VALÈNCIA. Al margen de las cuestiones relacionadas con las gestiones de gobierno, el próximo otoño será especialmente intenso para el PSOE debido a los diferentes procesos orgánicos que tiene por delante. Primero, el 40º Congreso Federal, que se celebrará en València y que servirá para coronar sin oposición a Pedro Sánchez. Después, el 14º Congreso Nacional del PSPV, que tendrá lugar en Benidorm y donde el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, reeditará el cargo sin alternativa enfrente.
No obstante, esto no significa que ante los socialistas valencianos se abran procesos exclusivamente plácidos. El jefe del Consell no tendrá, eso sí, rival para seguir al frente del partido, dado que fue el único militante que presentó su precandidatura el pasado 1 de septiembre, si bien esto vino precedido de una negociación con los afines al exministro José Luis Ábalos, principal sector alternativo.
En la citada negociación, se acordó que la actual secretaria provincial de Valencia y afín a Ábalos, Mercedes Caballero, encabezaría la delegación de representantes para el congreso federal. Además, se llegó a un pacto de equilibrio para que el resto de 61 componentes de la lista fuera repartido entre las distintas sensibilidades, entre otras consideraciones institucionales y territoriales. Por otro lado, en la provincia de Alicante liderará la delegación la consellera de Sanidad, Ana Barceló, y en Castellón, será el propio Puig.
No obstante, y a falta de que la entrega de las listas completas que a priori serán consensuadas, esto no garantiza -ni mucho menos- que los procesos provinciales que tendrán lugar después del cónclave autonómico del 12 al 14 de noviembre vayan a ser tranquilos. Uno de los principales factores para anticipar esto es la percepción de un posible cambio de ciclo en el horizonte: es decir, este será el último mandato de Puig en el partido y quién sabe si también en la Generalitat -dependerá de si se presenta y vuelve a ganar los comicios-, por lo que las direcciones provinciales del PSPV cobran vital importancia a la hora de situarse en una posición privilegiada si se produce un cambio de mayorías en las urnas. O lo que es lo mismo, si se precipita la caída del líder.
Dicho esto, como un factor basado en la temporalidad, existe otro más relevante si cabe. La situación del PSPV-PSOE a día de hoy no es la misma que en 2017: los afines a Puig respaldaron entonces a la andaluza Susana Díaz en unas primarias en las que venció con claridad Pedro Sánchez, apoyado por el 'abalismo' pero también por otras corrientes y familias políticas de los socialistas valencianos. Esto provocó que el alcalde de Burjassot, Rafa García, afín al exministro, se atreviera -aprovechando el momento de debilidad- a lanzarse como alternativa a Puig alcanzando, pese ser derrotado, un nada desdeñable 42% de los apoyos.
Así, el escenario es radicalmente distinto porque el cese de Ábalos tanto como titular de Transportes como secretario de Organización del PSOE ha debilitado la posición de su familia política en la Comunitat Valenciana. Ya no sólo por los motivos obvios que suponen la pérdida de su faro político y de la influencia en Ferraz, sino también porque ha acentuado la diferencia entre el denominado 'sanchismo' y el 'abalismo', dos términos que durante mucho tiempo se ha intentado confundir. Ahora, la proximidad entre Puig y Sánchez es pública y notoria, por lo que los 'sanchistas' que no son históricamente de la cuerda 'abalista' tienen muchos menos motivos para ir contra del liderazgo del presidente de la Generalitat.
Con estos mimbres, los congresos provinciales del PSPV apuntan a ser especialmente intensos y movidos. Obviamente, pueden producirse acuerdos que eviten las confrontaciones, pero un análisis de los actores en liza invita a pensar que, especialmente en Valencia, se hace complicado encontrar un resultado que pueda satisfacer a todas las partes implicadas. Es decir, incluso en el caso de que Puig diera las órdenes correspondientes a sus lugartenientes orgánicos en el PSPV para alcanzar una paz a cualquier precio, la situación difiere tanto de la de 2017 que este intento podría ser insuficiente.
Ante esto, desde el entorno del presidente de la Generalitat ya se trabaja en un posibles relevos en las tres provincias que aguardan en la despensa a la espera de que sean activados si la situación lo requiere. Algo que tiene visos de producirse.
En la provincia de Valencia la situación es muy compleja. Caballero ya anunció meses atrás su intención de presentarse a la reelección, si bien sus opciones se han complicado con la citada defenestración política de Ábalos y las dudas que ello ha generado en parte de su tropa. Sus apoyos se basarían en la capital (Maite Girau, de su sector entonces, logró un 42% en las primarias de 2018, aunque todo apunta a que el respaldo ha menguado), una parte importante de l'Horta Nord y posiblemente menos consistente en l'Horta Sud, y algunas comarcas de interior como Los Serranos o la Canal de Navarrés-La Costera. Además, uno de sus puntales se sitúa en la Ribera Baixa, concretamente en Almussafes, donde el alcalde Toni González controla una agrupación que ha superado recientemente los 400 afiliados.
Unos números que desde el 'ximismo' se han prestado a contrarrestar con un dominio más importante en València ciudad, el control habitual de La Safor, y un aumento -recuperación de seguidores- tanto en l'Horta Nord como en l'Horta Sud -en ocasiones fruto de acuerdos-, La Costera, Camp de Túria o la Foia de Bunyol, además de un incremento de las simpatías en el resto de comarcas donde en el pasado se produjeron fugas. Como posibles aspirantes al trono provincial desde el entorno de Puig, vienen sonando nombres como el alcalde de Riba-roja, Robert Raga; el de Xàtiva, Roger Cerdà, o la de Algemesí, Marta Trenzano, aunque las fuentes consultadas insisten en que ni siquiera está decidido si se presentará candidato.
Sin embargo, hay otros actores importantes en el proceso. El alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, junto a otros referentes como el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, o el de Paterna, Juan Antonio Sagredo, también tendrá algo qué decir en el proceso. Precisamente, la presencia de este grupo -con fuerza también en comarcas como el Camp de Morvedre- complica la continuidad de Caballero, dado que parecen decididos a exprimir sus opciones y no aceptar un acuerdo en el que figuren en segunda línea.
En la provincia de Castellón, el alcalde de l'Alcora, Samuel Falomir, ya ha mostrado internamente su intención de presentarse para liderar el PSPV provincial y relevar así en el cargo al diputado autonómico Ernest Blanch. Una maniobra que, según distintas fuentes del partido, no se ve con malos ojos desde el entorno de Puig y que ya está provocando movimientos internos en la provincia.
Tampoco se presenta tranquilo, al menos a día de hoy, el congreso provincial de Alicante. Parece improbable la continuidad del actual secretario general, el alcalde de Xàbia, José Chulvi, próximo al presidente Puig pero que podría dar un paso a un lado ante la necesidad de apuntalar los equilibrios en la provincia. La principal alternativa al 'ximismo' en Alicante es el exalcalde de Elche Alejandro Soler, mientras que en el entorno de Puig suena cada vez con más fuerza la apuesta del primer edil de Elda y presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP), Rubén Alfaro, quien ya trató de postularse para el cargo en 2017, dando un paso atrás finalmente debido al deseo de Puig de situar a Chulvi. Sin embargo, Alfaro también se ha aproximado a Soler en los últimos tiempos, por lo que la situación es especialmente compleja y resulta difícil realizar pronósticos.