La economista de Pictet tiene claro que la atención se está volviendo cada vez más hacia una política fiscal que no termina de consolidarse
MADRID. La política monetaria parece menos efectiva y la atención se está volviendo cada vez más hacia la política fiscal como vehículo principal de apoyo al crecimiento y ayuda para que el BCE lleve la inflación hacia su objetivo de menos, pero cerca de 2% anual. De hecho es poco probable que disminuya la presión para que los gobiernos sean más activos y persuadir a los países con espacio fiscal para que lo utilicen de manera eficaz y oportuna probablemente sea la misión más importante de la nueva presidenta del BCE, Christine Lagarde. Parafraseando a Mario Draghi, "con la política fiscal, el objetivo de política monetaria se alcanzará antes con menos efectos secundarios". Pero incluso en el mejor de los casos tomará tiempo para materializarse.
Actualemente el entorno de bajos tipos de interés proporciona a todos los países europeos espacio fiscal adicional. Efectivamente, los costes de endeudamiento soberanos han caído a niveles más bajos, permitiendo una gestión de tesorería nacional más fácil y sostenible en la mayoría de casos, si no en todos. De manera que el diferencial entre crecimiento nominal del PIB y rentabilidad media a vencimiento de los bonos soberanos es positivo en la mayoría de países de la euro zona, incluyendo Italia, lo que sugiere que los gobiernos nacionales pueden mantener déficits presupuestarios primarios (que excluye intereses de la deuda) y al mismo tiempo reducir la relación deuda/PIB con el tiempo.
De momento los gobiernos nacionales han presentado a la Comisión Europea sus proyectos de planes presupuestarios para 2020, dando una idea de la posición fiscal a adoptar. La mayoría de países planea consolidación fiscal, en Alemania y Países Bajos más en porcentaje del PIB. Francia y España prácticamente no han previsto consolidación en 2020, mientras que Irlanda endurecerá la política fiscal. Los planes fiscales anunciados hasta ahora siguen siendo modestos. Dado el entorno los riesgos a la baja, escaso crecimiento e inflación tenue, es probable que la Comisión Europea muestre cierta flexibilidad, como en el pasado.
Según nuestro cálculo, la consolidación fiscal agregada será equivalente a 0,3% del PIB de la euro zona. La cantidad de crecimiento que genere depende de los multiplicadores fiscales y tipo de consolidación. Nuestro análisis sugiere que la mayor parte estará dirigida a aumentar el poder adquisitivo de los hogares en lugar de inversión. Así que es probable que el multiplicador fiscal sea inferior a uno, lo que implica aumento del PIB de 0,1 a 0,2 % en 2020.
La política fiscal de Alemania será expansiva en 2020. Espera superávit estructural del 0,5% del PIB en 2020, tras 1,25% en 2019. No obstante, su relación deuda/PIB puede disminuir al 57,75% en 2020, gracias al superávit público. Pero quiere alcanzar su objetivo de déficit estructural no superior a 0,5 % del PIB, un margen considerable respecto a las normas de la UE. Además, el proyecto de presupuesto federal para 2020 no prevé nueva deuda, apegándose al estricto cumplimiento de presupuestos equilibrados. Su proyecto se basa en un crecimiento del PIB del 1,5% en 2020, que parece demasiado optimista y probablemente se revise a la baja. Pero todavía hay esperanzas de una posición más expansiva tras los debates parlamentarios en Berlín, aunque es probable que sólo un mayor deterioro de la actividad económica haga que opte por una flexibilización fiscal sustancial.
Por su parte, el proyecto presupuestario de Francia ayudará a que su relación deuda/PIB se estabilice en 98,7% en 2020. Espera que el déficit disminuya del 3,1% al 2,2% del PIB y el gobierno proyecta un crecimiento robusto del PIB del 1,4% en 2019 y 1,3% en 2020, ligeramente superior a nuestro pronóstico, pero razonable. Contiene medidas para aumentar el poder adquisitivo de los hogares en respuesta al movimiento de protesta del 'chaleco amarillo' y para reforzar los incentivos al trabajo. El caso es que Francia debe endurecer la política fiscal para respetar los criterios de convergencia de deuda pública, pero mientras prometa mantenerla estable y aplicando reformas para impulsar el crecimiento potencial es probable que la Comisión Europea haga una interpretación flexible.
En Italia, el presupuesto para 2020 se ha complicado debido a acontecimientos políticos. El nuevo gobierno proyecta una modesta consolidación fiscal, equivalente a 0,1% del PIB. Espera que la relación deuda/PIB se mantenga en 2020 en 135,7% y el saldo presupuestario sea de menos 2,2% del PIB, sin cambios. La trayectoria de menor deuda seguirá siendo significativamente más lenta de lo que exigen las normas de la UE.
En cuanto a España, el colapso del gobierno liderado por los socialistas en septiembre y el resultado de las elecciones generales crean incertidumbre. El proyecto prevé que el saldo presupuestario negativo disminuya a 1,7% desde 2% y la relación deuda/PIB a 94,6% desde 95,9%. Una vez que haya más visibilidad política tendrá que enviar un proyecto presupuestario actualizado a la Comisión Europea. El Gobierno español tendrá que endurecer la política fiscal para adherirse estrictamente a las normas fiscales de la UE y respetar los criterios de convergencia.
El BCE puede flexibilizar los instrumentos de política monetaria
Nadia Gharbi es economista para Europa de Pictet WM