VALENCIA, (EP). La construcción de una imagen social de prestigio es un rasgo esencial de la psicología humana; de hecho, favorece la cooperación de las personas de forma más eficiente que otras motivaciones, según concluye un estudio desarrollado en una comunidad de Papúa Nueva Guinea, que ha sido liderado por el profesor Gianluca Grimalda de la Universitat Jaume I y se ha publicado en Nature Communications.
"Nuestra preocupación ante cómo nos ven los demás no está limitada a la interacción en las redes sociales o al feedback en e-Bay, sino que surge previamente a las nuevas tecnologías porque es intrínseca a nuestra psicología", ha señalado Grimalda, quien para testar sus teorías sobre la cooperación humana realizó una estancia en la comunidad de Teop de Papúa Nueva Guinea.
Este pueblo de Oceanía fue seleccionado tanto por sus pequeñas dimensiones y bajos niveles de complejidad social como por mostrar características muy diferentes a las sociedades occidentales. El profesor de la UJI realizó esta estancia junto con los investigadores Andreas Pondorfer, compañero suyo en el Instituto para la Economía Mundial de la Universidad de Kiel -donde se encuentra de estancia- y David P. Tracer, de la Universidad de Colorado en Denver, EEUU.
Los Teop son horticultores y recolectores, utilizan herramientas rudimentarias para cultivar sus alimentos, no poseen industria mecanizada, y el pago de mano de obra es poco frecuente. Viven en poblaciones de unos 150 habitantes.
"Este tipo de sociedad a pequeña escala es ideal para probar las teorías evolutivas del comportamiento humano, ya que las condiciones que se dan dentro de ellos son mucho más cercanas a las experimentadas en la mayor parte de nuestra historia evolutiva, a diferencia de las sociedades occidentales industrializadas", ha indicado el profesor.
"El estudio de campo sobre los Teop es uno de los primeros en examinar los efectos que tiene la imagen social en la vida real sobre la cooperación humana", ha añadido.
Según las teorías evolutivas y económicas, se espera que los seres humanos, como otros animales, se comporten de forma egoísta, maximizando las ganancias materiales para sí mismos. Dado que la cooperación implica sacrificar el propio interés por los intereses del grupo, debería haber sido eliminada por la selección natural.
Sin embargo, la cooperación humana todavía tiene lugar en todas las sociedades conocidas, lo que plantea un "puzle" científico que requiere una explicación. Se han propuesto diversas teorías para explicar la evolución de la cooperación. En el estudio de campo sobre los Teop, los investigadores se centraron en dos de las más comunes: la preocupación por la imagen social y la propensión a castigar la conducta desviada.
La primera teoría describe el deseo del individuo de mantener su reputación como cooperador en el grupo social. La segunda teoría enfatiza la capacidad de los grupos humanos de 'autoimponer' las normas de cooperación, con algunos individuos que actúan como 'justicieros' que están dispuestos a sacrificar sus propios recursos para castigar a los que no cooperan.
Según el estudio, la relevancia de la preocupación por la imagen social se puso a prueba entre la comunidad Teop a través de la presencia en algunas sesiones -pero no en otras- de un 'gran hombre' -líder de la comunidad- como observador de las decisiones de los participantes en las interacciones cooperativas anónimas, el denominado 'juego del dilema del prisionero'.
En ausencia de instituciones formales eficaces, los grandes hombres son los responsables de resolver los conflictos sociales y hacer cumplir las normas sociales. También realizan las funciones de 'núcleo' de las redes sociales y son las figuras ante las que los individuos de la comunidad se esfuerzan por mantener una imagen social positiva.
La principal conclusión del estudio es que la preocupación por la imagen social pesa mucho más que el castigo como factores que promueven la eficiencia de la cooperación en esta sociedad. Curiosamente, cuando un gran hombre de un grupo externo actúa como observador, no se da una influencia positiva sobre la cooperación.
Por tanto, la preocupación por la imagen social aparece limitada al grupo social propio del individuo. En general, en opinión de Grimalda, "estos resultados apoyan la idea de que la preocupación por la imagen social propia es un rasgo universal de la psicología humana". Por el contrario, -ha dicho- la propensión a castigar el comportamiento no cooperativo, que es observable en algunas sociedades contemporáneas, "probablemente se adquirió de forma relativamente reciente en la evolución humana*.
El estudio concluye que el deseo de los individuos de mantener una imagen social positiva dentro de la comunidad es más importante que el castigo como motor de la cooperación social.
Este grupo de investigación, a partir de estos resultados, trabaja en un nuevo estudio que profundiza, precisamente, en las motivaciones que hay tras el castigo en ambas situaciones de interacción, es decir, el castigo por parte de otro participante en el juego de la cooperación, y un castigo por parte del observador/juez.
"Tenemos planes para volver a Bougainville (Papúa) el próximo año para afrontar la que es una de las más interesantes -y no resueltas- preguntas de investigación relativas a la cooperación sobre por qué el castigo funciona muy bien en unas sociedades y no en otras, y si existe una relación entre la capacidad que tienen la imagen social y el castigo, respectivamente, de aumentar los beneficios de la cooperación", ha adelantado el investigador.