El experto tiene claro que los inversores han reducido su confianza sobre España por los casos de la independencia catalana y la incertidumbre electoral tras el 20D
MADRID. Cansados estamos de oír que los datos que acompañan a nuestra economía son claramente favorecedores para la misma, que nos encontramos ante una normalización económica después de los vaivenes negativos que ha tenido España, siendo aún palpables los efectos de la gran crisis sufrida.
Las perspectivas son muy positivas y los diferentes entes económicos, pasando desde el FMI a las agencias de calificación, no paran de revisar al alza la salud de nuestro crecimiento y la estabilidad ascendente positiva de los datos que componen el mismo.
El único escollo que aún se nos resiste es la elevada tasa de desempleo, punto que de ir mejorando daría ese último impulso a la economía de nuestro país. Aun así, las proyecciones con este dato parece que tendrán una mejora considerable, incluso de manera inmediata, viendo posibles mejoras en este 2016.
Pero todo estos datos optimistas no ayudan a nuestro selectivo a verse favorecido; es más dentro del comportamiento negativo que están teniendo las bolsas a nivel mundial, el Ibex 35 es uno de los claros damnificados, ya que a las grandes caídas de comienzos de año se suma un peor comportamiento desde el tercer trimestre de 2015. Las circunstancias por todos son conocidas, una inestabilidad política considerable localizada en dos frentes.
El primero es la gobernabilidad de la nación después de unos resultados electorales históricos por la diversidad de los mismos y la dificultad de la formación de gobierno que por un lado abren una incertidumbre ante la inestabilidad de no tener claro un plan político concreto y, por otro, que el resultado de posibles alianzas no guste a un mercado, que como hemos podido comprobar en otras regiones de la zona euro, sanciona los gobiernos extremistas y que provoquen una separación de la unidad europea.
El segundo punto, y no por ello menos importante, sería el gran problema de Cataluña, que independientemente de poderse llevar a referéndum o no, la integridad e identidad de España como actualmente la conocemos, es una piedra en el camino hacia la estabilidad.
Estos factores anteriormente comentados ahuyentan a los inversores, que en un escenario bursátil tremendamente volátil, eligen activos que, independientemente de las circunstancias del mercado, tengan una estabilidad propia, requisitos que actualmente nuestro selectivo no tiene para captar inversión.
Por eso debemos hablar de España como una gran apuesta, ya que una vez solventadas todas las incertidumbres existentes y mirando sólo a realidades económicas latentes -en el corto plazo puede darnos algún disgusto más-, pero el en medio plazo generará oportunidades con un atractivo rendimiento.
El inversor en este punto no puede ser arrastrado por el pánico que se ha despertado en el mercado, ya que esto sólo puede hacerle no ver algo que antes deseaba: precios atractivos para la generación de una cartera, que aunque pueda tener una volatilidad importante, el parámetro del tiempo reduzca exponencialmente ésta, teniendo unas bases fundamentales de revalorización óptimas para hacer la gran apuesta.
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Jorge López es analista de XTB