VALÈNCIA. La era de la tecnología empapa hasta lo más recóndito de nuestra vida, también la forma en la que creamos. Las redes sociales –desde Instagram o Twitter hasta TikTok- se presentan hoy día como una ventana al mundo a través de la cual el arte puede ser difundido. Las vías tradicionales, si bien no han quedado obsoletas, son en gran medida poco asequibles para jóvenes que emprenden a través de su arte. La música, en concreto, encuentra en las redes sociales un nuevo canal de expansión, en el que darse a conocer tanto desde un punto de vista profesional como amateur. Un artista puede llegar a la otra punta del mundo en cuestión de minutos. Ya lo vimos con el caso de los Stay Homas, que empezaron subiendo canciones en Instagram durante la cuarentena y han llegado a firmar un contrato con Sony que les tiene ahora de gira por América Latina.
Esa apertura de fronteras ha hecho que miles de jóvenes cantantes que antes jamás habrían sido conocidos, puedan ahora expandirse y mostrar su música al público, sea cual sea su ambición. Esto es un fenómeno recurrente en Instagram, donde desde hace unos años (y sobre todo a partir de la cuarentena) ha proliferado el número de artistas que se lanzan a la piscina versionando temas conocidos o incluso creando su propio contenido.
Culturplaza habla con algunas de ellas. Dos más afianzadas y otras dos principiantes. Jóvenes que no tienen por qué querer dedicarse a la música necesariamente, sino que en muchos casos lo conciben como un hobby. “Divertirse” es el fin predominante entre todas ellas.
Irene Ricart abrió su cuenta musical hace alrededor de cuatro años. En un principio la llevaba de manera muy informal, grabándose directamente con un móvil, sin más recursos. En realidad es lo habitual. Si algo permite Instagram, eso es poder lanzar contenido sin invertir absolutamente nada. No obstante, con el tiempo Ricart adquirió un micrófono. “Empecé grabándome sin subirlo a ningún sitio, me daba vergüenza. Mis amigas me convencieron y al final me puse a ello. Ahora es más profesional, he hecho varios conciertos”, explica.
Opina que Instagram es la mejor plataforma para darte a conocer musicalmente si te dedicas a hacer covers. Y su cuenta le ha ayudado a sentirse motivada para continuar con sus estudios de canto. Una de las particularidades de Irene es que suele versionar canciones famosas otorgándoles su propio estilo. “Soy consciente de que no tengo un vozarrón, así que trabajo mucho con mi profesora en encontrar mi sonido a partir de eso”. Señala que antes se sentía un poco acomplejada por su voz, pero que “llevando las canciones a su terreno”, el de la voz finita, puede hacerlo bien.
La artista ha notado el acusado aumento de artistas que, como ella, difunden su música a través de las redes. “Cuando creé mi cuenta conocía solo a dos o tres personas que hacían lo mismo. Ahora conozco a muchísima más gente”. Además de en conciertos, Irene ha participado en el último disco de la banda valenciana Intraperlo, como corista. No se dedica profesionalmente a ello, pues actualmente es estudiante de Sociología y Ciencias Políticas, pero su creciente relevancia ha hecho que cada vez se sienta más interesada por construirse un futuro como cantante.
Jimena Amarillo también tiene su cuenta de Instagram como un hobby, pero aspira a que se convierta en algo más, sobre todo desde hace unos meses, cuando empezó a ser escuchada en mayor medida. Su cuenta tiene ya más de cuatro años de vida, y la artista ha pasado de publicar versiones grabadas con móvil a montar sus propios videoclips, naturalmente, cantando sus propias canciones.
“Si no tuviera mi cuenta, no habría llegado a la gente que me escucha, sin duda”, explica. Jimena, además, rompe con una dinámica bastante usual en las cuentas de jóvenes artistas: normalmente, si no suben contenido propio, es por vergüenza. Se trata de algo recurrente, pero ella, según indica, “ya lo ha superado”. Reconoce que al principio le producía mucho reparo, pero que ahora “es como subir un selfie. Está normalizado”.
Sus canciones también son accesibles a través de YouTube y Spotify, y actualmente Jimena le está dando vueltas a la posibilidad de lanzar un EP. Cuenta con más de dos mil seguidores en Instagram, y también ve cómo el número de mujeres que se lanzan a la música vía red social ha aumentado considerablemente, “sobre todo a raíz de la cuarentena”.
Esa proliferación de artistas que se han abierto una cuenta durante el confinamiento está patente en Violeta. Todavía está empezando, pero lleva a sus espaldas años de estudios en música, concretamente en piano y conservatorio. Explica que su principal objetivo con la cuenta es “crecer como artista”, algo que consigue a través “del apoyo de la gente”. Además, según ella “en España la música no es muy valorada, así que cada artista tiene que buscar su propio método para hacerse oír”.
Hasta ahora ha publicado versiones. “Todavía no me atrevo a subir mi propia música, pero tengo intención de hacerlo”. Ella concibe Instagram como un puente para ampliarse a todos los niveles. “Empecé aquí para ver si a la gente le interesaba lo que hago, si de verdad estoy hecha para esto. Quiero ampliarme a más redes, como YouTube”.
Por el momento no tiene planes más allá de seguir llevando su cuenta de Instagram, pero cuenta que le gustaría empezar a tocar en la calle. En su caso (y en muchos otros), la red social aparece como una vía para adquirir cierto reconocimiento por su trabajo. “Cuando ves por primera vez que la gente apoya algo que llevas mucho tiempo haciendo, te hace sentirte feliz”.
La cuenta de Anais fue creada en 2014, pero no fue hasta mucho tiempo después cuando empezó a utilizarla casi exclusivamente como modo de difusión de su música. Ha cursado clases de canto desde los 13 años, y actualmente está opositando. No tiene intención de profesionalizarse en el mundo de la música, lo hace puramente “como diversión”.
Por ahora se ha limitado a publicar versiones, también “por miedo a necesitar la aprobación de alguien” a la hora de subir contenido. Suele hacer versiones de música popsoul y rock de los 80. Es el tipo de artista que, de no ser por ventanas como Instagram, pasaría totalmente desapercibida. Y si bien no pretende dedicarse a la música, cuando era pequeña quedó entre los 100 seleccionados del programa Numero 1.