VALÈNCIA. Hace año y medio, este diario, de la misma forma que vecinos, hosteleros, técnicos y concejales, se lo preguntaba: ¿Estará concluida la peatonalización de la Plaza de la Reina antes de que acabe el mandato en mayo de 2019? Ahora, cuando ya se escribe el epílogo del Govern de La Nau 1.0, nadie espera que esté acabada. Es más, la pregunta a responder es si se va a empezar antes de los comicios. Muchos dudan que la reforma integral que se pretende pueda empezar antes de verano.
Los comerciantes del casco histórico de València albergan la esperanza, desconfiados. La palabra es "decepcionados". Ven impotentes cómo, prórroga tras prórroga, se dilata la esperada remodelación de la decimonónica plaza, que fue anunciada a bombo y platillo por el consistorio. Pero sobre el terreno, todavía no hay novedades. Faltan trámites, pero tampoco las celebraciones falleras hubieran permitido semejante trajín de maquinaria y material. Y menos con la ingente cantidad de turismo que atrae día tras día en estas fechas.
El espacio, actualmente entendido como una suerte de glorieta con acceso al aparcamiento subterráneo municipal, pretende convertirse en una amplia zona libre de tráfico, pensada para los viandantes, y con una presencia importante de lo verde, con un centenar de árboles repartidos entre la Catedral y las calles San Vicente y de La Paz. El proyecto está claro, así como su coste previsto: cerca de 10 millones de euros. El plazo de ejecución: entre doce y catorce meses de obras.
Está casi todo listo, pero la lenta burocracia municipal unida a errores evitables y alguna que otra sorpresa, han retrasado la puesta de largo de la nueva plaza. Precisamente este año, el proyecto base del lavado de cara cumplirá veinte años. Fue en 1999 cuando el Colegio de Arquitectos realizara un concurso de ideas, cuyo planteamiento ganador fue el de los arquitectos Miguel Del Rey, Íñigo Magro y Antonio Gallud. Al año siguiente, los políticos del Ayuntamiento de València cogieron el guante y aceptaron dicha propuesta, pero nada se llegó a hacer y el plan de Del Rey durmió el sueño de los justos hasta la entrada de Joan Ribó a la Alcaldía.
La idea de La Nau era desempolvar este sueño de cambiar radicalmente el aspecto de la plaza. Pero habían pasado más de quince años, por lo que se optó por sacar a concurso público el proyecto, con los tiempos que este trámite conlleva. Del Rey volvió a vencer, y todo indicaba que sería su equipo el que haría realidad la quimera. Pero un imprevisto le truncó el paso. Una de las firmas que conformaba la Unión Temporal de Empresas (UTE) de la propuesta quebró y entró en concurso de acreedores. Y la legislación es clara en estas situaciones: no se puede contratar con una empresa en esta situación. Así pues, el consistorio anuló la adjudicación y tuvo que otorgársela a la segunda opción, resolviendo en paralelo el recurso de Miguel Del Rey. Nuevo retraso.
Este proyecto, el que finalmente se va a realizar, está elaborado por el arquitecto José María Tomás, Antonio Escario, Auraval Ingenieros y María Antonia Izquierdo. Además, la intención del ejecutivo local de impulsar la participación vecinal en numerosos aspectos de la vida política municipal, se tradujo en la realización de un proceso participativo -bajo la marca Participa Reina!- para incluir en el proyecto ideas que surgieran de este. Fue ideado por el dimitido concejal de Participación, Jordi Peris, y continuado por la actual concejala Neus Fábregas, que elaboró un decálogo de propuestas para mejorar el plan.
Todas estas circunstancias obligaron al alcalde de la ciudad, Joan Ribó, y al edil de Movilidad Sostenible, Giuseppe Grezzi, encargado de canalizar este proyecto, a ir retrasando los plazos. Primero se dijo que las actuaciones empezarían en 2017, después se aplazaron a la primavera del ejercicio siguiente, más tarde se hizo lo propio a verano. Ahora ya nadie se atreve a hablar de fechas y arriesgarse a que cualquier sorpresa arruine el anuncio. Y es que todavía falta que la comisión de Patrimonio dé su visto bueno para licitar las obras.
El consistorio estuvo ocho meses a la espera del que el departamento de Cultura de la Generalitat diera su 'ok' al proyecto. Sin embargo, al parecer, no era necesario este trámite puesto que el proyecto versa sobre una zona incluida en el Plan Especial de Protección de Ciutat Vella (PEP), cuyas competencias residen exclusivamente en el Ayuntamiento, y que aún está pendiente de su aprobación definitiva en el Pleno. La comisión de Patrimonio ha pedido a los autores de la propuesta que hagan algunas modificaciones, lo que prolongará la espera más tiempo. Los plazos se estrechan y las urnas acechan.
La remodelación de la plaza incluye también la reforma del aparcamiento subterráneo municipal que gestiona la firma urbanística pública Aumsa, dependiente de la concejalía de Desarrollo Urbano de Vicent Sarrià. La propuesta prevé dejar un vial integrado en la plaza para permitir el acceso de vehículos a las instalaciones subterráneas desde la calle de la Paz. La salida, por su parte, está prevista en la calle del Mar. El objetivo es acabar con las rampas en espiral del centro de la plaza, que obstruyen la urbanización completa de la zona.
Es por ello que un efecto inevitable de las actuaciones será el cierre temporal del parquin. De hecho, en los presupuestos diseñados por la empresa no se prevé ningún tipo de ingresos en este aparcamiento durante 2019. No se sabe hasta cuándo va a estar operativo, así que lo mejor, deberían pensar en la firma, es no presupuestar nada. Lo que entre, bienvenido será. Lo cierto es que el Ayuntamiento ha prorrogado la concesión demanial del aparcamiento a Aumsa hasta el día 30 de junio de este año. Si las adjudicación de las obras se retrasa todavía más, el nuevo gobierno local salido de las urnas deberá firmar una nueva prórroga hasta cuando considere.