VALÈNCIA. El proyecto Graners de creació buscaba creadores y creadoras con proyectos de miradas distintas, surgidas de la innovación y creación artística. Y parece que Joaquín Collado y Nicolás Jongen miraron en un lugar donde nadie lo hace estando siempre allí: las asociaciones culturales de personas mayores de València. Así nace La cueva duerme (con esa roca encima), una pieza que experimenta con los cuerpos de cuatro mujeres del barrio de Sant Marcel·lí. La obra, coproducida entre Inestable y La Rambleta recala en este segundo espacio durante todo el fin de semana para observar la mirada fresca de los dos creadores valencianos. Uno de ellos, Joaquín Collado, atiende las preguntas de Cultur Plaza.
- ¿Qué se va a encontrar el público que acuda este fin de semana?
- La idea o la razón del espectáculo gira entorno a la palabra recreo y todo su posible desarrollo. Recreo significa el tiempo de prórroga o que se agota que sienten las personas que hemos elegido para protagonizar el espectáculo que son señoras ancianas de entre 62 y 72 años; también es la jubilación, que es un tiempo que se va a agotar pero en el que gozas de autonomía; y un espacio de libertad, de salir a jugar. También el concepto muta en recrear o recreer. Esta constelación que construye el concepto es sobre lo que gira la pieza.
- No hay entonces una historia al uso que hile la muestra...
- La obra busca la reflexión en vez de tener una historia al uso con introducción, nudo y desenlace. Se trata más bien de encontrarse un espacio que puede ser metafórico o mitológico, entregando al espectador pistas a través de los cuerpos que ponemos en escena: la piel envejecida de una señora, el espacio sonoro y lumínico, o los elementos (que son poquitos) de escenografía. Con todo esto, el espectador creará por sí solo una interpretación que está muy abierta.
- La obra forma parte del programa Graneros de creación de La Rambleta e Inestable, una iniciativa que pide innovación y riesgo en la muestra. Como creador, ¿dónde cree que está el riesgo y la innovación aquí?
- Trabajar con personas amateur ya es un riesgo para nosotros, que somos artistas que estamos madurando y que buscamos continuamente cómo contar las cosas. Las actrices 'amateur' no tienen la técnica. Trabajar con ellas también es una reflexión muy grande sobre cómo ponerlas en escena, y cómo va a ser esa aproximación a lo profesional (aunque no hace falta que haya una)... Entonces se crea un interés muy grande, porque además, el teatro que hacemos no es el convencional y al que ellas están más acostumbradas, con personajes y texto.
- ¿Cómo ha sido ese proceso de aprendizaje para ellas y el vuestro?
- Para ellas, más que enseñarles hemos querido desorientarlas muchísimo. Hemos trabajado con ellas un mes, pero solo dos días a la semana dos horas cada día. Pero sobre todo, les hemos abierto una dimensión muy grande sobre lo que puede ser el teatro contemporáneo y el arte como mensaje. Nico y yo también hemos aprendido mucho, porque es la primera vez que trabajamos codo con codo compartiendo dirección. Llevábamos ya años colaborando entre nuestras compañías (yo les ayudaba con el movimiento y ellos a mí con la dramaturgia), pero ha sido ahora cuando nos hemos metido en la misma sala a tomar decisiones en común y a trabajar con la misma materia prima, y eso ha sido muy enriquecedor, mucho más profundo de lo que te puede dar simplemente hacer tres funciones.
- Parece muy fácil hacer una historia sobre un joven o una mujer de mediana edad… ¿están así las ancianas infrarrepresentadas en el mundo del arte?
- Sí, claro que sí. Y de alguna manera, acaba siendo una crítica misma el hecho de poner un cuerpo anciano en escena, más aún tratándose de una mujer. Todo lo que supone eso crea un documento que te dice mucho. Poner un cuerpo anciano es mostrar en escena a una persona cuyo tiempo de recreo se agota y vive ahora una prórroga, pero también alguien que ha vivido mucho y que cuenta con mucho acumulado en la piel. Una decisión que hemos tomado es no representar a estas personas como se espera que lo hagamos, sino que les hemos dado mucha libertad. Aunque la pieza no parte de sus penas y sus vivencias, hemos querido conocerlas y saber qué piensan del teatro y en qué posición se encuentran como ancianas y como mujeres, cómo se organizan colectivamente...
- ¿Y cómo ha sido a nivel personal este acercamiento a la realidad de las asociaciones de personas mayores?
- Ha sido muy emocionante y una sorpresa a nivel de posibilidades de trabajo. No sabíamos si una persona mayor iba a querer o a poder bajar al suelo, o hasta qué manera se iban a entregar. Nos hemos encontrado con cuatro señoras muy abiertas de mente, muy libres y que se lo han pasado pipa. Han acabado llegando más lejos que nosotros.
- Las piezas contemporáneas siempre suponen una ruptura con el conservadurismo, esto se multiplica si además se pone como elemento de escena personas cuyo conservadurismo se presupone, aunque habría que diferenciar entre el heredado y el adquirido...
- Eso está en nuestro espectáculo, y también la idea de ponerlas en un escenario pensando en la palabra 'recreo' y que tengan la oportunidad de jugar. Hemos trabajado todo el rato desde el juego y eso es algo a lo que ellas no estaban acostumbradas. Ellas esperaban un teatro en el que tener todo más controlado y que nosotros le dijéramos "leed este texto", "haced esto otro"... Y cuando le propusimos crear un espacio de vulnerabilidad en el que les proponíamos jugar, eso ha sido una sorpresa para ellas. De ahí que utilicemos también el concepto de recreo para hablar de 'recrear', de construir un espacio y un mundo a nuestra manera.
- El proyecto de Graneros de creación se lleva a cabo entre Inestable y La Rambleta, y hace tan solo unas semanas participaste en el festival de danza Migrats, también en colaboración de Inestable con una institución pública, ¿crees que la falta cierto despegue a las artes escénicas contemporáneas o están demasiado ligadas a lo público?
- Pues sí, pero para nosotros es muy importante tener la oportunidad de tener un espacio como La Rambleta. Siempre andamos de aquí para allá buscando un sitio en el que trabajar porque no somos escritores y necesitamos escenarios lugares amplios para hacerlo. Es curioso porque al estar tan poco acostumbrados a actuar en sitios como La Rambleta (donde estamos muy a gusto), no sabemos qué tipo de público va a venir este fin de semana. En general, pensamos que la situación de la escena es dura, pero es lo que hemos elegido: hacer el teatro que nos gusta y poder presentarlo en València. Nosotros vivimos en Bruselas y ahí la situación es muy diferente.
- ¿Qué le hace falta a València para ser Bruselas?
- Está muy bien que se apueste tanto por las producciones valencianas, pero traer a compañías de fuera es muy importante porque también es mostrar a la gente del teatro de aquí los referentes que debemos tener en cuenta para crecer. Poder dar pero también recibir.