tejer y destejer / OPINIÓN

La tercera máscara

17/01/2019 - 

Salta la derecha española al escenario bajo la forma de un nuevo personaje lanzado por los medios. Es la tercera máscara, a caballo y con boina. La Voz. ¡Entretenida novedad! Los populares y la oligarquía tienen mucho repertorio, ahora que perciben la debilidad de sus adversarios y se relamen ante la imagen de un poder que abarque toda la piel de toro, como en la época del añorado generalísimo.

La nueva máscara, ridícula y gibosa, nos saluda con la pezuña en alto. "Fuera chiringuitos de Andalucía", berrean. Y aunque Maroto trate de quitar hierro mediático a los exabruptos de la nueva máscara, bajo la piel de cordero que él mismo se coloca para salir en la televisión se advierte la zarpa. "Fuera chiringuitos con los que los socialistas desangran el presupuesto apoyando la causa de las mujeres", es decir: fuera asociaciones, fuera derrochar el dinero público para proteger y ayudar a las mujeres maltratadas. "No hay violencia de género", rebuzna la máscara caballar. "Ya se sabe que en todas las familias pasan cosas, pero eso son problemas privados. Tenemos un código penal para cuando hay heridos y muertos. No necesitamos para nada la Ley de Género y su chorreo de subvenciones". Lo que tienen que hacer las mujeres es no dar pie a que las maltraten, las violen o las quemen vivas. También hay ancianos, niños y discapacitados que sufren. Englobémoslos a todos en una Consejería de Familia. Gastemos su presupuesto en la cría caballar y el fomento de las raíces ibéricas. Más pasos de Semana Santa y menos feminismo. Y Pablo Casado aplaude y llora de emoción patriótica. Se advierte claramente que es un político fresco.

Por debajo del eco del fantoche —que, por cierto, tiene a su vez tres cabezas mediáticas para repartir el ridículo sin que se note—, se oye claramente la voz de sus creadores de la derecha derecha, la derecha madre, y menos risas y silbidos progresistas de los que quisiéramos. Se les oye decir sotto voce: "Hay que cambiar de mano los chiringuitos y ponerlos al servicio de la corrupción, en la que somos maestros de reconocido prestigio. Estamos ganando, como el de la peluca naranja, como los húngaros de Viktor Orbán, como Bolsonaro, como todos los que asustan con sus marionetas para que miremos hacia allá mientras nos entregan al neoliberalismo ciego y al fascismo. Hay que deportar a los inmigrantes". ¿Y a quién vas a poder explotar para tu empresa de basura cárnica o de construcción de burbujas de cemento, idiota?

Pero, sobre todo, dice la marioneta lúgubre, hay que parar a las mujeres. El feminismo es escurridizo, no se deja atrapar tan fácilmente ni por el primer fantoche, el de los caballos, ni por los otros dos, que afirman en público estar al loro. El feminismo está pasado de moda, dicen las mujeres de la formación del espíritu nacional, algunas incluso jóvenes, aunque totalmente lobotomizadas. Las demás, muchos millones, y los hombres demócratas civilizados —que los hay aunque permanezcan en prudente silencio— sabemos qué son el patriarcado, el género, el feminismo y el machismo, y estamos dispuestos a defenderlo sin violencia pero en la calle, en la enseñanza o donde sea necesario.

Por el contrario, oyes a los candidatos o candidatas del centro derecha hablar de estos arcanos, y a la Conferencia Episcopal, y te dicen que todos somos iguales, que no a las cuotas, que no a las mujeres. En buenos jardines se meten cuando tienen que explicarlo, daría vergüenza ajena si no irritara tanto. Sí, señoras y señores populistas, digo populares, estudien, aprendan un poco y sean mejores actores, que por ahora sigue viéndoseles el plumero bajo su capa de reformismo patriota antibuenista. ¡Qué palabro, ¿eh?! Buenismo frente a progresismo: no se les cae de la boca.

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