, acaba el contrato y te tienes que ir. No tenía plan B. No es un problema del MuVIM, es generalizado. La mayoría de librerías de museos están vacías porque no pesa demasiado tu proyecto, sino lo que tú pagas por estar allí. Yo que he superado varias veces estos procesos, tengo claro que protegen mucho a las administraciones pero desprotegen al empresario o autónomo. Puede haber situaciones que te pillen desprevenida, en ocasiones por decisiones que se toman en los museos, y que directamente te llevan a tener que cerrar. Más allá de primar el factor económico -evidentemente la empresa tiene que ser solvente-, tiene que haber un proyecto sólido”.

Foto: EVA MÁÑEZ.

Un lugar: el estudio de Paco Bascuñán

“Estoy aquí porque, de repente, entras en un momento de pánico. En el momento en el que decidí abrir en el IVAM comenzó mi perdición. A efectos de negocio, no estaba preparada. Es curioso porque es un trabajo vinculado con las personas pero acabas no teniendo ganas de hablar… En el momento en el que me dijeron en el MuVIM ‘no puedes seguir vendiendo aquí’ no pude ni llorar, comencé a dar vueltas por la librería. ¿Qué hago en los siguientes meses? Pensé en trasladarme y continuar atendiendo a mi clientela que, con nombres y apellidos, me pide cada mes. Cité a mis amigos. ¿Qué es lo que necesitas? ¡Un lugar! Lupe (Campos) me ofreció este lugar. Si no hubiera encontrado un lugar el cierre sí hubiera sido definitivo. Hemos hecho un tándem. Esto no es una librería al uso, es un punto de vista flexible”. 

Un museo sin librería

“Vamos hacia un escenario de museos sin librerías. El Palau de les Arts hace un tiempo sacó unos pliegos, una persona me preguntó sobre ello y le dijo, no te presentes, no hagas esa locura. Reclamo un estudio previo de visitantes, de su impacto económico, no querer abrir a ciegas. Mi modelo de librería iba dirigido a un público más contextual que el propio que lo visita, también es verdad que en un inicio visitaban el museo pero lo acabaron dejando de hacer”.

Una de morralla

“Llevaba arrastrando publicaciones muy extravagantes que nadie quería, revistas singulares, un tótum revolútum para romper el hielo y que la gente se acerque a ver novedades que en realidad ya estaban. Entre la morralla hay riqueza. Estará durante todo el verano”. 

Un valor 

“Las librerías en los museos son importantes porque, si tú montas una exposición, estás constreñido a un espacio, a un tiempo y a unas obras para explicar tu visión. Los libros te permiten consolidar, magnificar y perpetuar ese mismo discurso. La librería fortalece la relación de los museos con su comunidad. Haces a veces un trabajo que el propio museo no hace. Pero hay que ver lo que ocurre en València, donde la intención de gasto de los visitantes es muy reducida… el museo más caro es el IVAM con 6 euros. Ni tampoco hay una costumbre. La mayoría de catálogos acaban regalándose”. 

Una itinerancia

“No sé si este momento de librería flexible es definitivo o no. Es algo nuevo tanto para Lupe como para mí. Esta vía también me permite itinerar sin generar un gasto extra. En estas semanas he estado en Alcoi, en el CEU, en La Marina de València… Si vuelvo al MuVIM no será algo inmediato”. 

“Por alguna situación no hay más librerías como la mía, no hay mercado suficiente para esto. Llega un momento en el que necesitas vivir y dejar de sobrevivir. Tienes casi cuarenta años, te vas de viaje cuando puedes… y muchas veces la única relación que tienes es con tus clientes”. 

Una revelación 

“Es normal que las librerías cierren y sean sustituidas por supermercados. Si la gente no va, cierran. Lo que no es normal es la falta de sensibilidad, que vayan a cerrar librerías y no haya ninguna comunidad intentando frenarlo. Incluso alguien escribió en Facebook que desaparecíamos por culpa de Amazon. Vamos a ver, no se trata de eso, no hagamos lecturas simplistas. Desapareceremos o desapareceríamos por muchos motivos, pero esencialmente porque nadie nos encuentra imprescindibles”.

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