VALÈNCIA. El papel de la mujer en puestos directivos sigue dejando mucho que desear en la Comunitat Valenciana. Según cifras de Grant Thornton, solo el 18% de los existentes en empresas de la Comunitat Valenciana son ocupados por mujeres. ¿Pero deben masculinizarse las mujeres para tomar el mando? La buena noticia es que no y mala es que muchas piensan que sí. Según el informe de la consultora, un 50% de las mujeres encuestadas piensan que deberían cambiar de actitud y mentalidad para poder entrar en un puesto de estas características.
Desde vestir con una tendencia masculina a adquirir un comportamiento habitual en hombres, Isabel Perea, socia de Grant Thornton, señalaba en la presentación este miércoles en la Bolsa de València "el peligro de la masculinización" de los puestos directivos. "Las mujeres que son visibles han asumido un rol de hombre. Hay que cambiar el chip y tomar modelos de liderazgo donde ser madre, por ejemplo, te convierte en una gran gestora", destacaba
¿Pero en qué consiste adquirir el rol de hombre? Se trata del 'modelo del héroe', en el que el individuo debe ser perfecto y el trabajo tiene que consumir todo su tiempo. Ahora se ignoran otras formas de liderazgo que exigen un menor sacrificio personal algo que evidentemente debe cambiar. Esto lo agrava otra caricatura de un líder que es dominante y asertivo. ¿La solución? Que la empresa incentive que no hay comportamiento más idóneo, sino que con una combinación de todos se toman las mejores decisiones posibles.
"Los individuos necesitan permiso para traerse a su verdadero yo al trabajo. Al hacerlo, la empresa permite que las personas diseñen un estilo de liderazgo auténtico que sintonice con su forma de ser. Los sistemas patriarcales son aún muy fuertes en un gran número de países mientras que presiones de la tradición con frecuencia no permiten que las mujeres progresen en su profesión y a veces incluso limitan su acceso", recoge el informe.
En la presentación también debatieron Isabel Cosme, gerente de Blackcape y presidenta de Cecoval, Claudia Peris, creadora y manager del espacio Mar de Avellanas y Eva García, directora de Boluda Cargo Int'l. Señalaron desde hombres que alargan la jornada para tomar una cerveza a quienes hacen afterwork para jugar al squash o los chistes que se cuentan en las mesas llenas del género masculino y que ponen trabas a una mayor visibilización de la mujer ante los jefes.
Sí, puede sonar a victimista, pero es evidentemente que muchas mujeres necesitan conciliar y no pueden alargar sus jornadas laborales para sintonizar con sus superiores y que muchos de esos hombres son maridos de mujeres que han salido de sus trabajos para recoger a sus hijos. A esto, se suma la obsesión por el presencialismo en el puesto de trabajo, que parece que calentar la silla te hace mejor.
"Es de admirar una persona que consigue hacer todo eficientemente en una jornada laboral de ocho horas y luego puede irse al gimnasio y a tomar una cañas con su amigos", aseguraba Perea. Esto beneficiaria a mujeres y hombres que quisieran conciliar pero es evidentemente que se necesita el cambio de actitud de todas las partes. "Hay padres que me piden la tarde para acompañar a su mujer a llevar a sus hijos al pediatra. ¿Por qué no se turnan?", apuntaba Cosme.
El sector del riesgo está más ocupado por hombres que por mujeres. De hecho, la literatura académica revela una estrecha conexión entre la asunción de riesgos y la masculinidad, que a su vez nutre la creencia popular de que los hombres buscan riesgos y las mujeres son reacias a ellos. Estudios señalan que las mujeres son menos propensas a tomar decisiones arriesgadas, menos en los riesgos sociales, en el que una mayor sensibilidad social incentiva los sentimientos de empatía y honestidad de las mujeres.
Sin embargo, en ocho de las diez categorías que analizan en el informe -cambios políticos, económicos, sociales, tecnológicos, jurídicos, medioambientales, seguridad, personal de la empresa, actividades de la competencia, actividades de los medios de comunicación- los hombres perciben riesgos más elevados que las mujeres.
A pesar de la percepción generalizada de que las mujeres son más reacias al riesgo que los hombres, las conclusiones del estudio disuaden de hacer un análisis sin matices. Las mujeres no se precipitan a la hora de etiquetar una situación como de riesgo sino que primero toman en consideración un contexto y los matices para entender bien las implicaciones.
Los hombres asumen más riesgos en situaciones de estrés mientras que las mujeres asumen menos riesgos en idénticas condiciones y esto ocurre por la educación. Las mujeres están más expuestas y si algo sale mal están en el punto de mira y por lo tanto a veces hay que refrenarse, algo que implica una visión equilibrada y completa.
Sobre las barreras más habituales para el acceso de las mujeres a la dirección, la percepción de un 83% es el cuidado de los hijos seguida de la cultura empresarial predominantemente masculina excluyente o poco atractiva para la mujer, escasez de apoyo para la conciliación, prejuicios de género con un 67% y un 54% perciben como efecto disuasorio de la brecha salarial. Por otro lado, las medidas a tomar por las empresas son la conciliación, medidas de flexibilidad laboral, aumento de la transparencia en los procesos de selección y cambios en la cultura corporativa como principales acciones.