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EL MURO / OPINIÓN

La tasa turística

El verdadero debate abierto sobre una tasa turística parece dar miedo a nuestros políticos cuando ya se aplica en muchas ciudades europeas y en algunas autonomías. Revertiría en mejoras y mayor calidad turística

18/08/2019 - 

VALÈNCIA. Cuesta mucho entender que a nuestros representantes políticos, tan dados a subirse el suelo, pensar en ellos y colocar afines, les cueste tanto hablar entre ellos cuando el interés es general. Igual es que no saben qué decir, que tampoco me extrañaría dentro del nivel alcanzado y la necesidad de contratar tanto asesor ante su falta de brillantez.

Pero sorprende que no sean capaces ni siquiera de abrir un debate interno, o profundo y serio, sobre asuntos que sí afectan a la ciudadanía. Por ejemplo, querer eliminar por decreto municipal los vendedores dominicales del entorno del Mercado Central que resulta una de las acciones más lamentables a las que esta sociedad se puede enfrentar, y más viniendo de un gobierno municipal que se considera de izquierdas o progre, si es que no ha cambiado la denominación, y dos, el tema de la tasa turística.

La segunda es la que ahora me divide. No entiendo el miedo a debatir sobre la tasa turística, o al menos sentarse en torno a una mesa y afrontar el tema con seriedad y no con meras declaraciones empresariales o políticas que no dejan de ser eso, simples declaraciones interesadas. ¿Por qué ese miedo? Nos quejamos o se quejan de que la financiación es un desastre, nos quieren poner otra tasa para cambiar los colectores, nos gastamos cada año casi seis millones de euros extras en limpiar las calles durante nuestra fallas para dar imagen ante las hordas de la inhumanidad, la basura se multiplica en las calles de los municipios turísticos en los que nos desbordan con verbenas y festivales muy guarros porque sí, y optan por apoyar o subvencionar y en los que se abandonan miles de bolsas de plásticos una vez acabados y pagamos a escote seguridad, limpieza y urbanidad.

“Todo muy sostenible”. Pero no quieren entrar a reclamar una mínima tasa turística. Yo no creo que sea peligroso, tampoco económicamente
impopular, ni que suponga un problema de sostenibilidad o competencia. Hay muchas fórmulas, como está demostrado en media Europa desde hace muchos años y para nada es un desgarro a la economía familiar. Por ello deseo que alguien lo explique con detalle. Al menos, para entenderlo. Igual es que para algunos es faena y para otros trabajar un poco más, sobre todo desde la perspectiva política ya que habrá que reunir sectores, estudiar opciones, escuchar opiniones, suspender viajes, cambiar leyes y después llegar a acuerdos. Si es que algunos saben de lo que estamos hablando.

La cuestión es que en media Europa y en las comunidades españolas más
turísticas, excluyendo la nuestra, Andalucía o Canarias, llevan años,
aplicando una tasa turística por mínima que sea, y aquí nos mantenemos ya no en abrir un debate sino ni siquiera plantearlo. No creo que por un pago supletorio mínimo el turismo haya dejado de ir a Baleares o Cataluña. Al contrario. Si lo que ofrecen es calidad, que es de lo que se trata para no perder turismo.

Porque, esa pequeña recaudación, bien le vendría a pequeños municipios
desbordados por el turismo o que sólo viven de él a ofrecer grandes
mejoras para el propio turismo y condiciones notables de imagen en
cuestiones como limpieza, estética o aspectos urbanos. Porque de eso se
trata. No de recaudar simplemente para que el municipio de turno amplíe el enchufismo, que es lo normal, sino para que el turista gane en condiciones gracias a una mejora de inversiones que revertirá en mayor calidad, esa misma que todos reclaman pero nadie ofrece.

No me interesan los políticos ni sus técnicos que de casi todo saben
bastante poco, sino las realidades. Nuestro futuro económico, por mucho
que nos ciegue el sol, continúa pasando sólo por el turismo viendo los datos del paro y las estadísticas de inversiones. Con lo cual, alguien tendrá que financiar su crecimiento. No querer verlo es un error.
Las tasas turísticas apenas gravan la pernoctación de quien viene de fuera o se aloja en un apartamento turístico. Que tampoco nos afecta mucho. 

Y su baremo puede ir en muchas direcciones, fijo o aleatorio. Tampoco es exagerado. Yo he pagado en muchas ciudades europeas y no me he
escandalizado. O si no que expliquen dónde está el problema cuando en
Berlín, Viena, Amsterdan Hamburgo, Arezzo, Catania, Siracusa, Sorrento, Florencia, Venecia, Milán, Colonia, Lyon, Paris…entre otras muchas, lo tiene muy claro. Esto no es una estafa. Es una necesidad racional. Creo que ya va siendo hora de que dejemos de ser siempre los mismos quienes paguemos por ampliar o mejorar servicios y además los ofrezcamos gratis. Ya pagamos demasiados impuestos para que vengan otros y nos amplifiquen los gastos. Incluso serviría para una mayor proyección exterior, esa de la que siempre nuestro gobierno de turno alardea.

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