VALÈNCIA. La historia de La Mutant es la de un teatro que no ha conseguido afianzarse. Inaugurado hace menos de una década, la sala municipal ha tenido una más que compleja historia. Cerrada durante más de un año por un problema de filtraciones de agua, la recuperación de su actividad llegaba sin equipo (o con el desmantelamiento del mismo). Tanto es así que, tras su reapertura al público, fue la propia coordinadora artística del Teatre el Musical (TEM), Olga Álvarez, quien tuvo que hacerse cargo de ambos teatros. Con la convocatoria de un proceso de selección de coordinador específico la sala parecía encontrar la estabilidad. Fue ya en el año 2018 cuando llegó Marta Banyuls con la tarea de afianzar la personalidad del teatro, pero el trayecto fue más bien corto. Con una pandemia de por medio que obligó a la cultura a bajar la persiana y, por tanto, un proyecto a medio desarrollar, el pasado mes de septiembre Banyuls anunciaba que se bajaba del barco, a pesar de que su contrato permitía una renovación que nunca sucedió. La sala vuelve a estar ahora sin coordinador artístico –y así seguirá así al menos un año- y, además, sin programación propia.
Así lo ha decidido la concejalía de Acción Cultural, liderada por Maite Ibáñez, ante la imposibilidad de hacer una contratación temporal previa a la creación de una nueva plaza de dirección del teatro (un proceso algo más largo ya en marcha). Tal y como avanzó este diario, los servicios jurídicos del Ayuntamiento han frenado esa posibilidad y, para asegurar que la sala mantenga algo de actividad, la concejalía ha optado por aguantar el tipo hasta verano solo con eventos externos y trasladar la programación prevista a la segunda mitad del año. Esta programación, por cierto, son los compromisos –verbales- que dejó Marta Banyuls, una programación que queda prácticamente congelada y de la que ahora es responsable el propio servicio de Acció Cultural y, también, el coordinador del TEM, Juanma Artigot. La historia se repite.
Esta fotografía preocupa en el sector de las artes escénicas. De hecho, hace algunas semanas varias asociaciones (COMITÈ ESCÈNIQUES, AVED, APCCV y FETI) alertaban sobre la gestión de los teatros municipales a través de un crítico comunicado en el que apuntaban, entre otras cosas, al nuevo sistema de elección de director. "Nos da un poco de miedo que una persona dirija un espacio toda la vida. Puede ser fantástico o demoledor", explica Jéssica Martínez, de Comité Escèniques. Sobre la situación actual de la sala, comenta: "Es triste para el sector y para la ciudadanía que haya un teatro cerrado o semicerrado. Sabemos que los tiempos administrativos son muy complicados pero tenemos la sensación de que se van alargando cada vez más". Según la asociación la concejalía no tuvo la "suficiente previsión" cuando Marta Banyuls decidió no renovar su contrato, una salida que ha marcado su presente. "La Mutant es el único centro público que apuesta por las artes vivas. Es una lástima que esté cerrado, aunque sea muy poco tiempo. La administración debe responder con agilidad, porque es su responsabilidad. Tenemos empatía con ellos, pero deben hacer más presión por eliminar esas trabas o la bola se hará más grande".
También AVETID (Asociación de Empresas de Artes Escénicas del País Valenciano) lamenta una situación que califican de “anomalía”, algo que hace que La Mutant "no consiga estabilizar su proyecto”, pese a la voluntad, apuntan, de la propia concejalía. “Esperamos que resuelva pronto y solucionen esta anomalía, ya que el sector profesional necesita ahora más que nunca espacios públicos y privados que ayuden a paliar la delicada situación que vive”. Esta situación habla, también, del complejo sistema de contratación público, que a veces cae en contradicciones. Y es que los servicios jurídicos del Ayuntamiento de València frenan ahora una contratación temporal para La Mutant que en su día se dio en el Teatre el Musical en similares condiciones. Este es el principal problema que apuntan desde la asociación, que hablan de la necesidad de un “cambio de paradigma” general en la administración pública ante estos ‘bloqueos’ burocráticos. Explica el presidente de la asociación de Gestors Culturals, José María Bullón, que es necesario un cambio para “agilizar” la administración, aunque, señala, el “garantismo” no es siempre malo.
La sala estará, además, cerrada algunas semanas por obras, unos trabajos que durarán entre cuatro y cinco semanas, que tratarán de adaptarse a la programación pactada. Entre las acciones previstas se incluyen reparaciones en diferentes puntos del edificio, como el escenario y algunas de sus zonas de acolchado o las localidades para personas con movilidad reducida en el pasillo de la planta baja. También está prevista la sustitución de los vinilos antideslizantes de la entrada y la señalética, además de la instalación de un cartel luminoso en la fachada. Con todo, con la programación propia descartada, el adelgazado calendario cultural se reducirá a unas pocas citas externas. Entre ellas se incluye, en marzo, el encuentro de guionistas audiovisuales y la lectura dramatizada Yo soy la niña del Verdugo, de la compañía Hongaresa, ambos enmarcados dentro de las celebraciones del Año Berlanga. También acogerá la sala algunas actividades de los festivales Dansa València, Labdeseries y 10 Sentidos o el proyecto Jinete Último Reino, del IVAM. La sala también incluye la representación de Explore el jardín de los Cárpatos, que tuvo que ser aplazada la pasada temporada, y el proyecto escénico de Sandra Gómez Bailar el sonido, una continuidad de su trabajo del mismo nombre dentro del programa Graners de Creació.