Esa frase o muy similar recuerdo del breve y fortuito encuentro que tuve con el actual vicepresidente segundo del Consell y líder de Podemos, Rubén Martínez Dalmau. Y ha cumplido fielmente con su palabra y ha reclamado y logrado ese poder que anhelaba, una vicepresidencia y una conselleria para sus socios
El Consell del bautizado como Botànic II ya es una realidad, doce son los elegidos y varios los repetidos, es decir, que muchos consellers siguen en su cargo y con sus mismas competencias, pero algunos se estrenan, y como es lógico, los medios dedican especial información a conocer quiénes son las nuevas caras que dirigirán el gobierno autonómico en los próximos cuatro años. Y entre ellos destaca la creación de una nueva vicepresidencia.
El parto del Botànic II fue más largo y doloroso que el primero, parece ser porque una de las partes, estuvo como el Valencia CF, bronco y copero. El nuevo líder de Podemos en la Comunitat peleó su cuota de poder, pese a haber bajado el número de diputados. Tiene lógica esta reivindicación, porque a la vista de la primera legislatura donde gobernaban sin gobernar, no ha sido una experiencia especialmente positiva o provechosa, así que esta vez tenían claro que había que tocar poder sí o sí, como con total naturalidad y sinceridad me lo manifestó el vicepresidente segundo del Consell.
El reparto de carteras es desigual porque es más o menos proporcional al número de representantes, pero el hecho de que Podemos tenga una vicepresidencia, le coloca en una posición de fuerza y de poder, al mismo tiempo que el presidente Ximo Puig se coloca en un figura central y superior a sus dos vicepresidentes, teniéndolos de alguna forma en una segunda línea a ambos, ya no sólo a la vicepresidenta y portavoz Mónica Oltra que hace ahora cuatro años, muchos pensábamos que se comería (políticamente hablando) al Molt Honorable y lograría un protagonismo que no fue tal. Y es de justicia reconocer la buena estrategia del presidente que no sólo mantuvo intacta su imagen de líder, sino que ha podido revalidarla y consolidarla respecto a Compromís en las recientes elecciones.
Ahora, si entramos a analizar las competencias de algunas consellerias y sus denominaciones, necesitamos dedicar una serie de artículos y consultar a expertos de toda índole. El nuevo vicepresidente segundo será conseller de Vivienda y Arquitectura Bioclimática, ahí es nada, pese a que hay otra conselleria que gestionará asuntos de “emergencia climática y transición ecológica”, ¿será por creatividad para denominar y crear organismos?
Si están pensado de qué va eso de la “arquitectura bioclimática”, el arquitecto Rafael Ortega que es uno de los gurús del asunto la define como: “construir como lo hacían los abuelos de nuestros abuelos: casas sin instalaciones de refrigeración o calefacción que no necesiten una demanda energética como la actual”, o sea, vuelta al pasado, vuelta a los orígenes, y ¿para este viaje hacían falta estas alforjas? Tanta investigación, innovación y desarrollo para recuperar, por ejemplo, el mejor sistema de refrigeración del agua, más ecológico, sano y estético: el botijo de barro.
Con absoluta sinceridad me declaro un defensor de lo tradicional, así en un sentido amplio, desde la maravillosa y emocionante procesión del Corpus en nuestra ciudad o en la inigualable Toledo a la majestuosidad de los palacios y casas nobles de nuestro casco histórico donde los muros de piedra generan una temperatura durante los meses de calor, mucho más agradable que la de los odiosos aparatos de aire acondicionado, pero cuando digo esto delante de un arquitecto o empresario, rápidamente me razonan porqué se construye como se hace actualmente o porqué es necesario un sistema de ventilación y acondicionamiento a través de las máquinas porque la complejidad de nuestros edificios y ciudades lo requiere.
La realidad la podremos comprobar en los siguientes meses y años, quizá cambien la movilidad y la arquitectura de València o quizá no, en cualquier caso hemos comprobado algo también muy básico y primario, y por tanto muy lógico, que a todos les gusta tener poder, dirigir, mandar y sentarse en el sillón de conseller y por eso habrá dos consellerias para Podemos, una vicepresidencia y la otra para la representante de Esquerra Unida que aunque no se lo crean, siguen ahí agazapados en la marca morada. Son las cosas de la vida, son las cosas del poder.