VALÈNCIA. La Rambleta culmina su ciclo dedicado al Mediterráneo, ‘El mar que nos mira’, con la proyección de tres películas muy especiales que podrán disfrutarse este jueves, viernes y sábado a las 21:30h: Shirley Valentine (1989), Meduzot (Medusas, 2007) y Le grand bain (El gran baño, 2018), una ama de casa viaja a Grecia; tres mujeres se sumergen real o metafóricamente en el mar; y un grupo de hombres maduros se apuntan a un cursillo de natación sincronizada. Todos sufren un cambio radical o alteran su statu quo, como única posibilidad de retomar sus vidas. En realidad, siguen el ciclo del agua: se evaporan, adoptan una nueva forma y resurgen...
Hoy bastante olvidada, Shirley Valentine es una comedia memorable de los años ‘80. Con ella, Lewis Gilbert explotó desde un ángulo femenino el mismo recurso narrativo que utilizó en Alfie (1966). Esas miradas a cámara del seductor narrando con vileza sus andanzas, las lanza ahora con similar maestría un ama de casa sometida. Shirley es una cuarentona invisible que solo la salva su agudo sentido del humor. Ambos films forman un tándem memorable, y tanto Michael Caine como Pauline Collins serían nominados al Oscar por estos papeles.
Arseni Tarkovski negaba la realidad de la muerte en uno de sus poemas. “No existe la muerte, la vida es eterna. No hay que temer a la muerte, ni a los diecisiete ni a los setenta. Sólo hay vida y luz”. La poetisa hebrea Shiri Geffen comparte ese mismo concepto en su único largometraje, Meduzot. La muerte surge no para sellar el relato, dado que no es una fase terminal. Para Geffen detrás de cada cuerpo inerte hay una energía que se libera, un verbo que atraviesa la fisonomía de otros cuerpos que la cineasta filma inmersos en un océano, no muy lejos de las medusas. Su original narrativa y poesía sincera le valieron a este film la Cámara de Oro del Festival de Cannes.
Le grand bain mejora el original nórdico, una TV movie sueca de 2008 que curiosamente produjo diez años después dos remakes, uno inglés y este de nacionalidad francesa. Basada es una historia real, sigue la peripecia crepuscular de un conjunto de perdedores que, contra todo pronóstico, se animan a competir. El encanto de esta versión es que incluso sus secuencias más espectaculares carecen de épica. En una secuencia de abatimiento la entrenadora toma unos versos y los comparte con el grupo: “Los adultos no son nada, su dignidad no sirve para nada”. Palabras de Rainer Maria Rilke que podrían perfectamente resumir todo este ciclo.
El premiado monólogo se representa en La Rambleta y bebe tanto de Homero como de Safo, Anne Carson, Pedro Lemebel y Luis Cernuda