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MEMORIAS DE ANTICUARIO

La otra cara del patrimonio: la casa de Lauri-Volpi se cae

5/06/2022 - 

VALÈNCIA. La semana pasada hablaba de una noticia, que ya se ha hecho realidad, y por la que teníamos que felicitarnos. Hoy, sin embargo, lo haremos de algo que nos sitúa en el lado opuesto. Hablar de patrimonio y cultura en España, e imagino que en la mayoría de países de nuestro entorno, es hacerlo de recuperaciones, pero también de abandono, desidia y en el caso que nos ocupa, me temo, que irrevocable ruina y, tras ello, el consiguiente olvido. Hace unos días recibí una llamada desde un número italiano. La interlocutora, con inconfundible acento transalpino, se presentó como una señora de aquel país, que había vivido muchos años en Burjassot, y que se encontraba de nuevo durante unos días en la localidad valenciana, para unos asuntos personales. El motivo de haber buscado mi número de teléfono no era otro que averiguar si me podían interesar diversos muebles y alguna obra de arte que había en la vivienda, pues tenía intención de vaciarla. Le contesté, como es habitual, que tenía que visitar la casa antes de decirle algo al respecto. Me indicó la dirección: calle Lauri-Volpi en Burjassot. Hasta que no hube llegado y ya dentro de las amplias estancias de un antiguo palacete más que centenario (de hecho, construido en 1910) y con gran jardín romántico en la parte trasera, prácticamente el último testigo de esta tipología en la barriada, y de una época pasada de casas unifamiliares burguesas con jardines, no supe que me hallaba en la antigua casa del legendario Lauri-Volpi (1892-1979). El gran tenor fue una de las grandes voces “post-Caruso” del siglo pasado, que abarcó un repertorio enorme, gracias a una voz de amplio espectro, y que cantó bajo las órdenes de los más legendarios directores como Toscanini y De Sabata, teniendo como compañeros de reparto una inmensidad de cantantes entre otros la Callas o el español Miguel Fleta a quien le unió una fuerte amistad.  Se casó con la soprano alicantina María Ros (1891-1970), cantante de renombre en teatros de medio mundo y fijaron su residencia desde finales de los años veinte y hasta su muerte en Burjassot. De hecho, en la parte alta de una de sus fachadas luce el nombre de la villa: el apellido compuesto del tenor romano. Aquí fue poco original nuestro protagonista. Lauri-Volpi y su esposa ejercieron de vecinos de la población valenciana hasta sus últimos días y por deseo expreso de ambos, sus restos yacen en un mausoleo en el cementerio de Godella. La persona que me enseñó la casa, tal como me aclaró, no era otra que la sobrina del matrimonio que, no obstante, por circunstancias, fue adoptada en su momento como la hija que nunca tuvieron. Hasta aquí los antecedentes.

Una de sus estancias con el techo gravemente deteriorado

Lo que vino después, ya dentro de la espectacular vivienda, fue un sentimiento de incredulidad y tristeza ante el estado de abandono y consiguiente deterioro de aquel otrora hermoso espacio decorado con molduras alusivas a la música, estucos y suelos de Nolla. Según me contó la descendiente con indisimulada contrariedad, era incapaz económicamente de mantener aquello en el estado de conservación requerido. El caso es que, en su momento, concretamente en 1988 creó una fundación destinada a preservar su memoria, teniendo a la Reina Sofía como patrona de honor y que entre otras cosas organizaba concurso de canto con el nombre de María Ros. Uno de los objetivos, obviamente, sería poner en su lugar aquel espacio como casa museo y de encuentro cultural del pueblo, pero todo fue un batiburrillo de palabras vacuas por unos y otros, y que ya nos son familiares, puesto que la auténtica realidad es que el tiempo ha ido haciendo su trabajo inexorable sobre aquel peculiar inmueble de detalles neogóticos y torre “miramar”, hoy rodeado de bloques de viviendas  que se ha ido entrando, tal como pude comprobar en el más absoluto de los abandonos. De hecho, hay una parte del mismo que ya representa un peligro deambular por él debido a los continuos desprendimientos de la cubierta sobre el forjado inferior.

 Por si no fuera suficiente, todavía con fotografías del gran tenor en sus paredes, libros de partituras en los armarios, el piano con el que ensayaba cubierto con mantas para protegerlo, el palacete sufrió con total impunidad, sucesivos actos de pillaje y robos hasta hace pocos años de objetos de valor, e incluso de los muebles más importantes. Un tanto sobrecogedor fue entrar en una habitación en la que todavía colgaba el vestuario de la ópera Don Carlo de Verdi que tantas veces interpretó. En definitiva, la casa Lauri-Volpi, hoy no es más que una aproximación a lo que debió ser, pues según se cuenta, además del valor arquitectónico e histórico, fue un lugar de encuentro de intelectuales a lo largo de buena parte del siglo XX, e incluso visitada en repetidas ocasiones por ilustres cantantes como Franco Corelli para perfeccionar su voz de la mano sobre todo de María Ros. Pobre Don Giacomo, allá donde esté, espero que no conozca en el estado en que se encuentra su memoria material, que tanto cuidó en que se preservara a tenor de la importante cantidad de documentación, diarios y demás objetos que fue guardando para la posteridad.

El jardín posterior de la casa, desde la terraza, en un evidente estado de abandono

Ya les comentaba la semana pasada que la actual administración, y más la que se tendrá que ocupar del patrimonio y la cultura en las próximas décadas, difícilmente va a poder asumir la ingente tarea que se le viene encima en un país como España, poseedor de un vastísimo catálogo material e inmaterial (buena parte situado en la llamada “España vaciada”), y no va a haber más remedio que articular formas de colaboración público-privada. Volviendo al caso que nos ocupa, no he investigado profundamente las razones que han llevado a este grado de deterioro de la casa de este insigne personaje, pero lo que parece evidente es que la administración local, quizás también la autonómica y por qué no, la nacional, no han visto este lugar, de hechuras arquitectónicas sin duda a proteger, pero también cargado de historia, merecedor de ser conservado y destinado a preservar la memoria, no solo del gran tenor italiano sino del Burjassot de otra época. No obstante, indagando en la red, ante mi sorpresa he podido leer que apenas hace tres años los ayuntamientos de Burjassot, Godella y la localidad natal del artista, Lanuvio, firmaron un convenio que las hermanaba en torno a la figura del tenor, mediante protocolario y socorrido documento de intenciones, fotografías a tutiplén, comida posterior en restaurante cercano y bla, bla, bla. Sin embargo, estamos en 2022 y en función de lo que pude ver con mis propios ojos, me temo que será suficiente con un par o tres de décadas para que sólo unos pocos estudiosos se acuerden de aquel gran tenor italiano de nacimiento, pero valenciano de adopción que fue Giacomo Lauri-Volpi. Y de aquel palacete tendremos las fotografías para saber cómo era, como en otros tantos casos de la llamada “València desaparecida” que ya tiene un candidato más. Una lástima, y grande.

Lauri-Volpi en una escena de Il Trovatore, como Manrico y Maria Callas como Leonora en la temporada 1950-51 en el teatro San Carlo de Nápoles

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