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crónica por los otros / OPINIÓN

La política social. Asignatura pendiente

Comienza el curso escolar y con él los buenos propósitos, sobre todo aquellos y aquellas que sabemos que todavía tenemos flecos, asignaturas pendientes y aspectos de mejora que anhelamos alcanzar

7/09/2019 - 

La Política social forma parte de esa parcela un tanto contradictoria ya que nos sentimos orgullosos/as de los logros alcanzados pero somos conscientes de la insuficiencia y sobre todo de la fragilidad de estructuras que requieren de un amplio consenso del conjunto de la sociedad. 

Ahora que prácticamente estrenamos gobierno y que además empieza el curso parece un momento adecuado para revisar esas buenas intenciones y lanzar mensajes que nos ayuden a conseguir esos deseos. Con esa intención me ha parecido oportuno acudir a una referencia cualificada como es la del profesor Gustavo Zaragoza, experto en materia de Política Social. 

Vamos a intentar realizar una aproximación poco frecuente, fijando la mirada en aspectos de las políticas institucionales que no siempre se tienen en cuenta, para lo cual hemos elaborado una especie de guía orientativa acerca de la contribución que realizan las políticas de bienestar al conjunto de la ciudadanía y de manera especial a las capas más vulnerables de la sociedad 

A modo de guía

Vamos a comenzar por una primera referencia que el profesor Zaragoza sitúa en el debate de la utilidad de las políticas institucionales, destacando algo tan relevante como es la condición que tienen las medidas inclusivas como, un importante efecto de ascensor social y de cohesión intergeneracional.

 La correcta aplicación de las políticas sociales consigue romper inercias heredadas como la pobreza y vulnerabilidad social,  y también contribuye a equilibrar los desajustes y los riesgos intergeneracionales.

 Las políticas sociales son el impulso a través del cual se puede producir la permeabilidad y la solidaridad entre clases, género y generaciones. Un elemento muy evidente lo podemos comprobar a través de los efectos de la educación universal gratuita.

En segundo lugar, Zaragoza nos recuerda el carácter de contrato que tienen las Políticas Sociales. El  denominado derecho subjetivo que obliga al Estado frente a los ciudadanos, esta condición lo diferencia, radicalmente, de las respuestas altruistas o caritativas, existentes en otro tipo de regímenes. 

Los sistemas de bienestar son de “obligado cumplimiento”, hoy día nadie puede concebir que un niño/a español no disponga de plaza en un colegio o que se niegue el acceso a  la asistencia sanitaria a cualquiera que la necesite.

En los sistemas nuevos como la dependencia todavía se produce alguna fisura en la consolidación de este derecho. Afortunadamente, estos desajustes, obtienen la respuesta adecuada en cuanto se reclama frente a los tribunales, en los cuales, los jueces suelen dar la razón al demandante y obligan al Estado a cumplir con su parte del contrato.

En tercer lugar, es indispensable poner la mirada en algo que por evidente pasa desapercibido, las instituciones dispensadoras de políticas sociales configuran un patrimonio colectivo. 

Los hospitales,  los colegios y los centros para mayores han sido financiados con el dinero de todos y eso tiene un enorme valor, porque le otorga la legitimidad y el valor añadido que supone un esfuerzo colectivo y el sentimiento patrimonialista de la sociedad respecto a un bien de incalculable valor.

Por ese motivo, en numerosas ocasiones, se ha trasladado la preocupación de los procesos de privatización de servicios públicos al  considerarlos un robo al patrimonio acumulado de la sociedad en su conjunto 

En cuarto lugar, el factor cohesión social, posiblemente, una de las consecuencias más relevantes en las sociedad del bienestar es el carácter preventivo de la exclusión y la vulnerabilidad social  y de equilibrio, esto es el carácter preventivo de las políticas sociales  que nos lleva en ocasiones a plantear el famoso dilema a la hora de priorizar la inversión pública al tener que elegir entre servicios sociales o policías y cárceles para atender el fracaso colectivo que supone la delincuencia y los desajustes sociales. 

En quinto lugar, las políticas sociales son un vehículo de dignidad humana. Gracias a su expansión millones de ciudadanos transitan por la vida en unas condiciones de calidad impensables hace muy pocos años.

En sexto lugar, las políticas sociales han sido las “culpables” de las dos grandes revoluciones sociodemográficas del siglo pasado, la de género y el envejecimiento poblacional, se han alcanzado ambas gracias a los avances en materia sanitaria, de pensiones, y políticas de igualdad, 

En séptimo lugar las políticas sociales son fruto del consenso, desde sus orígenes a finales del siglo XIX, son resultado de pactos entre sindicatos, empresarios y Estado. En nuestro país el Pacto de Toledo es un claro ejemplo de esto, cuando se han querido imponer leyes (sobre todo en educación) sin pactar y consensuar han sido un fracaso.

Y para terminar una obviedad, que no lo es tanto, en octavo lugar, las políticas sociales son políticas, es decir forman parte de ese entramado tan denostado en el momento presente. La política ha sido la solución a los grandes problemas sociales a los que nos hemos enfrentado en los últimos años, por tanto conviene destacar este aspecto.

Políticas fallidas

Si lo que acabamos de ver son las luces, es cierto que también tienen algunas sombras. Su primera laguna es el carácter asimétrico, solamente una parte pequeña del globo disfruta de eso que denominamos Política Social y otra todavía más pequeña de su concreción mayor, el denominado Estado de Bienestar. A pesar de haber permeabilizado alguna de sus prácticas en otros continentes, sigue siendo un producto eminentemente europeo.

Zaragoza considera que el gran reto del presente siglo es la expansión del modelo, frente a un capitalismo depredador que pugna por convertir los derechos en mercancía y eso siempre tiene un resultado enormemente  segregador.

Otra de sus “dificultades” es el coste, cada vez resulta más costoso, económicamente, desplegar,  en buenas condiciones, la sanidad, la educación y los cuidados personales… La tecnificación del bienestar es cara, ahora bien depende del concepto de partida. 

Algunos preferimos denominar como inversión ya que el gasto de ahora significa un ahorro en el futuro, (en seguridad, en gastos sanitarios, incrementando la competitividad, generando puestos de trabajo...). Por tanto, su eficacia se comprueba a medio plazo,  de ahí el problema “cortoplacista” y miope de algunas opciones políticas que, según Zaragoza,  no lo consideran viable por la escasa rentabilidad inmediata.

La semana que viene… más! 

*Gustavo Zaragoza ha tenido ocasión de participar en distintos momentos en la expansión de las políticas sociales, ocupando puestos de responsabilidad en el ámbito municipal, autonómico y estatal, entre los que destaca su labor en el Ministerio de Sanidad y Políticas sociales y en el ámbito autonómico ha ocupado  la Dirección General de Planificación de la Conselleria de Inclusión, y la Dirección General Análisis de Políticas Públicas en Presidencia de la Generalitat. Además es profesor de la Universidad de Valencia y ha participado como docente en Grados académicos y Masters, en distintas universidades. 

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